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DEL TERRITORIO DESOLADO
La soledad Que en ella ¡Se halle sola!. Del territo__Río__Desolado.
Siente hasta los flecos, sonoros, flancos, flacos. ¡De la jornada qué quema un monte crespo!. Candados, sellados, cofres de plata. En el fin, pesadumbre, ingrávida.
Desolado se ve a cada lado. Hasta el lodo en sillas. La madreselva mínima y serena. En los cabellos inmaculado arcoiris.
Idílico despertar del lecho. (yerto) Mudanza que avanza encendiendo. ¡Los antiguos vértigos del nerviosismo!. Desolado___¡Oh!___Desolado territorio. Hasta la lengua desierto.
Desterrada el ancla del furor verdoso. Por la esbelta fuente. Por el carmín destello. Por los muchos espinos, del quebrar al mar. ¡Al decir del ayer, los siglos!. Del desolado territorio, un rito. Desolado territorio desolado.
Con el anillo en la ceniza. Peregrinaje del silencio que alumbra. Helados campanarios destilando. Hilos, canarios___Regalando mariposas. ¡Lejos del destino, en cuevas!. Del desolado territorio, insepulto, viejos sueños.
Al hacer de la nada un nudo. Hacer De La Nada, un nudo...¡En la nada nada!.
Al Caer ¡Las palabras rompiéndose!. En Busca Del Trueno abierto, truenan letras y palabras. La pobre tinta sola, pálida desaparece. Al Caer ¡La tarde bajo la noche!. Nocturno el suelo.
Y Es... Doblada, la metamorfosis en la niebla. Como... ¡La ofrenda demacrada!. En Las Maletas. ¡De las esfinges!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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RAMILLETE INGRATO
Dices. Gritas. Cantas. ¡Con el ramillete ingrato!. Cualquiera ha sido el culpable. Cualquiera aunque no quiera, ni lo sea, ni siquiera lo sepa. Si voy de aquí, hasta nuestros días, ya no quiero verdaderas joyas, solo más oír, menos ausencias, de la voz toda una regia mansión, fuente de voz que suena a eco, donde sublime resplandece lo que ya falta, ya sereno, ya esbelta linfa, como así de confesor, ramas bellas derramando cielos, si se escapa de la suave ternura el poder de arrepentirse. Nada hallo fuera del clarín estridente, en que se afirme tumulto de galeras labrado nada de humano nada de ilusiones y la proa resulta hueca la gruta insulto acuático si ésta cárcel es de caracoles profundas delicias por otra resignada insolación aislada, al fin fragante primavera muerta al fin temprano polvo encorvado en cada vacío, cada nido, cada estéril brasa, por lo que acabaremos. De hundir, los puentes en los techos de los lechos.
¡Oh triste soledad!. En su cuadrante, por lo mucho que se tiene, y la del engaño de creerse fulgurante escarlata, entre la fortuna ingrata, en humana compañía, caminante, golondrina de oficina, moviéndose y tomando chocolate, que del mirar se advierte, entre espejos, desconocido ermitaño, el viejo Cronos en su trono.
Por el destronado ingrato ramillete, de relojes egoístas y paredes necias. Lo que ha ido muriendo poco a poco se olvida por el suelo, hasta llegar el día que la historia repita vena a vena cada arteria cada hueso, cada sudorosa lágrima en que los reflejos salten de espejo a espejo, como extraños a sí mismos y descubran que ya no vivían, ni las ideas radicales, ni los ramilletes temporales. ¡En el cementerio de los espejos!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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