Poemas :  Memorable atardecer... (Visual)
MEMORABLE ATARDECER

En
todas
las esquinas
de la infancia
aguardaban los
recuerdos del invierno
en primavera almacenados
en un trozo de pan con mermelada
y una ardilla en el bolsillo estaba
administrando unas bellotas en la
última lluvia de piedras
verdes en el campo del
maizal rebosante el
corazón de elotes.

En
la casa
de adobes
a la izquierda
del entusiasmado
álamo próximo a actuar
en el teatro libremente movido
por el viento ofreciendo una función
sin protesta de los caballo azules
cuándo alguno de ellos echando en
olivos la situación inesperada
de los arados lanzaba alado
un relincho causando la
impresión del arroyo
más enfrascado
en contemplar.

En
los peñascos
y la sedante quietud
de los sapos y las tortugas
en presencia del terrible aspecto
y la negrura de unas cuevas ignoradas
por el herrero en la satisfacción del alfarero
con las botas de macetas junto a la puerta
de los póstigos también azulado gris
castigando las jaulas con las aves
en el último escalón de la esquina
de los pájaros aferrados dónde
se podría ver una ventana.

Por
el opaco
vidrio lábil
al apagarse
la luz del sol
al renacer interminable
sobre las camas
pausado lauro
en la voz luz
diligente
tarde.



Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Cuentos :  Camino nocturno
CAMINO NOCTURNO

No había una vez, más, encendería la luz y si necesitaba copiar algo, iría así no más, a la luz de una vela, de barco eran las esperanzas, como una pequeña balsa, dentro de su vida. Afuera del cuarto, bajo la ventana, no había quién opinara, en la cabeza el frío languidecía, al imaginar aquéllos incidentes. Por fin, se acercó a la jungla un viejo tigre qué le miró de frente, como en alguna infancia polvorienta en la infancia tierna del circo, acompañado de vientos, rotos los pantalones, aunque la lámpara de aquél recuerdo estaba húmeda de alegría, tal vez demasiado para vivir ahora en cualquier pantalla.

El camino nocturno del regreso de la función, el día anterior, era liso, bajo los zapatitos gastados, del correr campos verdes y cosechas.
Pensaba, del espacio llena la mirada, y en las llamas, elefantes y camellos. Nocturno en el camino del circo. Y soñaba, universos de cebras,
malabaristas, como un destello qué la memoria estremece. El circo, ahora, está en las calles, diarios, televisiones y las armas gozan viendo solo sangres. ¿Porqué debía ser así, no lo sabía?
Nocturno, nocturno, en el camino de regreso.

Y con un sonoro arrullo, honesto, el tiempo daba tibios bamboleos, con ardillas en el bolsillo estuvo feliz ese día por la tarde, luego clavó los ojos en la pared agrietada y salieron amigables las arañas, los pececillos, las canicas y en su lugar el trompo y el balero... No el yo-yo, juego de muchos en la vida. De pronto, la noche terminó por despertarse, encendió la luz, con una flama, de vela era el mismo barco, y el mismo recuerdo del camino en la luna qué vivía, y a lo lejos le decía: ¡Estás en la luna, de nuevo!. Camine y camine, de noche, nada más.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta