LA VÍA ONIROIDE
Abajo del sueño de límites dorados.
Adelante del mundo de cielos prometidos.
Adentro del desnudo de mil ventanas.
Afuera del desfiladero de arañas tibias.
Arriba del viaje de silencios diminutos.
Atrás del mundo de huesos dichosos.
La
Vía
Oniroide.
La vía, la vía.
¡Oh, cómo hemos sobrevivido!.
¡Hay, hay. Cientos de guantes de goma!.
Y la luna resiste.
Y resiste a los corazones negros, negros.
Y los humanos hechos añicos.
¡Oh, hermanos me duelen las raíces!.
¡Tanto han cambiado, olvidando mares y cadenas!.
Cerca del girasol y las leyendas de algodón.
Debajo del amarillo y los aleluyas asesinos.
Delante de infinitas manzanas enroscadas.
Dentro escucha el mundo toda la derrota.
Detrás encarnado el espíritu perece.
Cerca del helado ambiente y mil amenes.
¡Olvidando mares y cadenas, han cambiado tanto!.
¡Quizá el aire ha perdido sus vestidos!.
Será un tal vez delante de los niños.
¡Tarde ruedan los rumores espinosos!.
Enseguida de cien licores y elefantes.
¡Puede ser una cadera sedienta y prisionera!.
Puede ser, puede ser. ¡Cualquier cosa!.
Oniroide la vía, la vida,
era vida vida,
hoy ni vía.
Tomémonos el corazón.
En cada dedo, aunque sea un instante.
En la esencia de un elixir.
En todas las arterias compartidas.
Floreciendo cualquier pétalo en mil rocíos.
¡En la mina láctea en fiesta!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez