¡Dios!… para qué dejar que la quisiera
Si me la ibas a quitar,
Después que la asistiera.
Para qué dejarme pernoctar
En el paraíso de su cuerpo,
Si pronto había que despertar.
Como rosa del desierto se encontraba
Ávida de amor,
A que alguien de beber le diera.
Tú dejaste que ella me bebiera
Con la sed de sus caderas,
Hasta que la sed saciara.
Yo le entregué lo más sagrado de mi ser
La savia que por dentro llevo,
Para que ávida la recibiera.
Impertérrito aprisioné su cuerpo delicado
Con mis manos y mis besos,
Pero se fue desvaneciendo.
Con los ojos cambiando de color
Ella musitó un: ¡Te quiero!
¡Entonces vi del cielo su esplendor!.
Pero no era nada
Solo el sol llegando de tierras lejanas,
A quitarme el recuerdo de su piel dorada.
Delalma
06/01/2021