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ENCANDILADAS ((( Ultraísta )))
Las letras mudas desmembraron al silencio escondido en las ruinas acongojadas enmohecido el mar con las espinas desvestidas aullándole al tranvía Como el agua embadurna el hambre en la voz del jabón sin sueño por el año color de hormiga en la sinceridad de la ceniza flecha grisácea en la blancura violácea de luz agridulce con burbujas
Hoy de ayer vestido el reloj medita en aquel lamento que decora la cocina atigradoramente añil al tacto salada
Por las ramas de la sombra tibia escondiendo al terremoto en un estanque Con el invierno sereno al mirarse Un espejo cargando sus recuerdos Al nogal de los primeros años Del campo que suspira en la carreta Como el ave fuma el verdor en la salida Del aliento suave luciendo granos donde el trino errante yace agitando al infinito en una gota de viento a la deriva otoñal.Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Referencias útiles son...https://es.wikipedia.org/wiki/Ultra%C3%ADsmohttps://www.youtube.com/watch?v=kz9wYxGRYE0
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Poeta
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Arrojadizo (Neohermético)
Así, mejor es… Dijo: Callando, al ojo del silencio, un poco gris. Opuesto apuesto impuesto presto. El hoyo no oye, ni hoy, ni en la olla, entero viento, hecho, harapos. Fornido susurro, turba medrosa. Solo mira la timidez leñosa.
Ecuánime chulapo, mendaz pusilánime, donde muda la tierra fogosa ciega, avispada sin aviso. ¡Hoy cierra!. Conmoción sacrílega, del sapo soporoso. Holganza del fantoche, huracanado lío.
El dolor del primer trigo atigrado. En vano va, por el vacío, vencido, al cercenar, exuberante, su inepcia ostentoso. Con palabras de barro, mudo plomo muere. Y la mordedura, nada dice. Dulce paja. Nada, tenaz ascua, nada. Bagatela viga. ¡Es el mañana enfermo!... Piensa decirlo.
El terror tropieza. Nada ocurre. Emasculada musculación, disparatado molusco. El reloj calienta y el frío escapa. Catacaldos oficioso. Se vistió de tiempo. Postergación estéril lábil. Aunque no es cierto. Solo parcialmente. Solo. Garbancero rutilante. Su sabor es amarillo. Además, el color rechina, en denodado jabón. Pica. Ni siquiera es duro. Hablando claro.
Es mejorable. Implacable picajoso, yermo y fangoso. Zalagarda panteonera. Después de finalizar. Zoquetudamente salada y volátil a mandoble lego. Por las tramas y trampas y tramos rojos a lo lejos.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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INFILTRARSE AL ESTROPICIO
Cuando la ceniza muere de mar vertical. El pájaro corroe cubriendo rinocerontes. Porqué en la pradera vuelan los relojes. En armonía del infiltrarse al estropicio. Del hombre frasco al sol una mejilla. Diciendo hojas al otoñal refugio grave. ¡Cada mariposa tiene cocodrilos dientes!.
En la copa una distante maleta. ¡De la jirafa qué un leopardo merece!. Por morir imaginando cuatro dulces hormigas. En la soledad qué cubre camas a cucharadas. En los techos del olvido qué no termina una pijama un pétalo traga. En el tiburón sonriente la tortuga tibia. Por eléctrico agujero. Infiltrar se entre los besos espirales. ¡Al vértigo caldeado del vigor áureo!. Desnudando. Al Destino inmortal recuerdo. ¡Noche y día!. En la retina rebelde luz de las pestañas. Un escritor de colores al perder un verbo, en el título qué exclama. ¡Animales desnudos!. Y con los insectos hablando unas sillas ríen. Tan fuerte, como impresas tienen el sabor.
¡Del nutrir la clara mata un huevo llama!. Por el íntimo permanecerse ajeno a cada rato. En el fondo del porqué dónde nace sin misterio, la memoria del centavo tejiendo incertidumbre. Al prudente clavo, del tono anaranjarse pálido. ¡Más inmortal entre una mínima eternidad frágil!. Estropicio, es tropicio del dormir atropellado. En el camino perplejo de apretones. Desvistiendo. Al Transparente asombro yerto. ¡Siglo a siglo!. Con la clara confusión que oculta se denuncia. ¡En el permanente secreto más evidente!. Con la fruta de los ídolos equívocos. En la discontinuidad opaca del ópalo quedarse. Del hastío, del estropicio, propicio es, infiltrarse.
Del hastío. En vigoroso vuelo joven. El claro alondra el frío. Donde mudas flores sin nueces suenan. ¡Al malsano licor matinal en cuarentena!. Sereno nadador. Por la esfera de los valles voluptuosa blancura. ¡Surge minuciosa cada erupción!. Tan cifra literal, lateral del litoral. Una carreta descortés alumbra. ¡Al ínfimo descansar pulsátl!. Haciendo lombrices águilas. De puntas patentes parcas. ¡Ventas, jabón jamón cartas virtud del tiempo!. ¡Ratas, ratón rudo enredadera virtual del humo!. En la opinión amarilla del nopal un pordiosero. Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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TÚNELES DE AYERES
Sin los muebles vítreos del grito, de la ráfaga, ufana el abandono, abona con jabón, las últimas paredes, del aire encadenado, que no pregunta, a las sombras, incendiadas las respuestas, del mar hecho silencio, antes del tiempo, lirio, una vez, colirio, colibrí de luna, de libro, ave, flor, pétalo el cabello. ¡En la frente sacudida por el mapa!. Galerías húmedas de ayeres, hoy sones confusos, tallan estrellas, por el espejo que tiembla años.
Años, años y años.
Castaños rebaños, clemencia y castigo, en la puerta que las llaves lleva, lava a los volcanes volcando, enredando al hábito, encrucijadas, descrucificando, clavos espinados, en la esperanza, que perdió el rastro, rostro enarenado, por máscaras desérticas, desventura que viste, y calzan los poetas, en los versos de los piélagos ignotos, en las islas poetisas, que labran mieles, y sufren por el mar amargo, y fiero, el rumor de alerta, como el agua hierve.
¡Túneles de ayeres llenos!.
¡Dónde la muerte su muerte muere!. En la morada que la memoria calla. En la pasión rendida ardiendo. Con el timbre cristalino de amarillo. La brisa enfrente brilla enrojecida. ¡Por vivir viviéndose de vida plena!. Con la música que llueve estrellas. En el huerto que la noche alumbra. Del silencio caudaloso en esplendor. ¡En el bellísimo tesoro que late solo!. Cándido y sereno, iluminando el agua. Al mar cantando, saliendo del abismo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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COLORIDOS ARGUMENTOS
Porqué ese día los ángulos eran azules y sensibles caminando en la fuerte penumbra de la pirámide escondida en un saco, en la concha del silencio, y la esquina de cabeza contra un muro. Nadie veía. No, nadie estaba, solo las llaves viendo un viejo candado, inmenso en la pulsera del brasero café suspendido de un cuchillo. Colorido, contrariado, confiando en la consciencia confidente del convoy. Pero el camino ahora solo habla por las ventanas taladrando las tardes con sombrero y vestido rojo.
No es tan transparente en la táctica taciturna del tarro al tallo, doliente y duplicado por el barro del perro. Pues así, el musgo recordará la infancia atrapada en los nombres subterráneos cercanos al velo del aroma de los corchos asustados. Y que no se mueren del todo sorprendidos alargando el cuello al día menos pensado con la dulce pereza amante de la hoguera entre las sombras que suspiran como mustias áureas de amargas azucenas padeciendo el misterio amarillo.
Además, en la tierra de los cuervos se desnuda un tren junto a la vía florecida por los pétalos que duermen, y buscan destempladas las orillas y escaleras del jacinto bajo el espejo del jabón atrapado en las burbujas.
No obstante, los párpados del bosque construyeron el olvido de los lobos tan azules, que parecían hacer signos, y siglos al reloj del gato cercana la medianoche. Pero...¿Porqué ese día?. Pues el eucalipto lo ha dejado olvidado en el lago presuroso de las hojas entre horas y neblina que nada entiende de la nieve por el heno rendido en las calderas, casi indefinidas, mordiendo al sol el amarillo que despliega el ancla con los peces traficando con los techos por las casas abandonadas y el vuelo de las calles huyendo en desbandadas.
Así, como verás, hay algunas cosas que leyéndolas nadie comprende, las razones verticales en su alto rebaño de místicos cristales, de hábito maligno. ¡Sí!. Sabes ya de la porcelana pensativa y de los riscos tiernos en la intimidad de los agravios, pues los dardos torturan los marfiles y al abismo tenaz. Siendo todo al final más que flexibles, las razones del caramelo en el martirio de la edad temprana.
Por tanto, la sed de saberlo es un colorido quebranto.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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INFILTRARSE AL ESTROPICIO
Cuando la ceniza muere de mar vertical. El pájaro corroe cubriendo rinocerontes. Porque en la pradera vuelan los relojes. En armonía del infiltrarse al estropicio. Del hombre frasco al sol una mejilla. Diciendo hojas al otoñal refugio grave. ¡Cada mariposa tiene cocodrilos dientes!.
En la copa una distante maleta. ¡De la jirafa que un leopardo merece!. Por morir imaginando cuatro dulces hormigas. En la soledad qué cubre camas a cucharadas. En los techos del olvido que no termina una pijama un pétalo traga. En el tiburón sonriente la tortuga tibia. Por eléctrico agujero.
Infiltrar se entre los besos espirales. ¡Al vértigo caldeado del vigor áureo!. Desnudando Al Destino inmortal recuerdo. ¡Noche y día!.
En la retina rebelde luz de las pestañas. Un escritor de colores al perder un verbo, en el título que exclama. ¡Animales desnudos!. Y con los insectos hablando unas sillas ríen. Tan fuerte, como impresas tienen el sabor. ¡Del nutrir la clara mata un huevo llama!. Por el íntimo permanecerse ajeno a cada rato. En el fondo del porque, donde nace sin misterio, la memoria del centavo tejiendo incertidumbre, al prudente clavo, del tono anaranjarse pálido.
¡Más inmortal entre una mínima eternidad frágil!.
Estropicio, es tropicio del dormir atropellado. En el camino perplejo de apretones. Desvistiendo. Al... Transparente asombro yerto. ¡Siglo a siglo!.
Con la clara confusión que oculta se denuncia. ¡En el permanente secreto más evidente!. Con la fruta de los ídolos equívocos. En la discontinuidad opaca del ópalo quedarse. Del hastío, del estropicio, propicio es infiltrarse.
Del hastío. En vigoroso vuelo joven. El claro alondra el frío. Donde mudas flores sin nueces suenan. ¡Al malsano licor matinal en cuarentena!. Sereno nadador.
Por la esfera de los valles voluptuosa blancura. ¡Surge minuciosa cada erupción!. Tan cifra literal, lateral del litoral. Una carreta descortés alumbra. ¡Al ínfimo descansar pulsátil!. Haciendo lombrices águilas. De puntas patentes parcas. ¡Ventas, jabón jamón cartas virtud del tiempo!. ¡Ratas, ratón rudo enredadera virtual del humo!. En la opinión amarilla del nopal un pordiosero.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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PÁLIDA VIBRA
Con el pié, postizo de repente, el papel, en especial del agujero. ¡La seductora, interrogante!. Vibra, vibra... ¡Vibra pálida!. Carga. Una migaja en dos cucharas. Al sabor diurno. Débil parpadeo. De la nada... ¡Vértigo sublime!. Pálida Vi Bra... Y hace... Vibrar al que yace. Desde joven, convirtiéndose. Profunda fundación, rota. (Vibrátil ardiendo). La posibilidad, desfigurada. (Llamarada). Impulsor del último trébol. ¡Hasta morirse un penacho!.
Desmelenando al helecho ancho. Más fuerte que una hora. ¡Débil ángulo disipado!. ¡Al jarro de medianoche!. ¡Un...Domador...De la nada!. En la cabeza encantadora, al brasero descosía el barrio. ¡Víctima del suburbio heraldo!. Con el velo, cilíndrico sin piedras, el freno, al aroma del corcho, escalafón. Carretilla, presa, por la locomotora. ¡Inmensas calderas de jacintos!. Cada noche se queja, la sirena sorprendida, de la virgen, cierva, en selva, salva, alba. Pájaros secos, del papel, estatuas. ¡Sobre los subterráneos edificios!. ¡Sobre los montones escalonados!. Indefinidamente públicos, sujetos de la muñeca, gaseosa. Pálida... ¡Vibra, vibra!. Donde se ramifica el heno, barométricos eucaliptos duermen, en la plaza de gavetas. ¡Hay plantas, de patos de pronto!. Y al jabón le salen cuernos.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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En tres días
Entre sus obscuros cabellos el viento, desenrolló el oculto poblado, de los arbustos de morena cintura, en la parte baja de la tarde, ¡Acuático aleteo!.
En Tres Días
El río, quería llorar y no pudo, la cerveza llena de tarros, la moneda conversando andrajosa, la duda, flor, vende desnuda. ¡Al hotel disimulado!. ¡Al frente enmarañado!. ¡Que amasaban los domingos!. En Tres Días El lunes, moribundo, amaneció tropezando, bajo el espejo, la luna, ondulaba sinuosa, cada correo, agua directa, al manantial de tres fosas. ¡La mejor colección de infamias!. ¡Al mejor precio, del autoservicio!. Los mejores clavados, de computadora.
Luego... El martes aprendió al eco irritado, bajo el mastuerzo, donde el ruido se mezcla. ¡Cada valeriana, con mostaza!. ¡Al salir de mantequilla picada!. La madera, extravagante, irreflexiva. ¡Al cuidadoso desprecio de la vida!. ¡Los efectos del umbral satisfecho!.
Luego... Los viernes de vértebras sin aceite, bajo el mecedor suelo removido. ¡Cada jabón ordinario sofoca!. Al entrar cinco meses de nardos, la impresora, de avidez desgarradora, al menor mástil y espátula. ¡Los regresos del infierno frágil!.
En Tres Días
Donde duermen las gladiolas, y el poblado de los arbustos, las literaturas ambulantes visten, al enorme aletear lejano. ¡Ya!. Oculta la tarde navegando. ¡La cintura del cabello, acuático aleteo!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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