POR LA HÉLICE HIPNODRAMÁTICA
( Neosurrealista)
Ellos
los sueños
soñadores
despiertan
las noches
en cada cama
cobijando al frío
de fuera
en la tibia almohada.
Con los filamentos, visibles aquí como mantarrayas
inquietas, con las protoplumas que emergen de sus
caderas, regalo de unas tierras barbechadas a las
once de la noche, cada vez que miraba en derredor,
como un problema ingobernable, de tapete alborotado.
Entre una eternidad de trece minutos, y un instante de cinco metros, que inundan el aire engañando al sueño.
Pero
¿Quién nos sueña?.
Un colchón
en una silla
vacía de hambre llena
la sopa
sin camisa
la soledad, con estrellas
y desiertos
en cualquier momento
con dedos largos
garras, picos, gritos.
¡Qué protegen a los muertos de eventuales daños de los vivos!. Cuando las aves, que no quieren ser gusanos, son buscadas y veneradas, por los venados agrarios de
las plantas maduras, en contacto con el zapato, cuya fuerza ejemplar se ejerce de manera cuidadosa, al guardar las montañas en el bolsillo, que apaga el sol según la costumbre, estrangulando a las espinas con el ayuno de una tina.
Por ir
nadando ciegos
los velos caen
como los frutos
maduran
durmiendo sin luz
deshojando
desnudando la noche
apagando
las pisadas del ayer
en los caminos
del agua evaporada. ¡Oh, drama giratorio de los sueños!.