EXISTENCIA PARALACTICA
En ella..... La tarde se estremece, se conmueve, ondula en la punta, dentro, los claroscuros de un rumor se deslizan bajo la puerta rutinariamente lánguidos y un olor aceitoso requemado. Encendió un recuerdo al momento en qué la memoria se detuvo. Después de dibujarse vio con inquietud como el aliento se le escapaba por el borde de un ventanal estrecho.
Dio media vuelta a la sombra rodeando el viejo espejo al lado del sombrero gris. ¡Vaya nebulosa!. La acarició suavemente. Su mirada clavada en las últimas páginas, de ausencia demorada, capítulo tras capítulo que con el sentimiento mataba sus miedos en pausas. Los veía caer en un profundo agujero negro y desintegrarse dentro de un relámpago.
Apoyándose sobre el codo, trató de mantener la vista quieta evitando recolectar más huecos abriendo las alas, alejándose del sol a través del cristal y las fisuras de esas paredes cuando perdió las hojas el último invierno. ¿Quién pensaría en la existencia paraláctica, quién quién hay qué hasta ahora no la haya notado? En ella. Veía por la multidimensionalidad del ventanal, tornasolado y fosforescente pulsátil entre las fuerzas paralelas oscilantes, que los sentidos son iguales y contrarios simultáneos, y entre ellos, todos los tipos cristalinos qué bien se conocen y experimentan de la holoedría y hemiedría paramórficas de cada sistema vital estático con sus elementos de simetría en el centro de actividad superficial. Y sobre todo, ahora.
¡Ahora, sí, ahora!. Cada vez qué se libera de las obligaciones que imponen su pobre, abundante y excitante aislamiento en la multitud solitaria, en esa interioridad ignorada en el indiferente e insípido individualismo, donde se huye de las cadenas de la cruda fantasía mercantilista que enajena el pensar y meditar genuino, nadie ha visto esta existencia tan real como ignorada. Y sin embargo, es el refugio, la zona sin espacio ni tiempo, es... ¡La última verdad de la primera realidad!.
En ella... ¡Vaya pues!. Sí, se va con la muerte, y su encantador desorden, que espera la contemplación con el propósito de salir con la consciencia tranquila empalmando un cosa sobre otra como si fuera a explotar.
La voz se quebró en un ligero sollozo, la ilusión se desvanecía y se encontró de nuevo muriéndose en el momento menos esperado. Pensando, sintiendo. En este paraláctico existir, desusado, ignorado. Sueño soy de una mariposa, una vieja mariposa sin nombre, que nada entre nubes serias, graves y vigilantes de sus añoranzas que la siguen con miradas de reproche.
No es que aquí abunde más la felicidad, y los placeres apetecibles. Quienes habitan estas zonas de realidad paralela, son recolectores de sueños perdidos, vagos gustos, desperdicios de aficiones, habilidades desconocidas y virtudes desplazadas.
¡El segundo inframundo está libre de todo movimiento vivo!. Ésto, en otro lugar sería inadmisible; Pero no aquí... El anfibio ya no muestra sus últimas dudas acerca de la muerte, se levanta y emprende el vuelo. En la existencia paraláctica ha dejado de morir. En ella la tarde es... La primera dos veces y el final repetido entre los momentos que se unen, se desplazan, se entrelazan y son indispensables entre las realidades paralelas. ¡En la primera verdad de la última realidad!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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