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Pensando Cubiletear
El campo estaba frío en la noche al salir del ferrocarril diseñado con gran maestría a la tenue luz de los amplios sillones. El suyo solía ser un amasijo de vieja piel y una cobija deslavada.
Ahora, no estaría mucho tiempo ahí. Amaba las maravillas del camino donde pedacitos de estrellas flotaban sobre el viejo lago poblado de luciérnagas que le instaban a detener sus planes en el pequeño mundo de sus sueños.
Veía en ese paraje la fragmentación de lo real en la visión seductora y a la vez brillante en aspectos distantes y delicados como colecciones curiosas. ¡Espero qué no sea demasiado tarde!. Se decía bajo el sombrero en la frente amplia y el rostro preocupado. Una vez que aceptó ante la prensa que las promesas para abatir la pobreza narrativa de los últimos relatos no se habían cumplido y menudeaba en el problema una especie de deuda asfixiante.
Sentía una piedra en la garganta dónde lo real e imaginario se combinaban surgiendo de los impulsos primigenios, de la misma manera qué quinientos años antes había sido ese lugar habitado en la profunda crisis del fervor místico una crasa equivocación. ¡Cómo podría olvidarlo en tan poco tiempo!. Bien lo había leído el mes anterior, donde vivió una larga y decisiva temporada como un virtual desconocido.
Recordaba la soledad ante una página en blanco cuando la curiosidad se apoderó de ella, mientras doblaba el cuaderno nuevo mezclado con la naturaleza de su afición al color, con la ingenuidad sobre el cántaro que había decorado entre la sincera expresión de su temperamento, a veces parcial y apasionado.
Pero no, él no estaba ahí, y el hecho a nadie se le contaba. En este caso, él había recurrido a sus técnicas tanto en calidad como en cantidad, para cubrir las necesidades ineludibles en la estética profunda que navega entre la esclavitud y la liberación, en las circunstancias donde se imponen las pequeñas inspiraciones, con la cadencia interior de un escrito hecho música, entre los símbolos que detonan los ecos extraviados y tatuados en el aire, al derivar multitud de ideas y sentimientos lentamente analizados y ejecutados, sin olvidar el ritmo necesario pasando de la tradición al mensaje innovador.
El cántaro había roto sus esquemas conceptuales, sin saber porqué, un poder durante su corta vida lo llevó a extremos inhóspitos de lo incomunicable a lo inexpresable. Si bien, en esta ocasión decidió no incluir a las luciérnagas en la pintura de su cuento, cincelado entre nota y nota en una fina armonía más allá de la textura y la danza de sus letras, por lo que salió de su propia historieta caminando.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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AMOR FATAL
En la humedad desierto, el aliento, se detiene, en un suspiro prolongado, amor fatal.
Por la vida que ya no es, ni en la muerte, alcanza la memoria fresca y seca. Así es, catarata sin helarse. Amor fatal. El viento cerrada puerta, tras la ventana, la maceta, dulce flor escucho soplando, refrescando en la pared, la aguja del reloj, como el ruido, del ferrocarril del vapor detrás.
En el después con la mañana, de la noche tarde ayer.
Amor que fue. Y lo será. Siempre. Fatalmente. ¡Recuerdos de mil historias!.
Sí, sí, como cuando a veces en el tiempo. ¡Del cuando!____Es de siglos. Cuando la gente, nada, dice veo. El río detenido de los lagos. De nadar, ya, no y llanura. Son en la memoria sencillos nados.
¡Qué la gente nada recordando ríos, y los vibrantes instrumentos vio!. Las guitarras, mandolinas y chalinas, mojadas, olvidadas en la llanura, del amor, fatalmente.
Así ha sido. En el tiempo siempre. En el mundo del cuando. En el cuando multicolor del invisible. ¡Ayer sin sus mañanas!.
Hombre en la carne. El polvo amando.
Eso hacen sin escapar los suspiros, cerca del cerco, lejos ya, de los dentros. ¡Anhelar sin helar!. Alar cada pluma, cada volar soñando, donde cien sentires siente uno. Una vida en una muerte sin sentido. ¡Un latido, cien corazones, y un alma sola!.
Por ese. Amor. Es tan fatal. Qué, qué. Por lo blando del hielo al hilo ha deshilado, al verano carbonizado, y diamante fue.
A dúo el amarse mutuo. A Dúo El Amarse Mutuo.
¡Amorfo amarse fatalmente!. Delirando los latires. ¡Anudándose, desnudándose, anublados!.
Y no en la pureza, del darse solo el amor. Humano encarnado, en la consciencia. Del mundo, del cuando, que le rodea.
Sutil en la sencillez, humilde en la grandeza, tranquilidad en el alma, templado en lo adverso, noble para clarificar la niebla que nieva, ardiendo volcánico el fondo sin extinguirse, en la memoria del océano que brota.
El amor humano. Y verdadero al hombre. Ligero pesa. El pasado en la mañana. ¡Nocturna tardeada, alba luna!.
Mira Allá. Sin el mundo del cuando. Como es. Como es.
Libre esclava en la muñeca. Piensa humanamente. Abrazo dorado. En la cadena, libre, solo un sencillo eslabón. En la mano que sostiene, en la frente que recuerda, el tiempo en los relojes. ¡Esclavo sin pensarse!. Eterno, momento, libremente.
Desencadenado del principio, desatado del final. Y como ligero pesa. ¡Pasa en paz!. Y como, como. Piensas. Me dices y me preguntas.
¡Nada, solo sé!.
Se sal del mar salida ola espumosa. La burbuja burbujeando. La brújula, la cúpula, el imán. Por el ello, de las hojas, cuatro tréboles.
El amor vital. Sin fatalismo. ¡Natural!. Dulce .....Puede ser..... Lama, río, amargo por el tiempo. ¡Enmielándose, abeja y abejorro!. En La Colmena amena amándose. Mieles, pieles, polen floreados campos. -Cánticos, pórticos, cándidos, espléndidos- ¡Dulzura, cubiertas las heridas!. Flores, pétalos mariposeando, lamas por el tiempo bajo, del amargo río, las abejas a veces vuelan.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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