Por incoar al improperio
El aliento ha perdido las ventanas con una cruz boca abajo. ¡Incoando al ultraje diario! Es ahí, dónde el ojo ama la paja y el camello fabrica agujas dónde los cerdos perlas lanzan con la desesperación afilada.
¡Eléctricas y embriagantes reptando!.
¡Mira!. Ya siembran el olvido con monedas en la lengua y licores de invernales moscas con los esqueletos del tabaco. ¡Qué mata cementerios con saliva!.
Y aquí empieza la historia de pasadomañana, es decir, sin prejuicios de ningún tipo, en la categoría de langosta con el poderío avasallador de millones de mentiras a la velocidad de la luz, y en el cumplimiento del deber de hacer más grandes los problemas de los dramaturgos locales, y abaratar las exportaciones de ignorancia en los puestos de frutas y verduras de alta tecnología, con una flotilla de transbordadores y llantas sabor fresa, que ha intentado ofrecer al lector los saberes vigentes en cada época del pasado, incluida la inteligencia de modo simultáneo, y en un frasco hermético de buena Ética multisabor, pionera en el tratamiento moderno de las heridas informáticas.
Ahora bien, los acontecimientos demuestran que la calle se ha especializado en profilaxis nutricional, y alimenta con sangre el asfalto evitando las erupciones cutáneas, y la acción bactericida de las pestañas de las nubes, difíciles de encontrar en bicicleta de remos, cuando se incorpora un ojo de silencio y cenicero, quejándose de las restricciones en cuanto a motores fuera de borda, y a diez kilómetros del naranjo más cercano, muy útiles valiéndonos de la gran cantidad de ilustraciones, que evitan la intrusión de fuerzas extrañas en el corazón de los más modernos ataúdes, en los habitaciones dónde duermen las velas, y se planea construir un centro turístico con los huesos de una granja abandonada, por los insectos más actuales al cambiar el lote de las dunas pasajeras con el mal hábito de juzgar sólo el presente, por las impresiones microscópicas de las rocas, sin las tensiones modernas de la civilización.
Y mientras sucede todo ésto, el dueño de los perros se introduce rápidamente en el reino de la realidad con toda su salvaje honestidad, con la quietud de la más hermosa tormenta, y a consecuencia de un remordimiento de zapatos, encima de las aguas, y al preguntar por los niños que cultivan ciervos en la luna naciente. Pues mucho se ha progresado en el análisis del comportamiento de las mariposas, y en la investigación de todo tipo de betabel enamorado de zanahorias y de ciruelas para conocer a fondo las influencias del suelo, y la calidad de los abonos que impiden los escalofríos a las raíces acostumbradas a la ingestión de té de apio y coliflor, según el gusto del consumidor.
De tal manera, que este tipo de improperio es material privado de uso exclusivo para el agnosticismo, y en la descripción más correcta del ánimo fluctuante de los cocodrilos, que naturalmente eluden herir la sensibilidad de lápices y plumas con tanta devoción y entusiasmo por el amor a las hipótesis menos inteligibles, y a la herencia del sol en los productos domésticos por su incapacidad para el dibujo. Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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