FUMADOR DE NUBES
Fumador.
Cuando el mar naufraga en un cerillo.
De nubes.
Lleno de susurros hechos olas.
De flamas.
¡Qué sumisas beben hielos!.
Fumador.
En la roja tempestad que muere.
De nubes.
Un aire rodando por la orilla.
Del instante destrozado de las algas.
En la aurora derretida del verano.
Una bajo las urnas y botas.
Otras, cenizas cada día.
De nubes.
Al después que sube culpable.
¡Fumador!.
Donde toda la muerte, parece olvidada,
en la vida que no existe,
en el piso que gime pies,
en el viento confundido,
en la muerte qué persiste,
Dónde toda la vida perece despreciada.
Fumador.
De los dioses hechos.
Añicos infinitas veces.
De nubes... Tan dóciles como monótonos,
los párpados,
piensan. ¡Qué piensan y sienten con cada pestaña!. En los años que pasan y pesan.
Fumador.
Entre los años reapropiados del minuto.
De nubes.
Con la identidad larga de los gestos.
Por los suelos perdidos del engaño.
Dónde... Hay vicios de muerta historia.
De nubes...
Con los ácidos consejos de las grullas,
en la calvicie de los gallos eclipsados.
Y la creación opresiva del eco de nubes.
¡Del eco en su monólogo lacónico!.
Fumador.
Del empobrecido tabaco desempleado.
Del ennegrecido bolsillo hambriento.
¡Oh, matriz sublime de lo inmediato!.
De nubes.
¡Oh, cicatriz reveladora de lo evidente!.
De nubes.
Fumador, fumador, fumador.
¡Oh, sí!.
Por las irreverentes gotas intocables,
de las propuestas irrelevantes,
en la indudable revolución del papel,
en la inservible memoria del agua.
¡Lágrimas hechas del polvo!.
¡Lágrimas vendiendo ceniza!.
De nubes... Sin húmedas familias.
De nubes... Sin énfasis desérticas.
De nubes... Sin cielos ciertos.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez