ORDENANDO AL CIELO
Dormía el grillo en la gota de un sombrero, por la extraña intimidad de las lombrices, y el apéndice helecho de un delfín. ¡Nada la voz!. Desérticos los vientres. Las madrugadas callan los colmillos. Nada el oído piensa. ¡Ni da frutos!. Los huevos desayunan cáscaras de jugo, de la noble tierra humedecida...
¡Con sangre, con sangre, ordenando al cielo!.
El corazón es una burla de latidos, y los hoyos acechan cada vocablo, con el establo de sus sables impunes. La brisa con las piedras danza, y la pobreza frenética se extiende. ¡Arriba de las cejas, abajo del ombligo!. Con el amor y las pirámides heladas.
¡Con sangre, con sangre, ordenando al cielo!.
En cualquier parte la médula bala, el algodón, y las casas de patitas en la calle, almendran las navajas de los techos, con el maíz apolillado en cada mano, en la esquina. La pezuña del acuario. ¡Ante las sirenas que eran rojas olas!.
¡Con sangre, con sangre, ordenando al cielo!.
En los mares y las algas, en las columnas solitarias, en las noches largas. ¡Húmedo soñar!.
¡Con sangre, con sangre, ordenando al cielo!.
Dentro del yeso, hilo de una rana. En la rama tierna, la laguna, la leche, en el grano con las lluvias.
¡Con sangre, con sangre, ordenando al cielo!.
En el sombrero solo hay paja. ¡Y en la consciencia no hay cabeza!. El sol es una vieja historia. Pero ¿Dónde?. ¡Tan cerca qué pocos la huelen!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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