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“Flor, apasionada idalia . . .”
Un lindo rosal muy tierno se enamoró de una dalia, le ofreció el amor eterno de la fragancia que irradia.
Le brindó su corazón a la sombra de un ciruelo en Galeana, Nuevo León, élla le bordó un pañuelo.
Con pétalos tersos finos el noble destino fragua los quereres campesinos en torno a un ojito de agua.
Del hecho fueron testigos destilando clorofila papas del huerto, los higos, regados por esa pila.
Los duraznos, las manzanas, árboles de tal floresta, entre gladiolas bien sanas la vida fluye, se presta.
En escenario fastuoso el río corría cantarino con ensueño esplendoroso las aves en pleno trino.
Dios conformó el magno edén con espiritual destreza de fidelidad sostén para la naturaleza.
Romántico sentimiento de un cariño sin matices, emotivo fue el momento de fusión de sus raíces.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda Municipio de Galeana, Nuevo León, México, a 25 de febrero del 2023 Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
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Poeta
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En una pequeña y hermosa ciudad vivía una niña muy aficionada en las flores.
Flores rojas… Flores moradas…. Flores amarillas…. Flores azules…. Flores abiertas…. Capullos…
Ella amaba toda clase de flores.
Porque estas le traían alegría y pasión al ver todos sus colores y encantos…
Un día mientras esta niña recogía flores en un campo no muy lejos de su casa, una flor se le acerco y le hablo al oído. Y le dijo:
- Ya estamos cansadas de que nos corten, haz la diferencia tú, deja nuestra hojas, deja nuestros colores, por favor déjanos, cuando nos cortan nos marchitan, nos vemos mejor aquí que marchitas en un florero.-
La niña asombrada se restregó los ojos para asegurarse de que no estaba soñando, nunca habíamos visto hablar a una planta, luego de comprobar que no era un sueño se volvió a la planta y le dijo.:
- Las cortamos porque son hermosas. Nos gusta ver sus encantos en nuestros floreros.-
- Pero cuando nos cortan, nos marchitamos muy rápido y ya no podrán apreciarnos mucho tiempo, como lo harían si estuviéramos aquí...- Respondió la planta.
-{Luego de hablar un poco más la niña y las personas que en esa ciudad vivían comprendieron que lo mejor era dejar las plantas en la tierra porque duraran mucho más tiempo, y se verían mas hermosas-}
Desde entonces todos observan las plantas, no las cortan, porque saben que se verán mejor allí y durara su belleza mucho mas tiempo….!
EL FIN.
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Poeta
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INMERSIÓN ONDULANTE
Triunfal la carne la tristeza fecunda, donde suelen hacer flores, los crueles celos en la sombra, indiferente, absorta… ¡Y nadie sabe!.
Donde los recuerdos miran bronce, la frescura de la fuente, al eco moribundo sepultando al fuego, luz dormida, pronto en aquel ocaso, cuya voz soñando escucha, el canto donde el silencio crece. Y el estrépito ronco resplandece, bruñido en la pared ruinosa, por la herida láctea el duro mar, del mundo, a la distancia ciego.
De día breve al morir muchedumbre, persevera al nacer cada mañana. Vertida y de lágrimas cubiertos pies, hacia el ensueño sin hundirse nunca.
¡Por eso viven todos yertos!. ¡Por eso laten los inviernos!. ¡Por eso tenaz relumbra ya!.
Negra vestidura y de torva faz, no se cansa del suspiro la esperanza, y en el salto al viento escribe, del callejón torcido, por claridad tan bermeja, tanta rosa de sensualismo torpe.
¡Se arrojan, se entreabren! ¡Al encauzar el resquicio!. Se estremecen los lirios, al eslabonar al estrujar mismo.
En el cielo cuando de sombra se viste, y aún vive fervoroso el viejo fuego, de mármol lo decora con su aurora.
Con golosa avidez los largos cuellos, tempranero y fragante, en la piel de las tardes, verticales, depurando los espejos…
¡Dónde su blancor relaja y sueña!. ¡Dónde el cántaro se rompe fácil!. ¡Dónde la sed se inclina húmeda!.
Y la música jadeante escapa en tropel. Y brota un río de la cumbre nevada al incendiarse.
********* Toutes les droites appartiennent à son auteur Il a été publié sur e-Stories.org par la demande de Joel Fortunato Reyes Pérez. Publié sur e-Stories.org sur 07.09.2019.
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Poeta
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HONDANAL PROFANO
Con huella adúltera altanera, un anhelo su aguijón paga, en la osada planta derramada, su fina resonancia ha perdido. ¡Al morir le importa poco!.
Labrando sus venturas eternos lutos, en la moldura brilla la luz del marco, labradas estrofas solo hay en torno, en ascuas sobre el carbón convertido. ¡Quiere la tristeza su remordimiento!.
En la clara tempestad al viento mueve. ¡No necesito saber más!. Del olvido, en la hoja que caen los versos, de vuelo presto y calma ausente. ¡Más me duele no escribirlos!.
Coged pues, esa alegría y haced flores, en la carne de mi mundo lloro, con el párpado al romper las alas. ¡El milagro se esfumó con ilusión!. ¡Con la dulce esperanza enferma!.
Sin armadura por la sal ladra, el arcano can en su infortunio, y en el cabello de agua campanitas. Por todas partes, erguido el gorrión. ¡Desayuna piedras donde anduvo!.
En tanto la rueda sacude en la tormenta. ¡Quemando a la nieve donde yace!. Sin manchas ni granos de uva. Inmóvil la luz en los cristales. ¡La noche hondo anida!.
El paisaje antes tenía cielo, en las historias póstumas. ¡Goteando las flores de pena!. Las nubes cerraban sus pestañas, llevándose la espuma de las plumas.
¡Ya mi blanco será obscuro!. Consumiendo al esperar la arena, por mantener al pensar en su corola, y la naranja sin azahares. ¡Bromeando la pasión de primavera!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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APODÍCTICA MERMA
En el teclado un espejo se ha peinado, las pupilas fugitivas en un silbido, tan oval como cautivos los cristales, su recompensa recibido habrán, dicen.
Porque en vano el aire sembró lo mismo, con la brisa de la noche en una mano, de las flores sosegadas sin atavío, solas, recatadas, en la cúpula del frío.
No preguntes… Solo he visto poco, y de ello, los últimos huecos del aire, dicen vestir al silencio hecho ojos, y con alfileres devorar las noches.
Ahí, las mariposas están furiosas, aunque ningún volcán se ha descuidado, ni aún la penumbra, se angustia, tanto como las ventanas han creído.
Más allá, las cuevas se arrodillan, se destruyen los números del río, los rumores cubren los ascensores, y las avispas imitan los caimanes.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Tengo tanta tristeza, que la vida parece irse de mi alma Los colores ya no son colores, el aroma de las flores Se va perdiendo con la brisa del viento, caen las hojas de Mi piel llevándose consigo los años, el tiempo se muere Los sueños, se convierten en recuerdos, son lamentos Por no haber hecho lo que debía hacer, es lágrima pura Es lluvia en lo profundo de mis ojos, que no me moja por fuera Pero me inunda por dentro, hiere, lacera mi corazón que late por latir. El fin de los días me encuentra solo, en un camino sin luz Donde la oscuridad brilla por doquier y que domina mi ser Mis manos cerradas aprietan el frío, el calor del sol Se escapa bajo mis pies, la luna no está, las estrellas Caen muertas desde el cielo negro, estoy cansado, me siento Ya no puedo caminar, he llegado al final de los tiempos.
Por Conrado Augusto Sehmsdorf
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Poeta
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La vida sin verte, no tiene sentido El sonido de tu corazón y el mío Repique de campanas en nuestros oídos
Bailan las flores en campos amarillos Tus ojos le dan luz a la noche obscura Siento tu mirada, tus manos cerradas
Guardan la razón y el temor, estribillo Que recuerda tiempos y lugares bellos Cantares de viejos juglares, escritos
Que nos marcaron el destino, el camino Para llegar para albergar el motivo Que alguna vez nos juramos, siempre unidos
Por Conrado Augusto Sehmsdorf
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Poeta
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LUMINANCIA (Experimental Latín-español)
I.-NATURA ET ARS NIHIL AGUNT FRUSTRA Aún con fortaleza olfatear al fracaso, sin desdeñar afosarse. El fresco también se enfrasca, como el frío en la nieve.
II.-NATURA NIHIL AGIT FRUSTRA Alerta estar al aletazo, sin azotar la puerta del viento, de fletar nubes y flores vanas. Ni afear alero encristalado, con falta atroz hasta la falda, al farol floral, porque flote el faro.
III.-NATURA NON FACIT SALTUS Bien cabe inepcia en canicie, donde un naipe hace mapa. Aunque la peca peque de pana, donde la piña pica una cepa. ¡Bien el peine peina el calvo!.
IV.-NATURA SIMPLICIBUS GAUDET Con paciencia la ciencia se hace, y puede ser épico el ápice, y el tifón trino sea el fruto, con el frío en turno torne, y el trío fino, frito agrande, y con el fruto triunfe. ¡Uniendo al fondo altura!. Con fortaleza incólume.
V.-NATURA MAXIME MIRANDA IN MINIMIS. ***POST DATA: I.-La naturaleza y el arte nada hacen en vano. II.-La naturaleza nada hace en vano. III.-La naturaleza no da saltos. IV.-La naturaleza se complace en las cosas sencillas. V.- La naturaleza es maravillosa sobre todo en las cosas pequeñas. *** Referencia útil…https://es.wikipedia.org/wiki/Luminancia
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Poeta
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ANTES DEL INVIERNO Autor: Mihaï Beniuc Rumania 1907-1988
Poeta, dramaturgo y novelista, gran baluarte de la literatura socialista rumana. Licenciado en psicología, filosofía y sociología, fue profesor de las universidades Cluj, Sibiu y Bucarest, miembro titular de la Academia Rumana y presidente de la Unión de Escritores de Rumania, cargo desempeñado hasta 1966. Inició la carrera literaria en 1946 con la obra "Un hombre que espera el alba", seguida por "Canto para el camarada Gh. Gheorghiu-Dej" en 1951,"La manzana junto al camino" 1954, "El corazón del viejo Vezuv" 1957, "Con una hora de adelanto" 1959. Esta es versión de Rafael Alberti y María Teresa León Ediciones Era, S.A. 1966.
Antes del invierno
Este es mi tiempo, el otoñal, el último. Ataré mi caballo del tronco de algún árbol en el lindero de la selva oscura y me extraviaré por los campos que huelen a lentas flores tristes, a frases muy maduras, a hierbas marchitadas por la helada nocturna. Podré escuchar al grillo que intermitentemente, solitario, afligido, guarda su violín. Golondrinas, halcones y grullas se marcharon, ya no hay más resplandor que el de la estrella de la tarde, en el cielo como un lar apagado. La alta cima, de un día a otro, estará nevada, y yo, cerca del fuego, en mi retiro, me pondré mi zamarra de piel, amortajando en los recuerdos el hogar del alma.
Cual si perteneciera a la edad de la piedra, tanto se amontonaron, con los años que pasan, tristezas, aventuras y residuos de sueños. Este es mi tiempo, el otoñal, el último. El lago está más claro, pero más fría la onda. y la hoja verde, enrojecida, gualda, se balancea y cae como antes lo hacía. Voluptuoso juego este de ir al descenso en los racimos de uvas que han guardado la fuerza y la miel de la tierra en su granos pesados. Se canta en los lagares y cuán hermosas son las mujeres que hacen la vendimia riendo. Sobre el lago azulado el viento se estremece y un inquieto temblor se extiende por las aguas como el que al primer beso aparece en los ojos cuando al prender la fina cintura de la amada se siente que el gran Eras te ha vencido. ¿Todavía el otoño tiene tales encantos cuando ves en las cumbres la nieve deslumbrante? ¡Ah!, el otoño, el otoño es aún mucho más rico, más denso de secretos y también más profundo, con días cual lagartos que pasean al sol, noches de terciopelo y brillantes estrellas que parecen aún más altas y lejanas de este globo terrestre, cuya pequeña barca gira rápidamente alrededor del sol, al tiempo que nosotros, entre tantos aromas, somos, presos del vértigo y locos de entusiasmo, como niños que montan caballos 'de madera. Pronto de todos modos va a descender la noche y hacia las casas vamos llorosos, pues los padres -o el destino- nos tienen prohibido dar vueltas en la feria también después de muertos. Otoño, otoño, ay, mi estación bien amada, cuánto, cuánto te quise, pero ya envejecí y si en los caballitos de madera no puedo montar más, es ciertamente signo de que les llegó a otros el turno y la ocasión de que el gran torbellino los lleve en su locura.
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Poeta
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CONFESIÓN SUPLICANTE
Mírame miseria de las hojas secas, que vive de las nubes, y se llena de ilusiones, cuando arremete la cara un mal, muriendo en el alma la materia. ¡Combinación que pasma!. ¡Dualismo que contrasta!.
Por el polvo de la abatida frente, y el tiempo sin vasallos muerde, aquel vendaval que azota, tantas rosas amarillas, negras y verdes, horrorizadas en un luctuoso manto.
Sí, sí… ¡No me dejaron ser!. Y sin inquirir me derramaron, murmurando balbuciente, enarenado me incendiaron, en el bosque apacible solo, sembrando flores, recogiendo cardos, plácidos pétalos y agujas.
Como una buena perla pierde. Como un rayo dispuesto a ser clavel. Como un libro de honor precipitado.
Porque tiene el hueso hogueras, corren y cantan. ¡No hagas caso!. Vamos a ver la nieve riendo, al saber del anzuelo, sus secretos.
¡Descúbrelos míralos!.
Ellos deben al deber su deuda evitando al beber embeberse como el tren serené y esperé entre teje, entre desteje.
Nadie hay que sepa todo con el rostro de la verdad entre la piel y el hueso Estúdiatelo Apréndetelo Y Presto Avísamelo, volando suave.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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