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El descuento perdido ( Anticuento Dadaísta )
Era la tercera vez que decían lo mismo, de una forma tan diferente, que casi todos, dudaban que fuera un engaño, planeado falsamente con mentiras verdaderas. Contaban la historia conmovedora, y de un modo seductor, después de un amplio resumen de las vagas circunstancias; Las palabras fueron fuertes, claras, aunque no dejaron de ser contradictorias, lo que finalmente fue de la menor importancia.
Sucedió a un hombre que escribió su vida, abarcándola toda de una ojeada, con los detalles pequeños más lejanos en vastos espacios, y grandes masas que no permitieron olvidarse de los objetos indiferentes, y giraron en torno a los acontecimientos, con todas las formas, y matices que un lector pueda imaginar. Afortunadamente no hubo ningún distraído, ni mucho menos cuidadoso, como parece ser lo más común, y corriente en las épocas que vivimos, más allá de las ventanas de la propia casa, y a pesar de los numerosos acompañantes empaquetados en trajes oficiales. Por otra parte, suponiendo que ésto fuera así, todo quedaría explicado, y averiguado en la totalidad del individuo que nunca existió, y en la forma particular de su esencia interior, quedar reducido a un simple caso de confusa abstracción, y de manera inmediata unilateralmente representada. A esto hay que agregar, que cada uno entiende las cosas según su criterio, aunque nadie creyó tener la razón absoluta, así que todos lo aceptaron sin discutir, es más ni siquiera intentaron entenderlo a medias, y dentro de la fuerza que palpita en su vegetales sonrisas como agujas magnéticas.
El escrito al perderse solo dejó en la memoria, una especie de tema de la vida, donde se describe a diario lo que la muerte niega, una verdad a medias dicha en las sombras. Y terminaba diciendo: Por eso he escrito los sueños que no soñaré nunca, ni recordaré los olvidos que no han llegado, ni dejaré visible la pesantez o la electricidad de las emociones.
En sus últimos días escribió un metro de letras donde las palabras ayunaron del primer sonido caminando bajo el suelo, arriba de la mesa, entregado a la inspiración de su corta vida con el perfume de sus pasos de terciopelo.
Esta sección es quizás la más adecuada para colocar las rodillas entre las alas de su pluma que espera ser leída cuando se encuentre nuevamente la cuarta vez, para repetirlo entre los fragantes arbustos de las hojas perennes, con la veneración por el olvido forzado. Así, que descontado está el contarlo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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DESPEDIDAS
Tus hojas corren de árbol en árbol, secándose, con el ramo negligente, cuadricular azul por el otoño, que trajo noticias de la mano, del pensamiento diferente, con los mismos pliegues en la manga, de la cual el consuelo se descuelga, limpia y fría la barca errante, por el silencio bajo una hormiga, que no funciona durmiendo poco, ni mitiga una liga triste. ¡Oh, antorcha del amor breve!.
En el rostro de su llanto, se agiganta el viejo olvido, que abraza la nostalgia, al rojo vivo la noche, entre dos tardes sin mañana. En la carretera piano indiferente. ¡Indignación aniquilada!. La misma huella en el rostro, sin bordes ingenuos ni punta,
por la noche de los cuervos. ¡Vaya magnetismo!. Sedoso y hambre. Del curso deslumbrante del viento fuerte, con el musgo inextinguible, del mágico decir al muro el nombre, dulce mortal desacierto fluctuante. Estando la noche vistiendo al sol, que duerme con las manchas de la luna.
Sin pasado entre campanas, en una laguna sin agua, en una rueda de alfileres, en un árbol de arena, por el adiós las canciones.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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DEL TIMBAL OTOÑO
¡Lágrimas de media hora!. Musitan las hojas, las plantas, del suelo. Esplendor, auditorio, vegetal. En las ruedas del esplendor, indoloro. En los otoños desvanecidas. ¡Húmedas!.
¡Cuánta media hora, en tantos siglos!. En La Insípida advertencia Con El Significado atemporal. Del ¡Plumaje llamativo, al infierno salvando!.
Motivos Del Timbal Otoño.
Motivo, llamado, del jugoso timbal. ¡Las hojas mortales de perdurables leyendas!.
Consonantes acuosas. ¡Del discurso seco!. Camina...Una...Delicada sílaba. ¡Un acento inocente!. En la esperanza, ortográfica, cambiado.
Otoño Del Timbal. Otoño, que sueña suene igual.
No Ya Solo...
Lágrimas de medio párpado. A veces, hojas, de la glorieta. ¡Un zarpazo!. Monócromo, ennumerar, fugitivo. ¡Extrañas, añoranzas, sin mácula!. De los lugares. De otros tiempos. ¡Al tejer, obscuros sueños!.
El Timbal Del Otoño. El otoño, diferente suena igual.
En El sórdido, rincón del desastre. ¡La pasión, desentraña, la estridencia!. Del suelo, raíz, alborotada. Del timbal el esplendor indoloro. Mu Si Tan Los ¡Desvanecidos otoños!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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