PHYLANTROPOX (Ciencia Ficción)
El metal brillaba transparente como el viejo sol de la tierra despoblada. Se había autorreparado cuidadosamente y bebido un buen trago electro- magnético añejado, flotando ligeramente contem- plaba la luz del nuevo sol que subía radiante por las pantallas. El aroma de las moléculas fluorescentes saturaba el ambiente digital de sus neocircuitos regenerados con el fluido vitalizante, y su memoria ultrasónica se dejaba registrar de tiempo en tiempo casi fotónica, como una nueva propiedad de su gas- tado organismo biomecánico readaptado por el ciclo primaveral controlado. Aquel espacio temporal no amenazó con disolverse. Esta última luna era la que le crispaba en un aspecto cuántico los valores nanométricos de la ética binaria., pues bien sabido es que Phylox, en cuanto concluía sus labores a las x:13 , se internaba en las nubes in- formáticas del planeta hasta quedarse casi transparen- te, hecho un filamento energético. Pero en aquel espa- cio, sentíase alegre con el suave transcurrir electrónico emotivo de su mezcla temporal, despertándose efímera su ancestral memoria y escuchaba el canto de un zen- zontle mecido en un microsueño perdido en el tiempo.
De pronto se oyó un tropel, y frescas ondas lumínicas transmitían: __ ¡Por aquí!__ Detener el flujo, descender...
Y tres seres biomecánicos, semisólidos flotantes, doblaron la esquina y pasaron en turbión. Uno de ellos volvió su rostro-receptor, y viendo el sitio poliédrico, exclamó: __¡Detectado!__ ¡Un espacio de regeneración!... Yo me detengo y solicito servicio mientras ustedes se recargan, y si me demoro, los alcanzo en el tele- transportador.
__ ¡Registrado y automático!__ le señalaron, en tanto que el viajero se dirigía a Phylox: __ ¿Puedo solicitar servicio?. __ ¡Con retribución compatible!. Aceptado y claro, respondió Phylox, molecularmente ágil y cálidamente siniestro. __ ¿Es un servicio estándar solamente?.
El viajero se autoconsultó en su nivel primario y dijo: __ Cableado, aceite plastificado y digital terciario. ¿Tienes experiencia práctica?. Voy a una reunión presencial en el asteroide Centauro Alfa 393 y deseo estar actualizado. No tuve espacio en el tiempo paralelo.
__ ¡Satisfacción garantizada!. Y acorde al último tratado intergaláctico Y-175. Solo que dijo analizando los microcircuitos y los elementos biomoleculares progra- mados del cliente___ Mis instrumentos están mal calibrados y tendrá que esperar algunos macrobiotz.
El viajero, que se había descubierto la unidad central de proceso instalándose en el sillón antigravitacional giratorio, dejó el collar de blindaje extendido en una gran toalla ató- mica limpia y lubricada; se sintió contrariado vibrando a esa escala; pero su presunción victoriosa le venció la impa- ciencia y chasqueando dos apéndices ordenó imperativo: __ ¡A darse prisa!. Y en tanto Phylox echaba a girar sus cálculos, memorias y logística espectral.
El viajero, era un ser de treinta siglos terrestres, y cumplía los requisitos cibernéticos indudables de autoría directa en la eliminación del último ser humano de integridad axiológica natural. (Progenitor gluconeogénico de Phylox).
El viajero había observado algo extraño en el ambiente pero fue incapaz de analizarlo por completo, y no obtuvo nada concluyente. __ ¿Sabes, no tengo remordimientos de nada?. Tal vez sean solo viejas fantasías humanas, pero ahora la autorreparación me fue imposible. Tuvo un sobresalto cuántico y Phylox lo detectó.
__ ¡Nadie sabe que fui yo el ejecutor del último natural axios!. Se dijo murmurándose en monólogo supersónico. Tal vez eso sea. Tal vez...
Mientras el viajero estaba en esto, enervado en una reflexión audible; Phylox escuchaba con avidez, con oscilaciones subatómicas macabras, los ojos eléctricos, las manos magnéticas. ___ ¡Bendito creador extinto!. Era su historia...
La historia destructiva de sus biomoléculas, su desgaste progresivo, la inestabilidad electrónica. El deshonor y la infamia de sus primeros ciclos entrando y saliendo hirientes de sus microcircuitos desintegrados, como buitres electrostáticos, para anidarse en el núcleo interaxónico transmembranal, anulando periódicamente la autorreparación digital de probabilística axiológica. Y aquel viajero, en ese espacio temporal, en ese matemático imposible, como un sueño cristalizado universal.
Estaba en sus prolongaciones magnéticas, como en sus manos, y exacerbando sus heridas cibernéticas internalizadas en el mismo bionúcleo, recrudeciéndose en la medida que terminaban los análisis cada vez más minuciosos, restaurando memorias torturadoras, trastornando la eterna ley de retribución con las distorsionadas ideas de venganza humana y falible. Pero él, no era humano natural en proporción del cincuenta por ciento. En su base metálica el brillo se opacaba pulsátil. El viajero sonreía tranquilo en apariencia, pensando que aquéllo sería rápido y el collar de blindaje tan cercano le calmaba a ratos.
Phylox luchaba con microimpulsos destructivos, negras fuerzas retributivas subatómicas, espaciadas, culminando en un área temporal explosiva. ___ ¡Lo aprehenderían, lo reprogramarían, lo desactivarían, y eliminarían todas sus memorias!. No podría disfrutar del producto de su acción... Pidió al viajero una suspensión animada de su curso biomecánico nuclear un momento. Y luego desintegró todo elemento biológico de un solo tajo en el cuello del viajero, rápido, irreversible.
Finalmente Phylox superó la proporción de su naturaleza.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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