RECOVECOS
Por
El
Insomnio
¡Qué vive!
Fuera del valle... Recov...Ecos
Dónde
El lápiz a la mano escribe
Todo lo que hubo fosforescido
Del papel en la sombra blanco
De los que nada fosforescerán ya más... Ni llamas.
Del olvido contundente
Arden veinte escándalos viviendo...¡Recovecos!
¿Llamas, llamas acaso al fuego, más ya?
Por la luminosa seducción del eco
Dónde
Llamas fueron de lo que fosforesció y murió
¡Entre la más abundante injusticia!
Del encarcelamiento sin fronteras del eco
Miles, miles, hieles, hieles, recovecos infinitos
¡Resonantes!
Al breve febril trecho
El inquieto fuerte libro... La voz anaranjada
La espina germina... Del culpable letal fugacidad
¡Más allá de la mirada!... Miriadas de inocencias
El párpado no otro es...¡Más allá de la mirada!
Y por lo que agradeciese del desagrado
¡La siembra de seca sangre!... Ecos, recovecos
Entre
La pestaña del apoyo
Entre
La ofrenda lucidez del cautiverio
El cauterio escribe con sus pasos
Para beber del abismo el árbol
De la fuga mansa un lago... ¡Sangre, sangre, ecos!
Recovecos... ¡Qué recoge al corazón la tierra!
Como si todo lo sangrado hubiere agradecido sagrado... El mismo abismo en cada latido
Por los nómadas tejado dulce
Ágata desciende al fondo
Al peso penetrante del ramaje
¡En la noche que transmuta!...Cualquier aurora,
sólo fúnebre la retina huele y duele, impotente.
Al olvido del papel de la justicia hecha añicos
Anegada en el semblante qué anubla todo cielo
¡Cuando la ansiedad aflige, y deseca!
Al extremo de los portales... Recovecos infames
En aquél regazo al rincón inerme, inerte, agudo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez