Para qué ser otro si mi corazón te sigue amando En mis noches ávidas de amor y de ternura con un cariño que no termina nunca Aunque el lago de mí amor, ahora sea, un secano lacrimoso.
Inhumano tu amor queda en mí alma Encerrado en la capilla del destino Donde lúgubre marcha el desatino Por haberte amado como mía, cuando tú, ya eras ajena.
Pero tú no dijiste la verdad, eso te condena Sin embargo yo también arrastro la cadena de tu pena… Porque queriendo o no, nunca pude decir… ¡no! Y te erigiste como reina, en la miseria de tus melados besos.
Piensa en la belleza, eso es un azar Y la juventud sólo son lágrimas… Escurriendo lentamente por las manos Bañadas de angustia y soledad, en las noches plañideras.
No hallarás cobija que te oculte de mis pensamientos Ni calor humano más ardiente que el mío Porque yo no hallo brebaje para olvidarte Ni ardor que no desee más que el tuyo.