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H.E.C.H.U.R.A.S.
Desgarrados suenan los sueños masacrados, de hambres infernales, los sanguíneos suelos, y los vientos turbios, ante todo la luna, se sumerge pantanosa, asfixiando la noche, a inermes indefensos, la cándida esperanza, de sus cabellos ligeros.
Estando danzando, el silencio encampanado, gris polución, que respiran ángeles sedientos, se cultiva la sangre derramada, hielo de noche, todo el aire desciende en zafiedad vistosa.
Arriba, plateadas soledades, de la tarde y luna, por el campo abatido, va el silencio apático torpe, acompañando a los ausentes, los corazones, deshechos, y aturdidos mueren, en las nubes las campanas, negras del olvido.
¡Equívoco triunfante!. ¡Cementerios de luz!. Cosecha hoy el humo, del alma un desengaño, lúcido, de futuros sepultados.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Ausentarse...
Por ese recuerdo del suspiro olvidado, que cultiva la nube en una gota, de lluvia perdida en un desierto, de llanto disperso en un lago, que imagina recordar suspirando, el amor imposible, el beso no dado, la palabra no dicha, la dicha sin memoria.
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Ausentarse En ese pasado que retiene al presente En ese futuro que fue borrado Con la presencia de mil ausencias Con el fracaso de mil esperanzas Con la cercanía de mil lejanías Con el vacío de mil plenitudes Tan distantes tan distintas Tan pesadas tan pasadas.
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Ausentarse En el rostro del olvido del dolor Hecho memoria indeleble impalpable Impermeable incomprensible inexplicable Lecho sin techo ni pecho ni leche Dulce sin sabor ni color ni calor Por ese olvido que nada ha borrado Y de las ausencias todo ha impedido. ¡Ausentarse hay que ausentarse!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Pestañas rojas
Las pestañas de la sangre. ¡Lloran, lloran, lloran!. Abismos y vidrio. ¡Luz del miedo!. Luz de los cobardes. Arena. Muerte. ¡Luz de la infancia!. Enemigos del mundo. Un reloj. Estrellas enrejadas. Duermen sus alientos. Un día de mil cobardes, entre las infinitas nubes y polvo. Un noche asesina de tinieblas. ¡Estrellas que devoran luces!. Una burbuja de tinieblas. En la eternidad cercana. ¡Qué huyó!.
Mar del alma Piel de la consciencia La consciencia humana muere día con día Y muere más la muerte, haciéndola más muerte cada día.
La lengua de las armas, de los reptiles, de las timadoras corbatas Sepultan las tiernas infancias. Con el truhán aplauso barato. ¡Con el más respetable desfalco del pueblo y su sangre!. Haciendo negocios con el miedo, y las almas del hombre. ¡Ya corroen, la esquelética razón perdida, con monedas honorables!. Y cobarde el espíritu del sueño, solo es suelo, cielo infame, dios falso.
Roja es la muerte ahora. Sangre de inocentes, sangre de indefensos, sangre de silencios. ¡Sangre de la humanidad qué deja de serlo poco a poco poco más y más! Con la lengua de las armas, del engaño, del abuso, de injusticia con licencia Sepulta las tierna infancias, y al futuro hace fiesta cultivándoles olvidos... ¡Asesinos de libertades! ( Si alguna vez existieron) Buen negocio es este... No hay palabras que puedan decirlo todo, sus letras serían acribilladas y urnificadas en venerables cenizas ¡Qué sólo corroen los huesos del alma!... (De los que aún la tengan) Por eso ahora son. Ahora son. Las... ¡Pestañas rojas!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Acielado Cincelado
Allá donde el viento escribe, párpados del fuego acuoso, a las flores fieras, blancas golondrinas, la verdad de los trineos, el murmullo de las nubes, la sonrisa de los velos, el corazón de las pestañas.
¡Cincelado, acielado, cincelado!.
Allá donde la tierra calla, pupilas del hielo ardiente, a las cándidas cadenas, grises adioses, la soledad de las arenas, el dolor de las paredes, la espera de las grutas, el espacio de los huecos.
¡Acielado, cincelado, acielado!.
Por ese allá. Donde la noche se duerme. Donde la aurora se dora. Y empuña estrofas imborrables. Y labra lágrimas imberbes. En las sombras heridas de penas. En los sobres ardidos de panes. Por ese allá del más allá.
¡Cincelado, cincelado, cincelado!.
Es Ese Cielo Que la luz llora Que la tierra cultiva Que el polvo goza Que el vacío vibra Es ese acielado cincelado.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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