Prosas poéticas :  Hierático y vigoroso
Hierático y vigoroso

Por fin se sabe. Apareció grabada sobre la alfombra de la noche, frente al torbellino, guardado entre las cenizas labradas, que surgieron del desvelo generoso.

No fue la campiña despierta de la aurora, el dulce consuelo, en el ensueño de luz en la quimérica nevada de los párpados de seda, porque la manzana estaría seca, y sonriendo con luz serena, a pausas, como el abismo lejano, al que se teme inclinar, llevando una sorda linterna envuelta en los largos trajes de brocado con hileras de perlas finas detrás de los huertos de almendros fugitivos en la tapicería verde, como se encontró en la espléndida sala leyendo, sobre las riberas de grandes ríos, porque quería hablar frente al sol, que nace aterciopelado, amarillo, en el aire rojo, suave y sedoso, como esa vez, sobre el trigo demasiado ancho sobre la puerta pulida con las garras de bronce haciendo vibrar las viejas carretas desplegando sus melodías.

Si bien lo vemos, la curiosidad de aquellos pescadores hizo entenderlo, emplearon más de una docena de nuevas especies fósiles del agua potable
en el momento de retomar los últimos muchachos medievales su trivio, gramática, retórica y lógica, no como hoy aparece casi olvidado.

Pero fue la miseria, quién nunca escribió demasiado, presente en el siglo de la desinformación, que pretende ser una isla flotante
en este proyecto, ante la necesidad de creatividad
genuina, para explicar estas conductas sin emplear los términos de la era conceptual, tan específicamente volátil como la más sólida memoria
infectada de viejos olvidos decolorados, erotismos ingenuos, tan ausentes de las públicas audiencias, conectadas con la equitación, y los rituales en las
sensibilidades delicadas.

Porque en este caso, se trata de una persona, lo que implica vibrantes colores, al alcance de la mano, con la pasión mecánica más allá de las recetas, que se emplean en ciertas regiones, desde hace cuatro años, y cuando se trata de hablar de la dura grava, que al silencio corta, frente a las riendas del interminable desierto.

Pero no. La noche lucía sus antorchas estrelladas, sobre las calles gruesas, y pesadas ante las ventanas, ya pasado el invierno en algo menos impresionante, excepto, claro, en los casos perdidos, como había sido durante aquellos días, dejando que muriera la tarde alzando las cejas, de modo que, hasta este oasis en el desierto había quedado clausurado, como una playa sepultada entre la sonrisa de un barco que lo miró alejarse con su estilo seco, y breve, donde las mismas calles apiñadas, y empedradas tejían soles, como ríos al verse obligadas por la sombra asfixiante, recordando los suelos de mármol de simple y apresurado brillo, convertido en las escaleras de lana, ante la pequeña ventana, unidas con el riesgo de romper el espejo lo más rápidamente posible.
Pues la voz del reflejo riñendo, acusando, perdonando, alentando las hebras del sueño, inquietaban. Así que... ¡Cerró el dormitorio, y salió volando!.



Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Poemas :  Certeza Intransitable
CERTEZA INTRANSITABLE

Así
En el grito de la cueva
Están, moviéndose, olvidados.
Los qué fueron peregrinos de la nada
Del nombre qué nadie sabe
En la oculta nube bajo la hierba
En la huella qué liberó su camino
Así
Es
La

Certeza... ¡De intransitable!

Por el destino, que huye descontento
Del hombre genuino, carne del polvo,
En la consciencia plenaria infinita,
Del bosque inventado entre palabras
Una rendija en la noche de ventanas
¡Del ruido qué se filtra a veces!
¡Del sacudir al drama ausente!
En el campo que la gruta sueña
En la orilla del ancho día
Una vez, de pocos sólo, de vez en vez
Al quitar la intimidad de la ilusión

¡Despierta!
Una caricia en la tarde salada el mar
Del huerto, sin polvo, fuente, ni espejo,
Del rostro lucir al viento desigual potencia

En
La mañana bajando su memoria erizada
En la noche por la calle pájaro inhumano
Detrás de la piedra en la pestaña del año
Del rostro olor a duda infame...¡Seguro!
De las campanas penitentes al filo inmóvil
Del milagro perdido en cada aurora
Voz de laberinto de mudas flores
¡Flores marchitas, plásticos metales olorosos!
En la esquina de los ojos del perfume

¡Dónde se ofrecen jardines y letras!

Por
El tiempo que brama en brumas
¡Canciones letales que vibran escuchándola!
En la espera al extremo enlagrimado esperando
¡El pensar del triste pecho, ensueño grácil!
Por la mirada del inmenso porque...
De linternas que germinan apagadas
Los párpados ecos de cada ventana
Al paso del barro por la ceniza
El manubrio incansable fuego
¡Qué parte de salidas cada entrada!
En la cabellera del tinto ardor
De la ciega noche inmensa
Del café qué mira vasos fríos
En la mesa, extrañar de sillas
¡Con las cucharas del recuerdo!

Qué atormenta el desierto azul

¡Sí!___Tan azul como roja sangre seca
De tinieblas del húmedo pasillo
Al consuelo que sin razón espera
De las olas marcar el límite
Y tejer al frescor frágil acero
Entre
La rana del plomo enlodarse
Entre
Las espinas que disecada luce
Intransitable
Certeza

En el llanto de un cadáver olvidado
las retinas fulminan cualquier vientre
del siempre cercano destemple
en la orfandad qué espera el ruido sordo
un rincón enterrado bajo el árbol
del prometido conmover al cielo

sobornado del arrepentimiento hambriento
por cada marchitar de orugas humilladas
del gesto distante de la calle sola

Por
¡Dónde tanta calma borrada gime!
En tanto espera yermo el reflejo
El espejo de sueños hechos tablas
¡Dónde se sigue encubriendo al viento!
En la orilla evidente del vacío secreto
Esa qué es intransitable certeza
¡La piel del hueso espejo!

Por la luz que ciega tejiendo sombras
La impía ingenuidad del reclamo justo
¡Al ver qué la duda implora solo vapores!
En la noche a cada paso de almohada
Estando bajo la cama herido el piso
¡Del perdón con saña enamorado!
¡Del cultivar cobijas ignorantes gozando!
En el sudor salido en otras pieles
Muy ajeno al dolor que extraña el cielo desconocido... En la grieta incólume impaciente!
En el ruego polícromo del paraje al que sacude

La certeza
Imposible

La sinrazón penetrando
Intransitable embeleso
Del paraíso al qué se cree tener derecho...


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta