Lo retaron a jugar una partida
Y en dos o tres movidas de apertura
Se dio cuenta que la rival
Apenas si empezaba a jugar
En el tablero acucioso de la vida.
Para equilibrar esa partida
Y terminarla empatado (por lo menos)
No vio mejor salida que jugar
“a la liebre y la tortuga”.
Craso error que casi le cuesta la vida
No sabía con quién se había cuadrado
Hizo jugadas y preparó celadas
Esperando que la tortuga llegara…
Mas, ufano de sus laureles (falsos)
Se dejó invadir por el sopor de la victoria
Y en una parranda diocesana
Con Cronos, Baco y Morfeo,
Marte y Minerva, Eros y Venus…
¡Qué tal este jugador…
Armó tremendo rumbón!
La vid, la caña y la cebada
Fueron ríos ávidamente consumidos
Por dioses y mortales parranderos
Alimentando en sus entrañas los calderos
Vacíos, de otros tiempos bien habidos.
En alegrón guayabo olvidándose de su juego
Que amargo y tortuoso despertar…
Corrió como un loco al borde del tablero
La inteligente y laboriosa tortuga
Acompañada del tiempo y la sapiencia
Había completado sus jugadas y evadido las celadas.
Dos cruces encontró, porque todo
En jaque mate terminó (++).
No hubo más remedio que resignar al rey,
Dar la mano y retirarse, esperando
Que la vida le otorgue la revancha.
Moraleja:
EL QUE PECA Y REZA… PIERDE!!!
Delalma
Lunes, 30 de enero de 2012
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Poeta
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