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Sin remordimiento, como un asesino, he ultimado sinos de amores sinceros; pechos que me dieron todo su latido, clamor de suspiros, entraña de besos y, agónicos ellos: sangre de cariño.
De fonos nocheros a veces me llaman, pero solo callan cuando los atiendo. Si estarán sufriendo mis pobres fantasmas que en mi voz borracha, hallan su consuelo. Mudos, sin lamentos ni reproches, nada.
Y yo no me juego; a ninguna nombro que si me equivoco y su nombre yerro, seguro que ofendo justo a la que adoro. Ternuras evoco y próvido sexo, pero, ¿cómo acierto de mil que memoro?
Domino mis ansias y corto en silencio por ley de criterio de Don Juan en falta; que con su nostalgia de lo lindo y bueno roto en adulterio a la que más ama, es otro fantasma del pasado muerto.
A veces padezco, bebiendo añoranza, la utópica hazaña de ser mujeriego; pues nunca sé cierto si eres tú quien llama. !Mal rayo me parta!, -gruño y me lamento- y me desvanezco con la luz del alba.
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Poeta
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Es un largo camino de aquel río, profundo y salvaje, en cada giro y vuelta, me encuentro en un valle de maravillas . Es un recorrido por que el daríamos cualquier cosa, con el fin de tomarlo, déjate sangrar, deja una huella en cada isla que veas. Río fantasma, habitan las almas errantes, las almas sin descanso, un lugar hermoso, y oscuro a la vez. En vía al cielo, bajada a lo más profundo, tales son los paisajes que te mostraré, créelo,vivimos tal como soñamos! ¡gritemos! Almas errantes, entrando están en el río fantasma, almas vagabundas, bienvenidas sean. Erick R. R. Torres (Ángel Negro)
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Poeta
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¡Yo lo que tengo, amigo, es un profundo deseo de dormir!... ¿Sabes?: el sueño es un estado de divinidad. El que duerme es un dios... Yo lo que tengo, amigo, es gran deseo de dormir.
El sueño es en la vida el solo mundo nuestro, pues la vigilia nos sumerge en la ilusión común, en el océano de la llamada «Realidad». Despiertos vemos todos lo mismo: vemos la tierra, el agua, el aire, el fuego, las criaturas efímeras... Dormidos cada uno está en su mundo, en su exclusivo mundo: hermético, cerrado a ajenos ojos, a ajenas almas; cada mente hila su propio ensueño (o su verdad: ¡quién sabe!)
Ni el ser más adorado puede entrar con nosotros por la puerta de nuestro sueño. Ni la esposa misma que comparte tu lecho y te oye dialogar con los fantasmas que surcan por tu espíritu mientras duermes, podría, aun cuando lo ansiara, traspasar los umbrales de ese mundo, de tu mundo mirífico de sombras.
¡Oh, bienaventurados los que duermen! Para ellos se extingue cada noche, con todo su dolor el universo que diariamente crea nuestro espíritu. Al apagar su luz se apaga el cosmos.
El castigo mayor es la vigilia: el insomnio es destierro del mejor paraíso...
Nadie, ni el más feliz, restar querría horas al sueño para ser dichoso. Ni la mujer amada vale lo que un dormir manso y sereno en los brazos de Aquel que nos sugiere santas inspiraciones. .. «El día es de los hombres; mas la noche, de los dioses», decían los antiguos.
No turbes, pues, mi paz con tus discursos, amigo: mucho sabes; pero mi sueño sabe más... ¡Aléjate! No quiero gloria ni heredad ninguna: yo lo que tengo, amigo, es un profundo deseo de dormir...
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Poeta
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LÍVIDO ENTRAÑABLE
Del oído desterrado el sonido. El viento aviento arenoso. El trabajo desempleado. Y de la visión arranco. Los ojos. Letras. Palabras... En la flama. ¡Qué muda la ceniza canta!. El cie lo sie nto cierto. Imperios Así Lo Depu Pilas... Gemas entre más. Los Lí Vidos fantasmas respirando.
¡La lluvia qué la palabra empaña!. ¡Qué el pensamiento empeña!. La conciencia engaña. ¡Húmeda leña!. Y Lo Que el muro ampara y enmudece. Lo Ciego Del cristal del último destello. Incen Dios... Ecos callados... ¡Qué pasman!.
De los odios escondidos en candados y... En los cerro jos, rojos, ojos. La historia arruga da enmaraña, da entraña extraña.
Odi Os in brújula ni ángeles de lodo El Monólogo lírico... Palpita hué sped, estribillo, martillo, grillo.
Y la campana escucha. El agua de una lágrima infinita. Y el sonido palpa. El desfile de los años redondos. Y la roca parpadea. El diálogo cansado de un crujido.
Lo ¡Qué flota en éstos ersos... Nada. Enseña, ni escuda la vida. Del vivir la diafanidad profunda. La Diafanidad profunda. Del sufrir humano al polvo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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SOLO CAMINO
Cadenas son las penas. Como los placeres. Imborrables. En el cielo. ¡Enfermo!.
De retornos, de memorias, rueda.
Rueda, rueda de la vida. Rueda, rueda de la muerte. ¡Hermanas, siempre hermanas!.
Manantial de amargura. En la risa fácil. Laberinto. ¡Aurora fugaz!.
Humo enlagrimado y polvoriento. Herido, por el oro, incrustado. Se opaca la consciencia. Y se entristece. Solo. Encuentra lo metálico. ¡El metálico consuelo!. Lo que es, y será. Un dulce. Hielo indiferente, solitario frío.
Velo. ¡Qué mira!. Hermoso. Siendo. También. Cadena.
Y las cadenas. ¡Voluptuosas deliran!. Arrullándonos.
Es tiempo. ¡De dar!. Las agujas. ¡Al silencio!. De retirarse. Uno a uno, cada sentimiento. ¡Matar, matar nuestros fantasmas!.
¡Camino del mañana del hoy!. Solo camino, sin caminante. El camino queda solo.
Ser de la sequía. El agua de la sed. Ser de la tiniebla. El hermano de la luz. Y que Sea Solo ¡Origen y final!. Cuando deba serlo. Y ya nada, quede. ¿Lo caminarás?.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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