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ENCUENTRO CON HIROSHIMA Autor: Eugen Jebeleanu Rumania 1911-1991.
Poeta rumano. Licenciado en Leyes por la Universidad de Bucharest. De la generación de escritores surgida entre ambas guerras mundiales, siendo partícipe de la liberación de la República Popular Rumana en 1944. Escribió teatro, poesía, crítica literaria y traducciones, convirtiéndose en baluarte literario contra el nazifascismo; de esta etapa datan sus libros "En la aldea de Sahía","Poemas de lucha y de paz" y "Canciones de la joven floresta". Su poesía de denuncia está compendiada en los volúmenes "Lidice", tragedia del pequeño pueblo checoeslovaco arrasado por la furia nazi, y "La sonrisa de Hiroshima", escrita a raíz de su viaje a dicha ciudad, enviado por la Sociedad de Escritores Rumanos en el décimo aniversario de la trágica fecha. Cantata contra la muerte", "Poema a Cuba" y "SigloXX" hacen parte también de su importante obra. Esta obra es versión de Manuel Serrano Pérez. Editorial Stilograf, 1965.
Encuentro con Hiroshima
a Kaoru Yasui
Tierra, tierra muda. Muda, con la piel quemada, con el cuerpo desnudo, perdón, Hiroshima ... Perdón por cada paso que golpea una herida, abre una cicatriz... Perdón por cada mirada, que -aún acariciando- duele... Perdón por cada palabra que enturbia el aire donde buscas a los niños, los pueblos de criaturas perdidos para siempre. Tumba inexistente... Viento... viento... viento... viento... Y sus voces, apenas resonando ahora, más extinguidas día a día, únicamente en el recuerdo... ¡Oh, cementerios inexistentes... inexistentes...! ¡De quererlos llorar no se les puede estrechar en los brazos, al menos una urna, una tumba tan sólo...!
¿Dónde están tus pequeños, Hiroshima? Quizás en el océano de plata impasible ... Quizás en la infinita bóveda del cielo... O, acaso, en esta misma tierra. que yo piso...
Cada paso que doy lo doy con miedo... Cada palmo de tierra esconde un catafalco... Es como si la tierra que yo piso hubiera dado un grito: -¡Madre...!
¡Oh, concédeme alas, aire de esmalte, para ser leve como tú, ganar altura, y no hollar Con mi paso alguna herida, rasgar, angelical, el cielo con mi ala...!
...Mas, desde sus mil llagas, centelleando, se me acerca Hiroshima, se acerca, se curva dulcemente y me hace señas:
-Te ruego, ven, amigo, y mira lo que fue, y lo que es, y cuenta...
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Poeta
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DONES FATIDICOS
Palma, no te enorgullezcas de superar en altura a los laureles y almendros sobre cuyas copas triunfas. La tempestad se avecina, y cuando el rayo fulgura, las frentes menos enhiestas son las que están más seguras.
No te ensoberbezcas, rosa, porque brillas y perfumas, y en el jardín y en el prado reinas, excedes y ofuscas. Esmalte y aroma en flores son signos de desventura... Manos vendrán que te arranquen o insectos que te destruyan.
Dulce planta de la selva, cantor que esponjas la pluma y abres el pico y exhalas chorros de perlas de música. No te envanezca el gorjeo, calla: los hombres lo escuchan, y trinos aprestan redes al ave que los modula.
Tierra, no envidies al astro que te calienta y fecunda, y que surgente o occiduo prodiga el oro y la púrpura. Tamaña magnificencia nace de inmensa tortura... El resplandor de un incendio ¡te vivifica y alumbra!
Cuán caro pagas, espíritu, ¡el nimbo que te circunda! Tener ingenio y renombre es tu verdadera culpa. De rencores a tu gloria es cómplice la fortuna, y pereces lapidado con montañas de imposturas.
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Poeta
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