FANTASÍA DE UN CANTO NUEVO
Los tristes desayunos, alfombraron las jorobas,
del sol por la montaña que vino,
ebria del añejo desierto bajo el zapato,
que aprieta la pálida faz estrellada,
que aprieta el azul terrestre augusto,
del trilobito indefenso en licuadora,
con el aderezo del dolor del taladro,
con el humus del vítor del cedro,
y los alaridos terribles del monitor,
ancestro seguro de los apantallados,
sin cayos ni julios ni diciembres,
yertos por el pasado olvidado,
del barril en el carril servil del aplauso.
¡Oh, días que asesinan!.
Que asesinan, que asesinan, que asesinan.
Semanas, meses, años, lustros.
En un siglo de corderos en la cocina.
Y en la ventana palomas.
Y en el suelo serpientes.
Y en el techo patos.
¡Créanlo, créanlo, créanlo, créanlo, créanlo!.
Mil millones de ojos y orejas y pieles y pelos,
de la materia gris se han olvidado.
por los hoyos negros celestiales.
de la láctea vía fuera del vaso.
del jarrón de la vitrina y letrina.
Bien lo saben la luna y tanta estrella,
en la noche de los insomnios verdosos,
en la tarde de los ecos amarillos,
en la mañana de los ojos rojos.
¡Porque cantan, cantan y cantan!.
Ranas y camaleones.
Al buitre y la hiena.
Llena, llena, la luna llega,
con un zapato caliente,
con un zapato caliente.
Enseñando una calavera,
enseñando una calavera,
danzando brujuleada danzando.
Llega, llega, como un cordero de arena.
lleno, lleno, como un alfiler polvoriento.
Llena, llena, la luna llega.
Y en cada mano le hierve un eco,
enseñando una clavera,
enseñando una clavera.
Con el viento disecado en el vientre.
Danzando brujuleado danzando.
Con el talento alojado en el diente.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez