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AL UNÍSONO VERSÁTIL
Nunca vengo, y ahora el cielo, extrañarme dice un sueño, no recuerdo ni mis pies, y sólo, el viento canta.
Acaparad la calma. Acabarla alarma. ¡Agasajad la paz! Al alma ablanda.
Nada sé. Me fui con mi pelo. Dando al agua mi sed. ¡Ella sola se humedece!. Mi traje de invierno espera.
Las alacranadas abrasan, acalambran agarbanzadas. Abarcarlas abarranca. Agarrarlas agarrafa.
Soy el mismo, no tengo dudas, las fabrico con el destino. ¡Que muere y continúa viviendo! En la mesa, la silla y la cuchara.
Alada alaba al alba. La abrava la abraza La aclama la aclara. Alargarla ala al alma.
En tanto la lluvia me viste, en pocos segundos amarillo, el sol la piel acaricia. Y estos ojos ven poco.
Adapta al alma. ¡Aclamad la calma!. Clama acatarla. ¡Al afamar la paz!.
Esperando la ventana mira, los zapatos descalzos con hambre, sueñan cada vez caminos, con el mar en cada labio.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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"CONSUMÍ EN LA DOCTRINA"... Soneto Autor: Diego de Torres y Villarroel. España (Salamanca) 1694=1770
Consumí en la doctrina y agudeza de los libros gran parte de mi vida, y he quedado peor: que está tupida de ajenos desatinos mi cabeza. Buscaba en los doctores mi rudeza de cierta duda la mejor salida, y halló mil opiniones sin medida. pues uno el sí, y el otro el no, me reza. Más necio vengo a ser, más imprudente; la razón natural está más ruda, pues ya por sí no asiente ni consiente. Antes pudo opinar: ya quedó muda. ¿Quién dirá la verdad? Dios solamente. Y yo ¿qué haré? Morirme con la duda.
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Poeta
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Tras nuestra despedida, (aplazada una vez más) como anhelada redención conciliatoria y hasta feliz al menos de mi parte, hicimos el amor.
Casi al final, mío, empezaste a llorar en silencio. Lloraste por tu cuenta como a veces. Lloraste sobriamente como nunca. Te pregunté el porqué y me dijiste algo referente al amor a salvo.
No me dijiste la verdad y no sé hasta hoy si lloraste por ya no amarme o porque me engañaste con alguien más y te remordía. Si te arrepentiste de no irte por lástima de mí, de los dos o de no irte. O si no sabías lo que querías, o todo junto.
Lo que sí sé, es que no lloraste por amor a salvo, ya que poco tiempo después nuestros años de convivencia se partieron en dos como una foto nuestra y sin más tema nos despedimos para siempre.
Pero con miras de hasta el fin de mis días, me persigue la incógnita de aquel llanto que aún sin saber su motivo me convenció que tu entereza de ‘pareja indestructible’ renunció por algo que jamás me revelaste.
Y eso es lo que me tiene mal; perder sí, pero sabiendo el motivo de aquel llanto cuyo mistero tiene la clave de quién fui y soy ante tus ojos y se me antoja que a los ojos del mundo. Si descifrara tu impulso podría subsanar mi error, pienso, porque no puedo andar por la vida fallando de ese modo.
Pero por compasión, temor a más prórroga, simple desinterés o lo que demonio sea, no me ayudaste y me hiciste más daño todavía.
Sé que en alguna de mis conjeturas y en aquel llanto tuyo está el secreto de nuestro fin y a no ser ya de tu boca, únicamente la intuición de otra mujer, imparcial si es posible, tendría, creo, la condición de esclarecer ese misterio que a veces me ahonda buscando mi propia vertiente y la halla y la libera y no sé si mi lágrima tiene razón de ser.
Mientras, aquel triste enigma tuyo seguirá manando de mi congoja y yo reflexionando sobre lo que no entendí de nosotros en tu desamor; aquel llanto que hoy me importa más que vos.
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Poeta
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Disponiéndome a tomar mis alimentos Viene a mi mente tu recuerdo, tu voz, Hombre sin rostro, un total desconocido Que ah provocado gran emoción a mi corazón Logrando acelerarlo peligrando salga de su lugar.
Pienso: ¿debería huir? ¿Que hacer cuando el corazón puede mas que la razón?
Dios sabe cuanta desestabilizad ha transcurrido En estos días, pero agradezco a El, permitirme vivir Esta experiencia tan hermosa, se que hay mucho que Aprender de ella.
Temo al futuro incierto a no poder separarte ya más De mi mente y de mi corazón, y duele ello. De pronto una carga de culpa por sentir Es un capitulo que desconozco y temo, Esta historia la escribiéremos tú y yo día a día.
¿Qué misterios nos deparara la vida?
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Poeta
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Porque el destino se empeña en hacerme Soñar así, y despertar de repente Porque amar imposibles, solo soñar Eso no es justo, porque la distancia Porque te siento, parte de mí.
Porque, porque me pregunto Desde que te conocí, Se ah empeñado el destino ponernos de frente Como huir si no lo deseo.
Porque duele dejarte Porque no siento el tiempo pasar Porque necesito estar contigo Porque solo en ti pienso.
Quien podría responder Porque siento ganas de llorar al saber Que me necesito ir Que no se si volveré a encontrarte.
Porque si tan solo tenemos días De conocernos y siento que te conozco De toda la vida. Porque siento querer como te estoy queriendo Si desconozco tanto de ti.
Ah corazón ingrato Porque me juegas esto No creo poder seguir Apoco se podrá vivir de ilusiones? No creo poder yo.
Solo quiero que sepas hoy que esto Es solo nuestro Y aunque breve es lo mejor de la vida Saber que por un momento me sentí Arrebatada al cielo.
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Poeta
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Tú que piensas que no creo cuando argüimos los dos, no imaginas mi deseo, mi sed, mi hambre de Dios;
ni has escuchado mi grito desesperante, que puebla la entraña de la tiniebla invocando al Infinito; ni ves a mi pensamiento, que empañado en producir ideal, suele sufrir torturas de alumbramiento.
Si mi espíritu infecundo tu fertilidad tuviese, forjado ya un cielo hubiese para completar su mundo.
Pero di, qué esfuerzo cabe en un alma sin bandera que lleva por dondequiera tu torturador ¡quién sabe!;
que vive ayuna de fe y, con tenaz heroísmo, va pidiendo a cada abismo y a cada noche un ¿por qué?
De todas suertes, me escuda mi sed de investigación, mi ansia de Dios, honda y muda; y hay más amor en mi duda que en tu tibia afirmación.
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Poeta
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(Para José I. Bandera)
Yo tuve un ideal, ¿en dónde se halla? Albergué una virtud, ¿por qué se ha ido? Fui templado, ¿do está mi recia malla? ¿En qué campo sangriento de batalla me dejaron así, triste y vencido?
¡Oh, Progreso, eres luz! ¿Por qué no llena tu fulgor mi conciencia? Tengo miedo a la duda terrible que envenena, y que miras rodar sobre la arena ¡y, cual hosca vestal, bajas el dedo!
¡Oh, siglo decadente, que te jactas de poseer la verdad!, tú que haces gala de que con Dios, y con la muerte pactas, devuélveme mi fe, yo soy un Chactas que acaricia el cadáver de su Atala...
Amaba y me decías: <analiza>, y murió mi pasión; luchaba fiero con Jesús por coraza, triza a triza, el filo penetrante de tu acero.
¡Tengo sed de saber y no me enseñas; tengo sed de avanzar y no me ayudas; tengo sed de creer y me despeñas en el mar de teorías en que sueñas hallar las soluciones de tus dudas!
Y caigo, bien lo ves, y ya no puedo batallar sin amor, sin fe serena que ilumine mi ruta, y tengo miedo... ¡Acógeme, por Dios! Levanta el dedo, vestal, ¡que no me maten en la arena!
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Poeta
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