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SÉQUITO DE PAÑOLETAS
Porque allá el cielo está rayendo, al rayo, que reía al desierto, cada raíz, absorto y acopado, opaco ópalo, bonanza y badajo, cuando alela y aviva y reprende, eso que decrece y perece.
Entre lo que habría raído al mismo viento, en aguas, sangres, arenas inocentes, como si rayese tejidos los sueños, con insomnios almendrados, sin vivir, ni lid justa, sólo áfono sonreír, barato ágrafo y barrancoso.
Aunque degüelle núbiles alientos, engargolando nieblas duras, rapaz atroz, cada tiempo infecto, como degollarían los huesos la muerte, yerta, más que eterna más que tierna dócil flama.
Donde riñó al reino la risa, condecorando infames, panteones, lápidas, plumas, agua, aire, incendios ceniza caminos zapatos gritos silencio amargo vinagre largo.
No es ajeno para la espalda, ni para el llanto del tejado, este amarillento intento, que atraviesa párpado y cabalgadura, ya que puede desnudar al hueco, que desayunan las ventanas, en la nieve incendiada del almidón, del cansancio al primer desfile, huracán con pingüinos y canguros, donde dolores duelen duelas, rauda rueda ruda ronda.
¡Si aquella orilla fuera timón!.
Me devolverían la ceguera los topos, con el pico de la noche, donde anidan los muslos del ojo, y acribillan los cristales.
Enjambres de manzanas, y serpientes bailan al corcho, dormido y empaquetado diluvio, de caimanes candados espinas espumas humo números pedazos incansables jardines tabernas muelles escaleras fusiles.
¡Celeste abismo y despeñadero empeñado empañado pañuelo!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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CRONOMÉTRICO ORATE (Polipoesía)
Tic…tac…Tic…tac… Como el oro al sol ora ahora ¡Bang!...¡Bang!...¡Boom!. Con la entereza al frente ¡Hiiic!...¡Hiiic!...¡Oink!.
Hoguera florida que no quema Quebrada/quedo/quejido. Ido caído=alarido perdido. ¡Oh!...Obeso obtuso obsceno…¡puf!.
Donde al dedo duele despeñarse. Pingüe pipiolo/plaga plañidera. ¡Pipí!... ¡Pipí!... Pi/pi/pi/pi. ¡Pío, pío, pío!... Pletórico plumífero.
Ya ni cabe en la impureza triste ¡Buaaa!... ¡Buaaa!... en el olvido de manos y espalda y en el vientre versátil vestigio vestido anhelante sin frío sin filo sin filtro sin fin y nada de que… Tan tan.
Delicada flor en el ideal hermana Tan Ligera hallo la eternidad hueco Tan Al entrecejo disperso retenido Tan En remolinos polvo y ardiente nieve.
Llamarada llamativa/lleno llevas/lluvias. Y… ¡Oh!... ¡Pácatelas!... ¡Guácala!... Porque del alma la tempestad surge Y se vuelve aliento de la epidermis Sssssh…Sssssh…(¡Ojo se arrastra!) Inclemente obscuridad víctima hora tras hora en coro eterno nadería nativa natural náusea.
¡Ópale!... ¡Hújule!...¡Pélale!. Al final creciendo vivificante reptil /rebuscado /recalcitrante. Más y… +y+y+. Baño de frescura hilo y canto en rimas/ limos /tibio y tierno tardo=tambo=tangible=tedioso.
¡Bah!... Letras comas puntos Helarte hilvanas hinchado hielo. ¡Tururú! Y + y + ¡Tururú!
Más hueco que el eco ¡Equilicuá! en el acero pendiente y balanza lapidario lápiz lardoso latoso larvado que sonoro hace inmóvil al vuelo vulgar vulgo vulnerable voluble voluptuosa culebreando cristalina tan frágil tan ligera tan dulce. La ruda rueda rueda. En los tiempos de cu-cú. Biiip…Biiip… ¡Bóitelas! Y… ¡Tan, tan!.POST DATA: Información útil:https://es.wikipedia.org/wiki/Polipoes%C3%ADay https://www.youtube.com/watch?v=acWatUhy2rU
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Poeta
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Stoffige. Empolvado (Polilingüe).
De rivier trok. De spiegel. Een eenzaamheid. De bloem in het vuur van de achtergrond. Een meer. De kleur van de hitte van het water. Haar. Bezem. Moeders. De meer intense rivier. Dubbele dag. El río tiraba. El espejo. Una soledad. La flor al fondo fuego. Un lago. Al color del calor del agua, Del cabello. Escoba. Maternal.
¡Staub, polvere, poeira, poussiére!
De muur van stof. De namiddag verlaten de wijnmakerij. In de straat. De klokken rouwen De piano in de hoek. Naar de zon. Als vluchtige zakdoek. La muralla del polvo. La tarde salía de la bodega. En la calle. Las campanas lloran. Los pianos de la esquina. Al sol. Tan fugaz pañuelo.
¡Pulver, polvere, poudre, pó, powder!.
De snor in de heup. De rivier geketend aan de kust. Een eenzaamheid weven. Andere treinen. Vliegtuigen. Met veren. De elektrische brief. Met dream. El bigote en la cadera. El río encadenado a la orilla. Una soledad tejiendo. Otros trenes. Aviones. Con plumas. La carta eléctrica con sueño.
¡Traum, sogno, sonho, rére, dream!.
De afbeelding op de achterkant. Van de spiegel. De tijd. Hij lijdt eeuwig. Oude. De reden voor de boom, stem van de herfst. Met de intieme. Nieuwste woestijn. Bergen van golven. In de grijze hand. La imagen a la espalda. Del espejo. El tiempo. Sufre eternamente. Viejo. La razón, del árbol, voz del otoño. Con el íntimo. Más nuevo desierto. Montañas de olas. En la mano gris.
¡Schlaf, sonno, sono, sommeil, sleep!
De begraven rivier. In de spiegel. De spiegel. Lake. Flor de fuego. Eenmaal. Bloemblaadjes. Stoom van stof. El río sepultado. En el espejo. El espejo. Lago. Flor de fuego. Una vez. Pétalos. ¡Vapor del polvo!.
Auteur: Joel Fortunato Reyes Pérez
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HERENCIA DEL OLVIDO (Neosurrealista)
Ahí. ¡Oh, memoria! hecha de mares e islas de sueños huracanados en ruinas de tiempo ¡Imperio!. De manecillas sin reloj.
En el último punto, donde la intencionalidad pierde énfasis, porque estaba equivocado, al ver la progresión de la variables, en los sentimientos excesivamente largos, de las afirmaciones descuidadas, más escalonadas que las olas en el centro de una burbuja, en los amores irrigados, negociados, con el mayor interés en el salario de la noche, en las cumbres de las colinas dónde la caza es menor... A pesar del intercambio de información, en la desembocadura del río, como consecuencia de los rumores que se habían extendido sobre las casas de madera anhelando recordarlos...
¡Dónde se mezclan relámpagos de seda!. ¡Dónde no importa el dolor padecido!. Por dormir púrpura, la mitad de la noche ¡Qué embellece todo lo lejano!. Y contempla calendarios perdidos.
Al borde de un bajío, una línea de pedruscos discurre, tímida, sufriendo por las miles de especies de animales y vegetales, desaparecidas las regaderas y lavabos, en las pensiones ruines más agitadas del barrio, con la ansiedad de terminar con la riqueza, y la necesidad de mantener la violencia, con sexo, y con muerte, tras muerte bajo luces giratorias , al ritmo de la música, colocando sus anuncios en las ventanas, porqué al igual que los humanos, los orangutanes almacenan grasa cuando la comida es abundante, y tienen huecos alargados de origen volcánico, que son intermitentes por el tiempo desteñido de los besos cristalinos.
¡Oh, cuántas hojas hay!. En el alfabeto de un otoño, de las lluvias acuarteladas, en la espalda relampagueante, de las pisadas entre las nubes.
Por el sonido que se produce por la vibración de los cuerpos, en los conceptos ondulatorios de las pasiones, como una luz de lámpara fugitiva, y el rubor secreto de los nardos y dardos, cuando los dos ocupan posiciones idénticas, en el medio elástico oscilatorio y armónico, con sus campos magnéticos ilusionados, con los tubos fluorescentes, con la emisión de radiaciones núbiles, porque el filamento se fabrica con tungsteno bajo el pecho, y eleva la temperatura, bajo la denominación genérica de circuito impreso, en el alma de un suspiro, que será depositado en dispositivos ligeros y sensibles, aplicando en sus extremos una corriente de amor espeso.
Ahí, donde las mentiras se amotinan banales desoladas, cayendo, heridas, por la breve e iracunda... ¡Verdad violeta del cielo!. ¡Qué de azul tejió la distancia que nunca existió. Eternamente!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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ROSADA NUBILIDAD
Entre todas las nubes que pasaron aquel año solo una se quedó bajo el lago más allá de la montaña, que la advirtió súbitamente anómala, como si fuese una especie de bruja culpable de mojar un pañuelo, con la mirada acostumbrada a oírle en el cielo gris, distinto que invadía todos los rincones imaginados en este cuento, invitando a entrar, y quedarse parado, fingiendo mentir para hacer una historia más interesante. Así ha quedado. Paralítica entre la lluvia pareciéndole falsa cualquier húmeda sequía.
Esta nube rejuvenece por la noches alimentada por los sueños que velaban los insomnios indiferentes a la gran actividad de las torpes camas ocultas en el infierno de los días hechos ametralladoras de preocupaciones obligadas a ser espectadoras. Un día... Situada en la profundidad menos superficial de sus desnudas gotas, notó sobresaltada que le faltaban sus lamentos al caer el último pétalo sobre el lago, flotando dulcemente con mucho sentimiento, y que ella, nube sin frío, apreciaba al viento más.
Ligero y ondulante, cambiante, anunciando sus íntimos mensajes, cuando alguna flor de la tarde se ocultaba tiernamente con su hermosura tentadora. Esto la mantenía alerta las primeras diez horas de la mañana, que pasan suavemente doblando los pastizales en las cuerdas doradas del sol que florece con su olor a trópico glorioso. Y...
Sin poder deshacerse todavía de su sombra impecable, al ocultar un tierno rayo de sol temeroso de la tarde armada de un asombro piadoso por la noche fría, que jamás le había regresado ninguna pesadilla como un grifo mal cerrado, vestido de aluminio ruinoso en su plástico, acostumbrado a ser comprado muy barato por los incautos de los últimos meses familiarizados con su presencia bajo el lago más allá de la montaña, sin ser la misma bruja inocente de un costado de la escoba.
Si bien, no es un símbolo, parece que el tiempo pasa lentamente para ella. Durante los ocios de algunos turistas que escuchan su leyenda, es dibujada custodiando al sueño inalcanzable con el mismo valor de una benéfica inundación tejida con veranos, en la galería de los míseros desiertos acribillados por la presión pegajosa del petróleo hecho agruras mutiladas, animando a las respuestas con enredaderas de alambres para cada uno de los poros, que se despertaran en alguna orilla de la cama transformada en acolchonados alfileres espantados por el encierro de las paredes parecidas a la montaña ya referida, y que se adelgazaba a contraluz entre los trinos de maravillosas tentaciones como una flama, luego como una llamarada, emergiendo de divina carne en la pulpa henchida de la plata enramada en las estrellas.
Si tú no puedes ni dibujarla, ni imaginarla, por tener agujeros en las esquinas, la espalda en los pies, y la cabeza metida entre la luna reflejada en el lago; No hay problema, todo es cuestión de ver detrás de la transparencia del pupitre retratado en el techo de una casa móvil al mezclarse con buenas intenciones al portar el pincel. ¡Sí, el pincel!.
Hecho con la fantasía más creadora que las cortinas del cualquier teatro de la vida copiando cien veces: ¨Soy la nube qué nadie ha pintado tan bien como hasta ahora, en este preciso temblor de voz imaginada en la esencia del silencio¨.
En este mismísimo instante, por los ojos que leen con atención profunda, y de la manera más amable este cuento que se ha contado, y qué tal vez no termine dentro del crepúsculo soñoliento, al seguir las palabras con empeño al entrar cazando a los minutos blandos.
Aunque un poco menos rosa que la flor, sigo siendo la nube más allá de la montaña, que aquel año se quedó bajo el lago.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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EL PRIMER SENTIDO
Ahí está, en la montaña más alta, corre de arriba abajo, da vuelta manteniendo el mismo propósito si lo alcanza con un gancho, todos los días que puede, de acuerdo como son las cosas, por el peso de la música, y la cama de la noche más profunda, cuando suenan los silbatos y pelean con el suelo sus zapatos.
Todo había andado tan bien desde la separación de los colores, instalados en los pesares, y el fastidio del plumaje esponjado, con el hecho de acostarse desmantelando una sobremesa, lo más alejado de la espalda desnuda.
En el cuarto de paredes ásperas, con cuadros pálidos del viejo campo, estaba su sombra con los ojos cerrados por la nueva penumbra. La noche caía y se levantaba temblorosa, húmeda y tibia. Pero esta deseaba consumirse la noche completa cansada la tarde, como un pétalo seco de la flor que se niega a que caiga de la piel, que muda el alma activa y febrilmente.
Por el primer sentido. ¡Vaya mirada!. Párpados y penetrantes pestañas. Porque un cambio, te hace querer otros. Lo pensaba y lo sabía, como si fuera un ajuste telescópico automático, donde se tiene el control de la estabilidad cambiante y continua. ¡Vaya ceguera iluminada!. Especialmente al satisfacer la curiosidad donde se transforma la realidad, como parte de una misión. Benévola, apacible, edulcorada sin desencajar.
¡Sí, a primera vista!. Como el reflejo de trascendencia pulsátil que recorre los recuerdos y los aromas, las dificultades y el desafío, al estimar el valor real, internado cientos de metros dentro de una cueva inundada mucho antes de lo que suele pensarse. Vida que cambia en un instante y se esfuma.
El primer sentido. Así es que vamos al grano apoyando y estimulando al sol para que salga, en todas las épocas fabricando infatigable las toneladas de siglos y los trenes, de nubes ovaladas y altas, con las palmas azules, flotando en el cielo separado por barreras sobreponiéndose y venciendo la timidez.
Y ya liberado de la consciencia de sí mismo, unirse al color y la forma, sentir la textura y el volumen, la perspectiva de convertirse en esta misma cosa observada, vivida desde el fondo, entre fructuoso y avenencia, amalgamados, percepción y esencia, en esa laboriosidad diligente cada vez más escasa.
Encontrarse más allá del dolor, escapando se sus limitaciones y descubrir la misma esencia bajo la piel del alma. ¡Solo frente a sí mismo!. Tanto como aquéllo que también existe bajo un grano de arena, en cada hoja que se seca, en lo que aparece incomprensible por su imposibilidad aparente.
Pues. ¿Cómo si no?. Con el pensamiento resultado lineal del tiempo del pasado al futuro en incontables presentes, fruto del recuerdo en la memoria. ¿Acaso puede alguien captar lo eterno, lo que no tiene medida más allá del espacio?. Y como hacerlo sin estar abierto, receptivo cruzando el cielo nublado del sentido primero y abarcarlo, contemplarlo, entrando y siendo consciente de ello.
Y en él. ¡Sí, en él!. El sentido primero. Porque luchando, luchando sin tregua la muerte parece ser la única salvación. ¡Vaya quimera del humo y la ceniza!. La salvación suspendida del tiempo, buscando impaciente lo que no lo tiene, por lo que al mismo deleite estruja, arrodillando a la vergüenza en un hueco quisquilloso justo autómata por él, el trueno estremecido cabizbajo escurriéndose al después presuroso en la escalera hacia el cielo castigado por los años, hendiduras grises de imágenes carniceras, entre el desencanto de la nada que se alarga tendida, y flota muy sensible a los sonidos, los olores, los gustos, de la rigidez y la indolencia echados a perder como nunca en la balanza que viaja conservando la calma de la curvatura de unos meses demasiado propensos al fastidio de los cometas extraviados.
Perdido, perdido, el sentido primero. Evadiéndolo, sin vivirlo y encontrando su realidad más íntima perdida. Y, si no, ¿cómo llegar a lo que no tiene límites, a lo inefable, al repliegue mismo del egoísmo en la concordia quejumbrosa?. Y por entre las ingratas risas apagadas, florecientes campanadas, en la espalda adormilada ascendiendo como lirios de caligrafía esmerada, en la tabla del plumaje esponjado por la misma vanidad, como la fiel postal del sueldo escaso, con las suelas de las fajas a medianoche, en la situación de los extremos fusionados en la dicha deshecha de la íntimas urgencias.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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SOCOLOR
Por Eso Entre las palabras que se pierden. Visibles los sueños vuelan, con los versos en ropa interior, con los tabacos en paños menores. ¡Sin pensar qué habrá tañido!. Lo que ninguna bufanda teje tibia. En el plato enamorar del hambre. la mesa escribe a una silla vacía.
Socolor, sólo, socolor.
Por Eso Del contemplar al ver mismo, fraternal entraña cada frase, del vivir punzante la esperanza, en el sonoro límite arbitrario, una rama las hojas pinta. El espacio y la presencia. De la espalda y adioses extendidos. ¡En lo granítico del pulso a cuestas!.
Solo, socolor, sólo.
Por Eso De lo mineral el fuego duele acuoso. Al fiel confín del simulacro grácil. Donde un aliento luce compacto viaje. Amenazando de calor al precipicio. Qur vende una tempestad de golondrinas. Al remordimiento confidente temerario. ¡Del reloj dónde se baña el tiempo tenso!. ¡Del relámpago dónde despierta el viento!.
Socolor solo, socolor sólo.
Por Eso Está el cuadro que paréntesis recorren. Porqué tañerá hueso a hueso injusto. Entre las campanas misiones nocturnas. Y dicen, por eso, y eso. ¡Aspera alterna anida!. ¡Qué tañan solo castañas!. Teñidas como están. Hogaño. ¡Que tañan año tras año ya hoy mañana!. Por atadura tierna aguda e insinuante colorida. La carnalidad concisa del mundo destruido y decolorado.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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PAVONEARSELVATIQUEZ
Insensible. Parece La pluma.¡Fácil!. Al insecto. Más Apenas. Alígeras aladas. Al desasirse flores de las cadenas. ¡Querrán causar ardor al volcán!. Al quenopodio de urdimbre seda. Aladas alígeras. Parece insensible la pluma fácil. Al replicar al repostero... ¡Sal!. Del fondo los firmantes compran.
Al contacto sublime de las espadas. Despreocupado parece al árbol seco. En las últimas. Acepciones del turismo. ¡El abismo una cumbre!. Ser sentido por legumbres cocidas. En la raíz del espejo. ¡Neutro al gris plomizo!. En la punta desnudez constando. El ácido corromper del pudoroso. En la substancia repentina. Insecto en tinta pulpo.
Más. En la base. ¿Del ciruelo qué averigua?. ¡Una cosa por otra fácil torpe!. ¡Creyendo qué cambia en el escenario!. Y al mismo sol alumbra. La butaca de los manejos terráqueos. ¡Oh, selvatiquez, cuánto pavonearse!.
Registran hasta un gas. Del viejo espectador___¡Exclusivo!. Vaya gramática___¡Del arte harto ajeno!. Por mucho del soñar pimiento. Aquéllo. ¡Qué le pidiere en balde esgrima!. Peras al olmo, fresas, al nogal. ¡De los párrafos brillan espárragos carentes!. Por la mundana irrealidad. El ocurso cursi discurre.
Separando la suavidad inmensa. ¡Al áspero pasar!. De un vaso al otro sin vaciar el propio. Entrelazando al tosco trivium. ¡Fatuo!. La frente al cielo. Pedante. La espalda lenta. Ingenuidad. La mano al duelo. Inconsutil. La espada blanda Blande insensibles las orejas el jumento. ¡Qué parece la pluma fácil al vuelo!. ¡Qué escribe sobre el agua del aire!.
Estuco. Fresco. Del paréntesis techumbre. ¡Entre las cañas la parvedad opulenta!. Y se cree libre. El Polvo Del asiento Punzante. Del asfalto. ¡Qué de pavesa somos luego!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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INTRANSITIVOS RECÍPROCOS
Por el año que no mostraban los meses adelgazados. Implacables. Al escenario escondido. Los grises párpados de hielo en agudo silencio vacilan, como una capa de noche. Al verdor que hiere. El pecho anaranjado, descubierta la tarde, se recuesta sobre la luna reflejando lagos. Con toda la respuesta radical del cuerpo. El olor en las montañas, es tan pálido que deja atristado un cielo atigrado.
Como Al pájaro igualando el canto. El sol se desteje entre las nubes en un hogar vacío, el aire yace inmóvil, el suelo oculta, el cielo, la danza de mil ausencias. Como Al estilo estimulando grácil. Sus cortos cantos fluyen, en una enorme lágrima sin fondo, ni pestañas, largas penas de escudos inválidos vuelos. Al contraste contribuyendo. Al remedio reluciente. Al simbólico sinfónico. Por el hecho que del lecho cree escapar. Donde se crean los telones ignotos. De la turba tormenta innata hogaño. ¡Recíprocos inequívocos de la inercia!.
Como Asoma la mirada el sufrimiento, acumulado en las estrellas agonizantes, preocupaciones en el mundo disponible del recinto, recio alarido indisoluble. Intransitivo. En la gota de las cortinas, que corren del sueño las corolas, en las flores mal cerradas, de las manos que desgajan. Recíprocos. Al hundirse los incógnitos pañuelos. Al torrente qué encarcela ingrato Al hilo de los lánguidos despojos Al borrar querer la memoria. ¡Congelada!.
Intransitivo. Con el espejo siniestro de la espada En la espalda implacable del desencanto Al jardín qué persevera gemas lustrales ¡Monótonos radiantes los diamantes!. Gráciles vidrieras del mirar torvo. ¡Del sueño agonizante adormilado!. Lejana la frescura glauca viña. En el fulgor de la tonada conturbada. ¡Aquí y allá, ya ya, hay demasiado!.
Por eso. Del sacro humillar a los temores. Recíproco Intransitivo. Queda todo el enjambre del hormiguero. Todo. El enjambre. Del hormiguero. Muriendo. Sombrío. Intransitivo perenne corre al dormir el sueño.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Tétrico dicterio
En la desnuda luz encubre un pliegue la impaciente obscuridad descubierta en la espalda del espejo que observa y calla.
¡Tétrico, tétrico!.
La franja de arena sangraba húmeda, de sueños aniquilados tiernamente,
entre las miles de absurdas razones, del mismo nombre informe repetido, millones de veces causando desde terremotos, manchas solares, eclipses, el dolor de las pandillas de las hormigas, acribilladas con el amor fatuo y necio, el incendio de las cuevas de caracoles,
y la extorsión de los marcianos al resistirse al robo de sus platillos... ¡Ah!. Es el tétrico dicterio.
Entre la mojada piel de una caricia, pasó cojeando una camioneta estrujada, en la mano de los secretos indiscretos, por varios cascos verditerrosos en las ubres, al descuido escamoso de las grutas sillas, de sedientas ametralladoras mortificadas, en el espacio limitado de los gusanos retrógrados, clavando las guitarras en las puertas de las casas,
entre las fauces de una inmensa lágrima salada, arrasada por el derecho del índice tiránico, cetónico con la mutua transferencia lactogénica, entretejida,
del pulgar suelto, y firme al succionarse burlón, a las muñecas esposadas, vibrantes inocencias, por el robo de cualquier aliento fermentado, al despertar los tobillos la plata fría... ¡Ah!. Es el tétrico dicterio.
¡Todo, todo, menos yo, gritaba el gigante microbio, en las venas de la basura que bordaba su lengua día a día, a cualquier hora, fenómeno demencial de letanía!. Al galope inaplazable apetecible. ¡Qué en la higuera colosal parecía un eco seco!. En la concavidad, crispada marcha, del pasado diluvio sanguinolento,
en el tacto febril de la mirada, por los nuevos ríos, y cataratas, alfombradas de mil palabras, absurdas y asalariadas. ¡Ah!. Es el tétrico dicterio.
Después de haber sido derrotado, infinitas veces, seguía causando toda serie de atrocidades, menos, el divino bien, que proviene del escritorio alado,
con todos los arpones en miniatura, maldición, en los ataúdes de manantiales vigorosos, entre todos los mensajes, y palabras, noticieras bien asalariadas, y esqueléticas, desvergüenzas, al decir del prostíbulo, disfrazado del canal vidrioso, y sordo hasta el final, del grueso intestino, de letanías del bolsillo infame.
¡Ah!. Es el tétrico dicterio.
En el encéfalo chasqueado invaginadoramente, en la prostática mirada estremecida, falsa, en los analfabetos rincones húmedos,
y las familias de los huesos inútiles, y los hogares de los afanes vanos, enganchados al acantilado, víctimas de la fúnebre catástrofe, de las carpetas, focos y cabras voladoras de plástico volátil.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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