P.O.L.U.C.I.O.N.E.S.
Caminaban. Cantaban las estrellas. Los ríos
tomaban un baño. Un lago sigiloso se aislaba.
La cálida luna limpiaba unas ventanas.
Ellos tejían caleidoscopios desnudos parpadeando
dónde doblan los suspiros el ritmo indócil de
las campanas entre cóncavos y convexos, navegando
una alcoba sin romper el secreto éxtasis haciéndoles visita latido a latido los minutos
miraban pasar los colores caudalosos lentamente
decorando el instante unidos entre puntos... fosforescentes con el ímpetu y el alma cultivando
enredaderas en las sábanas vertiginosas de una
brisa qué acaricia las pulsátiles pupilas, ondulando las paredes unos pálidos silencios al
tocar flotando el fondo de los jugos compartidos
al bajar las nubes cada rodilla en el cristal
hecho de flores trigales y claveles...
Recordaban. Las manos a menudo. La tarde cayendo tibia. La serenidad de sobria escarcha.
El césped refrescando alegremente la puerta.
Esa vez en la hamaca contemplaron el cielo brillante con las alas de inocentes mariposas
ajenas al reposo de la luna sin tiempo para pensar
de sólo recordarlo en el vientre del camino con el aura fascinante del pasado hecho de un grato sabor terso durante su recorrido adentro de cada
sensación esculpiendo la voz suave de la memoria
vislumbrada en la humedad acogedora del clímax
ordenado por la música vibrando al liberar el sublime estado de los muslos endulzados con el júbilo espléndido y armónico después de recordarlo.
Caminaban. El reloj buscaba el tiempo.
La memoria se levantaba para recibirlos.
Y... La hamaca se hallaba perfumada por la brisa
interminable de los instantes cubiertos de habitaciones en un hechizo tan real como la rutina del cansancio al colgar un reflejo tres espejos en la niebla sin atuendo del camino detrás de las primeras pisadas cuándo se escribe sin letras la historia repetida del futuro.
Caminaban... ¡Sí!.
Caminaban apasionados mil sueños en un cuerpo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez