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Yo no se si hay algo más, si a este Acá, algo Sucede
Si hay vida más allá, y si el alma no fenece
Sólo se que estando acá los mortales padecemos de un montón: de vanidad, de creer ser el universo
Yo no se si hay algo más, si es que existe un otro mundo
Si al terminar acá, todos pasamos, y seguimos juntos
Sólo se que estando acá hay un montón de vanas cuestiones: pretender la inmortalidad, y que el mundo todo nos honre
Y no se si hay algo más, y si hay sentido a lo planteado de que no todo termina acá, y que hay más del otro lado
Lo que se es que mientras acá damos pruebas fehacientes de que lo divino en nos, no está, y de que no merecemos este Presente
SafeCreative #2011025786174
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Poeta
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A través de una ventada, detrás de la vida Veo pasar a los mismos hombres con manos Llenas de odio, sosteniendo piedras. A través de una ventana, detrás de sus almas Veo la maldad de la humanidad que no cambia jamás. Hace más de dos mil años, eran leprosos sus objetivos Hoy su mira apunta a los médicos héroes De esta pandemia inventada por la avaricia y la codicia De grandes empresarios y de políticos corruptos. Los mismos que te roban y esclavizan trabajadores No les importa la vida, son aliados de la muerte. Venden la existencia por un par de monedas , de metal noble.
Por Conrado Augusto Sehmsdorf
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Poeta
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EL NEGRO HABLA ACERCA DE RÍOS Langston Hughes (1902-1967)
traducción: Gustavo Larsen
He conocido ríos: He conocido ríos antiquísimos como el mundo y más viejos que el fluir de la sangre en las venas humanas.
My espíritu se ha tornado profundo como los ríos. Me lavé en el Éufrates cuando los amaneceres eran jóvenes. Construí mi choza cerca del Congo, que arrulló mi sueño. Miré sobre el Nilo y erigí las pirámides por encima de él. Escuché el canto del Mississippi cuando Lincoln bajó a Nueva Orleans, y vi sus senos de barro convertirse en oro en el poniente.
He conocido ríos: Milenarios, morenos.
My espíritu se ha tornado profundo como los ríos.
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Poeta
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Aquí, donde la tierra demanda una morada, el horizonte un árbol, yo tu caricia franca, aquí detuve el paso absorto por la nada. Debe ser aquí, dije, en tan ancha sabana donde Dios reflexiona y un momento descansa. Pruebo imitarlo, pero, hecho ambición humana, con profundos renglones de ruedas holgazanas, cual trazos paralelos subrayando su hazaña, llega un carro colono rechinando añoranzas, y un cencerro de trastos ofensor de la calma. Así, afligido entiendo que desde que forjara el Creador al hombre, no reposa, pobre alma.
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Poeta
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PESTAÑAS ROJAS
Las pestañas de la sangre... ¡Lloran, lloran, lloran!. Abismos y vidrio. ¡Luz del miedo!. Luz de los cobardes. Arena. Muerte. ¡Luz de la infancia!. Enemigos del mundo. Un reloj. Estrellas enrejadas. Duermen sus alientos. Un día de mil cobardes, entre las infinitas nubes y polvo. Un noche asesina de tinieblas. ¡Estrellas que devoran luces!. Una burbuja de tinieblas. En la eternidad cercana. ¡Qué huyó!.
Mar del alma. Piel de la consciencia. La consciencia humana muere día con día. Y muere más la muerte, haciéndola más muerte cada día.
La lengua de las armas, de los reptiles, de las timadoras corbatas Sepultan las tiernas infancias. Con el truhán aplauso barato. ¡Con el más respetable desfalco del pueblo y su sangre!. Haciendo negocios con el miedo, y las almas del hombre. ¡Ya corroen, la esquelética razón perdida, con monedas honorables!. Y cobarde el espíritu del sueño, solo es suelo, cielo infame, dios falso.
Roja es la muerte ahora. Sangre de inocentes, sangre de indefensos, sangre de silencios. ¡Sangre de la humanidad qué deja de serlo poco a poco poco más y más!. Con la lengua de las armas, del engaño, del abuso, de injusticia con licencia. Sepulta las tierna infancias, y al futuro hace fiesta cultivando olvidos. ¡Asesinos de libertades!. (Si alguna vez existieron). Buen negocio es éste. No hay palabras que puedan decirlo todo, sus letras serían acribilladas, y urnificadas en venerables cenizas. ¡Qué sólo corroen los huesos del alma!. (De los que aún la tengan). Por eso ahora son... Ahora son... las... ¡Pestañas rojas!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Al igual que otra mota de polvo que está en el camino de la vida, me grita a quien quiera oírla, que el fin está a la vista, así entonces, los círculos de los vagones, o sólo círculos, a continuación, el círculo se cierra.
La oscuridad omnipresente, la noche se acerca, el caos se aproxima, hora de salir.
Somos almas errantes, al borde de la locura, al borde del pánico, ¿que pasa con nosotros?
Al igual que otra llamada, eso no significa nada en absoluto, romper el reloj de la pared, otra advertencia ignorada otro signo de los tiempos, dicen que el cielo va a caer, el día del juicio se acerca.
Erick R. R. Torres (Ángel Negro)
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Poeta
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UN ACUOSO JUICIO
Agua tras agua, en el grande mundo, limitado y definido, la humanidad se ha descocido, del hombre mismo, que en la gota sueña, cómplice. Entre desierto y rocío, el egoísmo del amor escondido…
Entre la brisa y la nube… Alimentando los anónimos vacíos.
En el corazón incomprensible. Dónde los trenes detienen las vías. ¡Sin prisa. En las raíces del vapor azulado. Lento y como líquido péndulo, inclinando al horizonte. Tomando al cielo, cuando las calles vacilan.
Y pidiendo perdones insoportables. Enredando los tiempos en cualquier momento amontonado, de la silla gato amonedado. Como gotas que tiemblan entre crasitud y empalago por todas partes… Como cataratas resinosas, fragmentarias y disgregables enamoradas. Como la llama helada. La misma discordia escinde un cisma. Helada la llama como, divergencia diseminada. ¡Casaca dispareja!. Se derrite, se apaga y corre. Más despacio, no llegaba al final nunca, donde las curvas se iluminan con la negrura.
Y en el mundo los muros se alargan, y la humanidad pierde al hombre, y el humanismo es una quimera, en el amor que espiga entre fantasías, perdido enano metido en cualquier ombligo.
Como de los espejos huyen las paredes transparentes y las ventanas invisibles de los reflejos. Y en el desierto, la mano limpia su sed,
al agua, de la mirada extraña, al desprecio crispado del engendro, que tuerce todo, y vende la muerte, una tras otra, haciendo del olvido el negocio. Destella mensajero adiamantando tumbas,
rastreando cualquier ala, y petrificándola
en cada camino. Compasivo en exceso y arbitrario. Entre las voces gemelas de los ecos perdidos.
De fogarada fofa. De fusilar fragancias vivientes. Y litografiarlas. En El Silencio. Escuchando el palpitar de las ausencias. Y como las pasiones. De pandereta y castañuelas. ¡Pasa y pasan!. Fanfarria, gaita y ocarina.
Como las viejas plegarias. Dulzaína doblada, olifante despistado, como los nuevos placeres. Balalaika adormilada y Concertina anonadada.
Entre las huellas del Contrabajo, y los corazones gemelos del Xilófono, sonriendo.
Hileras dobles por la vida. Desde el Flageolet hasta la Tuba y Bombardón. Paralelas dobladas entresijo y recoveco,
que cambian y se aman, en las manadas de las maletas, en la cena sin expresión, en el hambre vertical. Paralelas quedan las sonrisas paralizadas. Y en su voz el agua. ¡Canta y sueña!.
Con la misma voz amarilla del desierto. El desierto del existir ignorada. El hambre qué asesina el alma. El ametrallar la consciencia. El apologista de la amnesia, que soñó en los pechos, de los helechos lechos. Pechos alegres techos, y turgentes confesos. Esperanzas absurdas, y comestibles ya, en la sequía, de la vida.
__¡Real!__ Cuando la vida vale menos que la muerte y se amerenga el desconsuelo, y se carameliza la crueldad, y se confisca el descontento, cuando el amor muere. ¡La cordura es el absurdo!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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TAL VEZ DE NOCHE
Una noche con la muerte de diez años, vi las cosas equivocadas. Cuando recuerdo tus secretos sueños, veo danzando los olvidos. ¡Vivo, helecho, rebaño, balando!. Un corral de ceniza, de raíz establo. En la transparencia de los bosques. Los dos, ciruelas, acostados. En la playa del remedio. Deformado, dolor, sin rostro, sin rostro. ¡Cataratas de sangre muda!.
Tal vez de noche.
Los dos secretos recuerdos. Los dos sueños olvidados. Del compañero, polvo mañana. Igual al mío. Mañana, mañana. ¡Tal vez de noche, sueñe!. En el morir. ¡Qué muero vivo!. En el vivir. ¡De los gusanos qué ríen!. ¡Qué las mentiras decoran dulces!. ¡Cuánto Venus olvidado!. Y Marte, fornicando húmedo. El piso sangrando auroras. Con la danza de la lanza. ¡Los sueños son secretos!. ¡Y tus transparencias bosque!.
Tal vez de noche.
Una noche, de lágrimas cadena, vi más cosas, equivocadas. ¡Luces retorcidas de palabras!. ¡Palabras retorcidas de luz!. Unos ayudantes de su dios. Otros abiertos, publicistas. ¡Del rebaño indiferente!. ¡Esclavos del perdón!. Deforme inmóvil. En el corazón, hielo, que olvida ser. ¡Libre, agua turbia y seco desierto!. ¡Esperando!. Gratuito su edén. Tal vez, tal vez, siempre ha sido un tal vez.
Tal vez de noche.
Dos millones. Añejos espejos. Ven las dos. ¡Dos humanidades!. Y el fracaso del diluvio. Y glaciación. Las cavernas son distintas. Y distintos los lenguajes. ¡Pero!. Las dos humanidades siguen iguales. Sin mover un solo dedo, justo, hueco, diario, que camina, que injusticias vende. ¡Un eterno esclavo de sí mismo!. ¡Un sí mismo!. ¡Qué no existe!. Cuando recuerdo las vidas, que se han ido.
Tal vez de noche.
Las dos ciruelas y planetas. Veo tanto secreto olvido. Tus danzas por la vida. ¡Hombre sin remedio!. Sueños de millones. Años. ¡La historia sentida!. La involución sin sentido. Dos secretos. Tal vez de noche. Dos secretos olvidos. ¡Tal vez de noche, las dos humanidades! Una noche. Con la muerte. ¡Vi las cosas equivocadas!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ODA A UNA MÚSICA SALADA
La música tejió, bajo las hojas, lunas de sal, ramas, y en el lago, peces dorados. Un Blanco Párpado ¡Sobre los volcanes!.
Ahí un cubo. Tuvo un dulce. Sueño sin melodía. Noche sin luna. Cayendo con violetas. ¡Fuego!. Sabor a recuerdo. En amargas olas. En copas rotas.
Y en el sol el cristal.
Los dedos del tiempo, arrugan los años, y beben fragantes, los minutos. ¡Bajo el reloj!.
En los nevados, inmóviles, aceites de mejillas, horas de dramas. ¡Música y música!. Y sal con sal.
Y cada alegría, manantiales, tardes. ¡De sombras y nuevas noches!. ¡Solo de música salada!.
Sinfonías De Campanas. ¡Y pestañas!. En las piedras extranjeras.
Donde. La humanidad huyó. Y Salió de los corazones.
Y La música Tejió ¡Solo estatuas de sal!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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