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Sempre levei uma vida de história em quadrinho: às vezes sou o bandido, às vezes sou o mocinho.
Muitas vezes passo escondido, fugindo da malvada realidade. Ela vem com sua voracidade tentando destruir meus sonhos.
Mas sou um poeta destemido e não me entrego facilmente... Imponho um duelo diferente:
Já que ela quer duelar comigo, deixo ela de castigo, e procuro ficar ausente.
A.J. Cardiais 25.01.2011
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Poeta
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Para Rosa Baena. Corregido en el foro Metáforas de Diana Gioia (c) María Teresa Inés Aláez García. Mayte Aláez. Mtiag. Pernelle.
Duelo.
Estamos contigo. La luz, en nosotros, despunta del alma, surgida por ti.
Tu voz no enmudece pensada en el sueño; añora, anhelante, la vida feliz.
Deseos de dulce, fugaz travesía. El aire se cierra rindiéndose, al fin.
Sentidos abrazos, amores sublimes venciendo el temor al otro existir.
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Poeta
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Toda mi vida ha sido más fácil Por la presencia de tu sonrisa Los muchos años pasados en tu caliente abrazo Atraído consuelo a mis más profundas angustias Dondequiera que estuviste Mis pensamientos estuvieron siempre con voz
Y ahora las ceremonias han llegado a su fin Los amigos y los familiares han regresado a sus hogares Me encuentro solo en nuestra alcoba Solo yo Y mis memorias de ti Dentro de estas paredes oigo tu voz Y cuando paso por estos cuartos vacio Tu fragancia familiar Despierta memorias intima de ti
Me pregunto cómo soportare! Cómo sobreviviré con solamente mis memorias Anheló ver la sonrisa sobre tu cara Esos cálidos abrazos que libremente me dabas La manera en que tú te movías Mientras viajabas por tu día
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Poeta
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Ebria mortalidad
Porque la muerte lloró sus lágrimas, viviendo en un mar seco, viendo lo que de sí, no recordaba, el corazón del viento, el latido del sueño. Una muerte que moría sola. Y en su duelo se dolía. De su duelo con la vida. De su suelo entre los cielos. De su cielo entre los duelos...
Y moría sola su muerte. Ebria Mortalidad Ebria Mortalidad.
Por la sobria ebriedad de una uva del vino que fue llegando al irse antes del pasado escondido en el futuro perdido en la ignorancia de la sombra. ¡Que sobra sobria sobre sables!. ¡Que ciega la luz inclemente!. ¡Que al trasluz ciega y siente!. ¡Que ablando en la dureza callado!. ¡Que no dura en la duda dudando!.
Sí, sí... En la ebria mortalidad ebria. Porque también sobra sobria sombreada. Como cierta y dudosamente falsa. Acierta, atiranta, atiesa y atigra. Con tan poca luz como abundante... Es La Inmensa Pequeñez Ebria mortalidad ebria.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Sempre levei uma vida de história em quadrinho: às vezes sou bandido, às vezes sou mocinho.
Muitas vezes passo escondido, fugindo da malvada realidade. Ela vem com sua voracidade, tentando destruir meus sonhos.
Mas sou um poeta destemido e não me entrego facilmente... Imponho um duelo diferente:
Realidade, se queres duelar comigo, vou deixa-te de castigo, ficando sempre ausente.
A.J. Cardiais imagem: google
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Poeta
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Diálogos públicos
Vvoz húmeda de lágrimas secas. Vvoz apagada de humildes llantos. Eeran remordimiento. Aamargura en la nada.
Een la desnuda nada. Uuna ternura sola. Aangustia cansada. Vvoz perdida del olvido.
Mmuro de inocencias. Ssed y piedad. Bbebiendo de sombras un tumulto. Ccongoja infinita de negaciones.
Desprovista de porquéss. Rendido con siniestra sangree. En el alma inconcebiblee. La voz florecía sin dueloo.
Voz del nadiee. Espíritu vacíoo. Mostrando hundidas limosnass. Fantasmas, confianza y silencioss.
Uun hubiese que no fue. Vvoz del hoy indefenso. Bbotín de lápidas calladas. Iindefensos, Sin amparo, Engañados.
Del terror enfermo cada huesoo. Con lenguas paralíticass. Sueños pudriéndose azuladoss. Lados y desolados. ¡Más desalados que nuncaa!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Mártires macabros
Inundado de almas se haya ahora el cielo. Sobreviviente de una tarántula palomilla. Frustrada del conocer la humana indiferencia. ¡Del huevo por el nido... Y la escama del reino!.
¡Mártires, Mártires, Mártires!.
Inundado de fracasos quedó el crepúsculo. Sumergido de absurdos pulpos lacustres. ¡Humedecida región del egoísmo nuevo!. Del prolongado alfiler y el seco tulipán.
¡Mártires macabros, Mártires macabros!.
Derramados quedaron los escarabajos. Virginales orfandades deshojadas auroras. ¡Conmovidas hostias y frágiles cordeles!. Por el anochecer de enredaderas cohibido.
¡Mártires, Mártires, Mártires!.
Derramados nadaron los rencores heridos. Lamentos obsesionados molinos leñosos. Convertidas migajas y laberintos hostiles. ¡Por el padecer encubierto de duelos!.
¡Mártires macabros, Mártires macabros!.
Devorados los nombres al ritmo de hielo. Peligrosa tortura de reclamos inclementes. Danzaron terribles posesos y pesares. Entre las respuestas de bestias mañanas.
¡Mártires, Mártires, Mártires!.
Devorados los nobles abismos etéreos. Dejaron candiles de muros asombrosos. Enfangados incansables desastre y orgía. Entre las agonías furibundas del rebaño.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Aprendí el lenguaje del helecho,
tartamudo verde de palabras largas,
con su penumbra tibia,
acogedor portero de mi casa
Se arrimaba al sol sin prepotencias
Me saludaba a diario, confidente,
comprendía mis treguas simplemente
Aprendí el lenguaje del helecho,
disfruté su tersura de serrucho,
en sus raíces compactas
descubrí su corazón frutoso
Aprendí el lenguaje del helecho
y sé que él supo del mío,
de mis desorientadas mañanas,
de los cobradores y sus palabras raras
Por eso lloré cuando el actuario
desparramó su cuna colgante
en el lote humillante del embargo
Lo ví aletear en treinta y cinco espacios
Lo ví despedirse del portal, sin acusarme,
comprendiendo mi desnudez escriturada
Helecho marginado del sol hasta el remate,
llegando triste, amarillo y amputado,
para que alguien, por dos centavos,
procediera a borrarlo de inventarios
Nunca más he podido
conversar con los helechos
Desde que falleció mi amigo,
por solemne hipoteca ejecutado.
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Poeta
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Dos hidalgos caballeros de linaje ancestral, poetas, cantores… ¡artistas! enfrentados por la falacia de una cualquiera. Frente a frente se atraviesan el alma con miradas de acero el silencio adyacente presagia desgracia. Ella no ama a ninguno, pero es la culpable. Desafiados, más por el intachable honor, que por amor; en una mano llevan el coraje y la dignidad… y en la otra la espada. En ésta contienda tal vez, ambos mueran; llegan vestidos de gala como para un funeral, han llevado padrinos a presenciar la querella… rituales románticos de tiempos aquellos. Ella, con abulia insolente contempla a los hombres, vestida de fiesta presente en la escena su palmario escote manifiesta quién es… y de dónde viene, cualquiera sea el vencedor, con él, irá a celebrar. Trae puestos sus mejores atuendos blusa blanca de fina seda, toda de encajes orlada, un faldón vaporoso con hilos de plata tramada, insuflada por el almidonado blanco lino de sus enaguas. Quema el ambiente, más, el frío se siente… las miradas hirientes, como rayos se cruzan… ¡Aparecen silbando las hojas de acero, surcando los aires… en diestros lanzamientos serpentean buscando la carne! El acero, a rojo vivo forjado, deslumbra con los rayos del sol crujir de espadas y golpes de tazas... van abriendo heridas, pero ninguna es fatal ataque y defensa, exhaustos, no miran por donde van. Enervados los hombres intentan un último golpe, un último esfuerzo para dilucidar, ¡Se lanzan con furia, el uno con otro golpean sus pechos la estocada implacable, penetra la carne!… Se estrellan las guardas y con violencia a su destino llega el acero, desviado, ¡certero!… atraviesan el pecho de la infame presente, que esperaba impaciente por el vencedor. A su vanidad, le faltaba colmarse de alhajas. Quedan engastadas en las cazoletas, joyas piedras preciosas decoradas de negro y oro, una le atraviesa el pecho y la otra el corazón. Delalma Sábado, 08 de mayo de 2010
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Poeta
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