DESCARRILAMIENTO
La
Vieja
Orilla
Se abandona.
¡Hilo qué cohibe la oquedad con ahínco!.
El
Nuevo
Cauce brioso
En la luna que se baña
Un lucero
En la fuente sin la sombra.
¡Qué sobra blanca enlutada!.
La serpiente.
Libre de las dudas.
Doliente la trenza busca.
Libre de los rencores.
De la flecha excitación desasosiego.
¡Decrépito el vacío per cápita!.
Se abandona.
El nuevo cauce.
Casualmente.
Por lo acolchado atasajar humaredas.
La redondez del techo anoche.
¡Longanimidad genuina!.
La lluvia firmemente construida.
¡Intimidad generosa!.
De la necesidad preñada.
¡En la voz veraz!.
Bien trenzada al seno tardío.
Porque.
¡Solo fonéticas verás danzar!.
Y lanzar... Al gozar simbólico del eco.
¡Péndulas disimiles caratulas!.
Descifrables reminiscencias.
Al suscitar imprescindibles.
La dolorosa condición del océano.
La tranquilidad expresa en olas.
La espuma sin hacer daño.
La burbuja sin carencias.
Aquél de quien fuere la muerte cultivando.
Y sabiéndolo, quien la cosecha.
En la orilla brioso el cauce siente.
¿De qué valieron las justas leyes?.
Del lo nuevo y viejo que se abandona.
¡Sólo un reverendo bledo!.
Al gozar simbólico del eco.
A fuerza de ilusiones forjarse.
Al llenar de ojos una lágrima.
¡Entre plurales indeclinables!.
Nuevas y viejas las cadenas libres merodean.
Por
Eso... Aquí, allá, y más allá tal vez después.
Verán...¡Qué pasajeros son muriéndose
los trenes!...¡Des-ca-rrila-mi-ento al frente!.
Prisioneros.
Del cielo antes.
De serlo nuevo y viejo.
El descarrilamiento libre de dudas quieto.
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez