ANTES DEL INVIERNO Autor: Mihaï Beniuc Rumania 1907-1988
Poeta, dramaturgo y novelista, gran baluarte de la literatura socialista rumana. Licenciado en psicología, filosofía y sociología, fue profesor de las universidades Cluj, Sibiu y Bucarest, miembro titular de la Academia Rumana y presidente de la Unión de Escritores de Rumania, cargo desempeñado hasta 1966. Inició la carrera literaria en 1946 con la obra "Un hombre que espera el alba", seguida por "Canto para el camarada Gh. Gheorghiu-Dej" en 1951,"La manzana junto al camino" 1954, "El corazón del viejo Vezuv" 1957, "Con una hora de adelanto" 1959. Esta es versión de Rafael Alberti y María Teresa León Ediciones Era, S.A. 1966.
Antes del invierno
Este es mi tiempo, el otoñal, el último. Ataré mi caballo del tronco de algún árbol en el lindero de la selva oscura y me extraviaré por los campos que huelen a lentas flores tristes, a frases muy maduras, a hierbas marchitadas por la helada nocturna. Podré escuchar al grillo que intermitentemente, solitario, afligido, guarda su violín. Golondrinas, halcones y grullas se marcharon, ya no hay más resplandor que el de la estrella de la tarde, en el cielo como un lar apagado. La alta cima, de un día a otro, estará nevada, y yo, cerca del fuego, en mi retiro, me pondré mi zamarra de piel, amortajando en los recuerdos el hogar del alma.
Cual si perteneciera a la edad de la piedra, tanto se amontonaron, con los años que pasan, tristezas, aventuras y residuos de sueños. Este es mi tiempo, el otoñal, el último. El lago está más claro, pero más fría la onda. y la hoja verde, enrojecida, gualda, se balancea y cae como antes lo hacía. Voluptuoso juego este de ir al descenso en los racimos de uvas que han guardado la fuerza y la miel de la tierra en su granos pesados. Se canta en los lagares y cuán hermosas son las mujeres que hacen la vendimia riendo. Sobre el lago azulado el viento se estremece y un inquieto temblor se extiende por las aguas como el que al primer beso aparece en los ojos cuando al prender la fina cintura de la amada se siente que el gran Eras te ha vencido. ¿Todavía el otoño tiene tales encantos cuando ves en las cumbres la nieve deslumbrante? ¡Ah!, el otoño, el otoño es aún mucho más rico, más denso de secretos y también más profundo, con días cual lagartos que pasean al sol, noches de terciopelo y brillantes estrellas que parecen aún más altas y lejanas de este globo terrestre, cuya pequeña barca gira rápidamente alrededor del sol, al tiempo que nosotros, entre tantos aromas, somos, presos del vértigo y locos de entusiasmo, como niños que montan caballos 'de madera. Pronto de todos modos va a descender la noche y hacia las casas vamos llorosos, pues los padres -o el destino- nos tienen prohibido dar vueltas en la feria también después de muertos. Otoño, otoño, ay, mi estación bien amada, cuánto, cuánto te quise, pero ya envejecí y si en los caballitos de madera no puedo montar más, es ciertamente signo de que les llegó a otros el turno y la ocasión de que el gran torbellino los lleve en su locura.
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Poeta
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