POR IMBRICAR LO ESCARPADO (Neosurrealista)
Así van los hogares hermanos, al cielo silencio de flores, con el llanto moribundos, diluyendo toda aurora, por el eco sembrado.
¡Con alas, acodadas las rodillas!.
Antes de explorar lo que no debe ser dicho, ni suficientemente valorado, es necesario aclarar brevemente el equívoco como nadie lo ha descrito, en manos de los ataques más compasivos y adversivos, que concuerdan en forma respectiva con la coloración ligera de la paz bioeléctrica del último cadáver en dulces sueños, cobrando por el empleo de unas viejas urnas, y la estructuración que puede instalarse sin causa aparente alguna.
¡Por lo imbricado!. También lleva lejos la exánime certeza del arrobo de cada ratón, y por desobstruir al retroceso, implícita la fuerza de la interpretación incómoda, una propulsión hacia los lados con lodo, por el futuro que yace en la escala cultural más alta, con la imagen emotiva de la escultura más penetrante.
Indudablemente, con la plena garantía de las preguntas sin respuesta, cómodamente alejadas del sombrero más cercano, al organismo que jamás olvida los recuerdos invasores en la fábrica de anticuerpos, como un acto de equilibrio de hábil malabarismo del profano anónimo, y la red sincronizadora de los efectos de la quinina.
Por el mérito de haber descubierto los efectos ligeros, se dan a conocer las causas de la represión, que se eliminan con un jugo fresco, y azúcar en las sopas, de la frontera interior, en el punto menos autónomo de la caja de sorpresas. A pesar de la continuas declaraciones, que son tabú para los toros y las uvas, que levantan sus brillantes espadas, a causa de la neutralidad de los círculos rectangulares, en la punta del malestar de las paredes con trigo, calabazas y algunos guisantes, como ciudadanos del pantano.
Una característica notable de este tipo de vida, es el remedio elocuente menos falso con el mismo apoyo de los buitres con calentura, que no tienen nada de simbióticos con las arenas camufladas del desierto. No obstante, con ocasión de fallecimientos desesperados por la gran flexibilidad de los puntos de referencia, los observadores salen perdiendo la integridad más íntima en el pelo o en las plumas, como lo demuestran los ojos sonrojados el el polvo de las cabras monocromáticas, desde las formas lineales hasta las flotantes, en el periodo de mayor florecimiento de la exclusiva sequía, en los suntuosos biombos pintados.
De todas maneras, nada es absolutamente claro, cuando se habla de las esperanzas obsesivas, y de la función noble y sintetizadora de cementerios con amor, de cartones que odian cepillos dentales, y la justicia se vende en frascos de plástico verdaderamente metálico, como un líquido exigente, miel asfixiante, que en caso de pérdida, puede ser amablemente indescriptible en la fotografía más borrosa, donde los caballos culpables, solo acuden como invitados para matar mosquitos.
En fin, lo escarpado es lo de menos al principio, pues existen excesivas cantidades de tranquilidad en las boticas, y en unos cuantos abarrotes carbonizados, que es factible el abuso crónico de la paz en gotas, con un alto concentrado de seguridad encapsulada con gasolina en las almohadas, que ya se ha hecho una adicción la extinción de la violencia que por sí misma no hay, y solo es cosa de películas irresponsables que muestran sólo la parte oculta más cierta, y el sexo de las viudas entre los campos de las tortugas inadvertidas por pecar con alguna que otra lagartija, por los rincones del lago más creativo.De tal manera, que imbricar es lo más acertado de lo escarpado.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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