¡¡¡Dame un beso amada mía Tan embelesado y dulce, Plagado de caricias amorosas, Hasta hacerlo pétreo Como el de Rodín, O como los besos de mi alma!!!
Llévame en el aire, por los cielos Envuelto en los fragancias de tu cuerpo, En el delicado aroma de tu boca Que hizo de esa fruta tan jugosa, El más delicado y sutil vino... Del cual jamás había probado.
¿Cómo sería poseer hasta tu alma, Ser el dueño de tus sueños, de tu piel, De tus ojos incendiarios, De tu boca, fruto y miel Que deseo cada noche En urgidos pulsos del amor?
Yo quisiera esculpir, En el fino mármol de Carrara, Las etéreas formas de tu cuerpo Para que perdures en el tiempo, Sin perder la frescura de tu rostro Ni el brillo de tus almendrados ojos.
Tímidos y tibios tus lozanos senos Tersos como pétalos de rosas Serían inmortalizados en la roca, Admirados por la eternidad En la plenitud de su belleza En cantos de hadas y odas de poetas
¿Te acuerdas de aquel venturoso día, Cuando ya la tarde se iba Te pregunté amor, si me querías? Tú sin pensarlo dos veces Suspirando, mirándome enamorada Dijiste que: ¡Estabas loquita por mí!
Desde entonces yo, ya no fui yo, Porque mi alma desde mi pecho voló, Para enredarse en tu cuerpo Y con sus alas te arropó. Un beso en la mejilla te di, Y un brillo de felicidad, en tus ojos yo vi.
Se encabritaron tus muslos, Al sentir mis manos en desespero, Blancas palomas fueron tus senos sobre el color de tu piel panela, Mis ojos eran como amapolas abiertas, Encandilados con el candor de tus secretos.
Como siempre Ya me va siendo costumbre, Que solo las magnolias Me despidan al salir.
Caminar por el jardín Y tirar alguna rosa marchita, Señal inequívoca también De que el amor se está marchitando.
¿Dónde están los gitanos aquellos Que nos auguraron un eterno amor? ¡Que al compás de violines y guitarras Cantaron, danzaron y de fiesta nos llenaron!
Son diez años apenas… Cuales si fueran diez días para mí. Ya no tengo quién me prepare el café Al levantarme, tú sigues durmiendo.
Ya es primavera, sin embargo, Las violetas y jazmines no sonríen más, Siento llegar el frío del adiós En las blancas sonrisas de los nenúfares.
Me levanté temprano, no quise molestarte, Pero te he dejado flores frescas Para que te hablen de mi.
Ojalá te alegren la mañana Gardenias y azucenas, Que corté hoy, Para ti.
Tal vez como antes, ahora también, Tengamos que dejar el amor ahogarse, Una vez más debemos separarnos, Porque nada feliz fue nuestro encuentro.
Sin embargo el amor, presente siempre Estuvo, cuando conversamos, cuando Nos reímos, cuando nos miramos y Cuando nos tocamos... nos estremecimos.
Entre nosotros no hay final ni olvido; Sin reconciliarnos, otra vez nos alejamos. Pero me queda la alegría de haber puesto El brillo del amor en tus ojos, nuevamente.
En tus labios rojos pecadores, mis sueños Aprendieron a volar, Y sus alas alzaron al viento, A que los llevara por éste mundo incierto.
Entre primavera y primavera Solo hojas verdes Y flores de lozanos pétalos, ellos, En llovizna diurna solían acercarse a acariciar.
Y volaron cuan alto y lejos los llevara el viento, Todo aquello que pudieron, Vieron y tocaron, Mas nada extranjero para sí guardaron.
Verdes océanos cruzaron divisando en su larga Travesía, a sirenas y tritones, Quienes en alegre vergel de risas y canciones, Disfrutaban de su ignota vida.
Ascendieron a los azules cielos, más allá de las Más altas montañas de la tierra Y, oh… sorpresa…!!! Pudieron mis sueños ver Y oír cantar a Dios…!!!
Ardorosas melodías se esparcían por el cielo, en Cadenciosas notas envolvían el espacio Su voz como una espada, Cortaba las maldades de los corazones.
El Dios de los cantares celestiales Ensayaba una obra con seres de luz espiritual, Fue hermoso escuchar a éste gran señor Del cielo: Dimash Kudaibergen.
¡Cómo quisiera que estuvieras conmigo… Para volver a ese nacimiento de agua, al pie De la montaña, donde pájaros en alegre vergel, Odas al amor trinan, del alba al atardecer!
Tu cuerpo impregnado de olor a montaña, A hierbas del campo y flores silvestres, Con tu vestido floreado y tu dulce sonrisa, eran Propicios para que te rondaran los pajarillos.
Con tu exótica belleza la naturaleza palidecía, Tus ojos verdes, tu piel blanca, tus labios rojos Tu pelo negro; lucias un cromatismo raro que Empequeñecía la pradera, las flores y la noche.
Y te amé con ese amor infinito que te lleva a Conocer la luz del cielo y la hoguera del infierno, Más allá de todo poder y de la razón que, ser Prudente en el amor aconsejaba.
Yo me quedé soñando extasiado con tu efluvio, Sin darme cuenta que te ibas desdibujando, Diluyendo en el tiempo, en la espera de vivir Juntos, lo que tanto querías y nunca llegó.
Delalma 16/08/2020
Volver al romanticismo luego de muchas lunas pasadas.
A veces me pregunto Si tú sentirás la tarde tal como la siento yo Reclinando sus alas, envolviendo al viento Con ese olor a verde que desde la sabana trae.
Mas mi sino me vuelca a la mar Al espejismo azul, entre sirenas y caracolas A esas crispadas olas prestas a devorar todo Para volver olvido lo vivido.
Mi amor marinero se quedó dormido Bogando en una gabarra, acariciando la brisa Con la intemperancia del tiempo Entre el ocaso y las alas de las mariposas.
Cierra los ojos, aguza el olfato, extiende las manos y toca La textura y el olor de esta tarde Encuentra los misterios allí encerrados Tal vez, digo, tal vez… me encuentres a mí.
Cuando el amor es eterno Nada ni nadie lo puede borrar Porque… si se arranca de la cabeza ¡se te queda en el corazón! Y si se arranca del corazón El amor… queda en el aire.. En el tiempo En los sueños... En lágrimas furtivas. En la luz del espíritu Que a otros A de iluminar.