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CUASI VENTUS __SAFO (c. 600-? a.C.)
Poetisa lírica griega. Platón se refirió a ella como la décima musa, nacida en Lesbos de Mitilene, escribió 9 libros (sólo se conservan escasos fragmentos) de odas, epitalamios, elegías e himnos.
CUASI VENTUS
Amor ha agitado mis entrañas como el huracán que sacude monte abajo las encinas. Viniste. Hiciste bien. Yo te estaba aguardando. Has prendido fuego a mi corazón, que se abrasa de deseo.
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Poeta
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DEL RITMO ESLABONADO....
En la memoria que sujeta el viento, musical dibujo, eslabonado, ritmo.¡Entre capítulos adversos!. El tiempo, se detiene. Por la obra pura de los diez años. ¡Un segundo primero, al último comienzo!. Con diez fronteras abundantes, generosas al zumbido agudo, los brazos desmoronan el plato roto, de la sábana ligera, arañando, las sombras de las arenas.
Ritmo, ritmo, eslabonado... ¡Atado!. A partir del fluir de los renglones, los motivos traspasando alegremente, las etiquetas del margen surgen.
Ritmo. ¡Con su espolvorizar de timbres!. Ritmo. ¡Con su racimo de lentos tiempos!. Es Labonado. Es... Ante la quimérica alusión curiosa. ¡Qué...! Cincela páginas y cultiva notas. ¡Estando!... Infinitos los siglos irradia, en la sencillez, desnuda, del preludio, en un epílogo, ardoroso es el prefacio. Y... ¡Es discreta de lo natural, armónica!.
Ritmo Es Labonado. Es... La tempestad al volver de los salterios, de los ruidos graves aromas.
Es Labonado. Es ritmo, ritmo eslabonado. En La carga cotidiana de la nieve, besando al fuego seriamente. Y los cabellos en los labios, los pétalos, la oración pegando, con el orgullo. Suspirante de sandalias, del deseo, al huracán, del pino, sauce triste, roble un buen rato, cánticos sembrando, párpados al mar batiendo, al vestir de coral. ¡Una burbuja!.
Es Labonado. Del ritmo. Un ademán inocente, mil corazones del regazo, viajan. En las praderas reservadas, aterciopeladas,vibrantes, diademas, dóciles y tiernos ríos. Del Ritmo Eslabonado En La magia del abanico En La piel, por el placer, sumergido en sueños. ¡Evaporando al mundo de los espejos!. La espada, cristalina, entre los frutos. ¡El escudo se desgrana!. La malla descubierta. ¡Desnudando al polvo!. En la humedad la plenitud desierta. Es Labonada. Es del ritmo. Y Dejando balsámicas, las envolturas, en la cueva dolorosa selva, una luz, amarga pálida, hecha de frágil algodón, la palabra salta luego. Y salta, salta... ¡La extraña melodía de primavera!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Habito invisible
"Con el hábito habitamos el hábito invisible"
Clama el clima ser un clarín. Clarín de paz... Va el veloz huracán. ¡Pincel, cincel, pluma y cuerda!. Curvas en la vida, curvas en el arte. ¡Anhelantes armonías bajo el viejo lago!.
Con el hábito tenía una piel de domingo. Y girasoles en el sombrero, cubierto. Cubierto de viernes lunes, por las frenéticas sombras. ¡Primaveral y dulcemente teñido!. ¡Por la tarde tibia y majestuosa!.
¡Invisible habitar la vida!.
La muralla fuerte cabalga noblemente. Invisible. Él, fiel vencedor de duelos crueles. ¡Hábito qué habita!. Las flores vibran encendidas. Las frutas espumando platas.
¡Dulces confidencias derramando al viento!. Él, huracán, adorable peregrino. ¡Por el arte!. Hábito invisible, monje del destino. ¡Creador!. Doblando las maderas de los cielos. Doblando las rendijas del salitre. Él, incubador, del follaje melodioso.
¡Invisible habitante del destino!.
Fecundo, insinúa la bóveda estrellada. ¡Cuál canto incomparable del zenzontle!. ¡Huracán creador de fantasía!. Apacible enamorado. Él, artista, monje del destino, con el hábito. ¡Invisible, encarna, encarando las pasiones!.
¡Altares vigorosos y existencia ardiente!. La helada realidad y los ensueños abandonados. En el fondo de ásperas mañanas. ¡Qué funden lágrima y sudor del cuerpo al alma!. El huracán, huraño, del interior, humano.
¡Sentir invisible hábito!.
Cuando, heridas todas las calles buscan, la creación en paz, un frasco de fresas, pinturas monumentales, poemas musicales, entre el negro fango, del sufrir inútil.
¿Porqué, porqué?. ¡Cuántas escaleras hay!. ¡Cuántos cielos faltan por llenarse!. Innúmeros cadáveres caminan, y en las torres, desayunan cucarachas. Hablan y hablan. Hablan detrás de las cavernas. ¡Con el remedio de saliva!. ¡Con la garganta salvaje!.
¡Invisible sentir habito!.
Insensibles hay, mil tambores y tabernas, en las últimas pirámides, de liana. En el papel, tintas, cinceles, dolores, sabores. ¡Carnes de todos colores!. Acuarelas, piedras, águilas desplumadas, óleos, nopales, y secos senderos perdidos, en degollados futuros.
Y de postre, un león sodomiza una lombriz. ¡Una lombriz!. Si, una lombriz de caverna. Dicho han, uno y otro día, mil veces. Mil mismos, las mismas cabañas.
¡El creador invisible habita!.
Día tras día, siglos astronómicos. Dolores del océano, cielos rojo sangre. ¡Rojos de muerte, llantos rojos!. ¡Cómo perros disecando cada ladrido!.
Y los monjes, decorando de aleluyas mil campanas. Dorando grillas lenguas y nobles iguanas. ¡Si habla el veneno, callan las pestañas!. ¡El arte extinto, pinta al pálido mañana!. Con el hábito invisible. ¡Día con día, igual, invisible!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
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Poeta
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LA TERRENAL SONRISA
La sonrisa cae bajo la trampa lagrimeando, en los ramos de cada pestaña dulce, en la pieza con lenguaje de tristeza, y resbaladiza, un corazón esculpe.
La Terrenal Sonrisa
Atrás quedaron amarillos valles, en las sombras de un detalle, en las calles de un huracán, y apedrearon, luego al viento.
La Terrenal Sonrisa
Por la tarde vuelan épocas alegres, en los sueños dispersos de campana, en los brazos maduros de venado, y crecieron, melodiosas melodías.
La Terrenal Sonrisa
¡Para vivir no hay qué matar!. Las últimas horas de la noche. Ni el agua en la garganta seca. Ni el tiempo de realidad adversa.
La Terrenal Sonrisa
¿Qué dejaríamos para mañana?. En el río que riega cada llanto. En la riqueza de cada aurora. ¡Está el oasis de los espejos!.
La Terrenal Sonrisa
¡Para soñar no hay que dormir!. Con el mediodía de las palmeras. Con el sabor añejo del suspiro. ¡El cuerpo brilla de amor humedecido!.
La Terrenal Sonrisa
¿Qué sonrisa nos recordará un reloj?. A los lados de las islas desnudas. Al final de los inviernos del siglo. En la red, enlagrimada y terrena.
¿Será, la terrenal sonrisa?.
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
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Poeta
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