Ambiente estólido
En las entrañas de la sed el agua quema, la rama arrancada de una hoja libre, como la cadena en el candado escribe, al yugo rojo de la sangre emocionada.
En los dedos del alba misma, el polvo de la noche, se levanta con la tempestad inclinada.
Porque a veces pasan los ciruelos, sí que pasan, por el estanque solitario, siempre, como bosque, y deja la esperanza, ahí llorosa, en el baúl, confusa, honesta, leal, noble. ¡Perdida!.
Donde un bambú fuma tortugas, con la música del hongo angustiado, en los emblemas del roble.
Encerrada, palpitaba allí, aquella fantasía, de agua suave, mordiendo nube y lluvia, en el himno verde de los campos, acunados con el vuelo de las aves.
En la primera estrella arrepentida, en el seco césped sin rostro, y con un ciprés como testigo.
Extraño la carne del hombre que nieva arena, en el cielo silencio del mármol cruento, tan áspero en el reír despreciable, siempre, en la arcilla insondable que hierve azufre.
Por este ambiente estólido que asfixia, desplomándose iracundo brama agrio, el suelo de bufidos y relinchos.
¡Oh, altar al recuerdo en ruinas!. ¡Oh, fracaso de la historia ignorada!. ¡Oh, naturaleza humana podrida en desgracia.! ¡Oh, consciencia, la razón se muere rauda!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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