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Me cuenta cuentos, leyendas, historias, su mente abreva la imaginación eleva viajando por esas sendas sobre el Pegaso, sin riendas, en cuyas alas se activa la idea más creativa de una niña apasionada, siento mi alma emocionada, élla la tiene cautiva.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda Ciudad de México, a 30 de abril del 2023 Dedicada a mi nietecita Mayté Rodríguez Ramos Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
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Poeta
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Amparados por las sombras de la luna nueva En un oscuro desván, con los ojos brillantes Y los bigotes recortados, perdida la orientación Cuatro gatos maullaban en su delirium tremens.
Los ratones yendo y viniendo en la cara de los Susodichos, que no podían darles caza, debido A su condición maltrecha en la que los había Dejado un candil encendido en la habitación.
Esperando el día se les fue la noche, en medio De ese zafarrancho de cosas, cosas de hombres Comieron; esperando con ansias les volviera A crecer el bigote, para volver a cazar los ratones.
Delalma 15/07/2020
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Poeta
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Ya era el atardecer, cuando el relinchar de mi caballo, un sobresalto y el ladrido de los perros me hicieron despertar. Habíamos ido como de costumbre a hacer pastar a las ovejas; las dejamos en la hondonada, con dos perros de guardianes, para que pudieran comer y subimos a la colina para vigilar. Le quité los aperos y nos pusimos a descansar, valga mejor decir, yo me puse a descansar porque mi caballo vigilaba. Rato después que mi caballo pastara, vino a sentarse a mi lado. Yo me recosté sobre su lomo y a mi mente se agolparon los recuerdos, cosas ya sin sentido, como suele suceder. Pensaba también en los gratos momentos que pasé con Alejandra, pero ahora todo era un sueño. En la villa más cercana, al fondo se veía que en algunas casas ya encendían sus farolas y las colgaban en la estancia. Así son los pueblos de mi tierra, un poco alejados de la tecnología. Valles verdes en todo su esplendor, pero ya el trinar de los pajarillos se hacía cada vez más débil, pues la tarde caía. Yo miraba el atardecer y cómo el sol se ponía detrás del mar. Desaparecía el azul, el celeste y todo se volvía cobrizo, cosas de la naturaleza.
Mas ese relincho, no era una alarma cualquiera, era la advertencia de una amenaza real. Pude divisar que habían cuatro animales salvajes de pelaje oscuro, tratando de atacar al rebaño, mientras los perros les hacían frente. Mi caballo se paró en dos patas, relinchó de nuevo y se dispuso a partir. Apenas si tuve tiempo de tomar un estribo, pegar un salto y sobre su lomo, asirme a su crin y salir al galope. Eran cuatro lobos hambrientos queriendo devorar mis ovejas. Ni bien llegamos me tiré del caballo y con el estribo, a un animal que me atacaba, le partí la cabeza, ahí quedó tirado, en estertores de muerte. Mi caballo, valiente él, trataba de pisotear a otro que le mordisqueaba las patas, mientras los perros se habían trenzado en una fiera pelea, uno con cada lobo. Di unos pasos y con el mismo estribo le tiré un golpe en el lomo a la bestia que peleaba con mi caballo, fallé y caí al suelo, el lobo se me vino encima, menos mal que traía mi cuchillo de caza al cinto. El lobo saltó sobre mi, mas preciso saqué el arma y se lo clavé en el corazón, su sangre caliente corrió por mi mano y me mojó el pecho. De un buen mordisco, mi caballo lo tiró lejos. Un lobo logró huir, al otro lo mataron los perros. Luego de calmarnos un poco, los perros, el caballo y yo, fuimos a tomar agua al arroyo que por ahí discurría. Luego regresamos a calmar a las ovejas que todavía se hallaban un poco asustadas; después tuve que destazar a dos lobos para que los perros lo comieran, al otro lo dejamos ahí tirado para festín de los animales carroñeros.
Delalma 24/03/2020
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Poeta
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De bicicletas y limpiabotas
El inmisericorde sol caribeño depositaba su candente beso sobre los techados de zinc en la calle Quiñones. En una de los patios traseros, dos jovencitos trabajaban de forma febril con un martillo que denotaba algunas escarchas de óxido, unos herrumbrosos clavos y un serrucho. Un viejo árbol de mangó francés filtraba el viento cálido y salitrado de la mañana hasta convertirlo en una fresca brisa y de paso protegía con su generosa sombra a los adolescentes. El árbol en una que otra ocasión les obsequiaba con unos de sus jugosos y fibrosos frutos. Tan absortos estaban en su faena que no escuchaban la octogenaria y gutural voz de la abuela de miope mirada y gruesos espejuelos tipo lupa urgiéndoles subir a almorzar o al vendedor de pan de mayorca que recién acaba de incursionar al barrio con su pregón muy particular, "Aquí está el canario cantándole y vendiéndole el pan de mayorca". Habían logrado clavar dos tablas de forma pentagonal a cuatro rectángulos de madera con bastante esfuerzo y poca paciencia. Lo más difícil aún les esperaba, dibujar la suela de uno de los zapatos del tío Julián en la madera y luego cortarla y atacharla a la parte superior del cajón de limpiabotas.
Lugo de terminado el cajón, procedieron a llenarlo con las herramientas tipicas de trabajo del limpiabotas; dos cepillos grandes, canecas llenas de anilina negra y marrón, una botella de alcohol con una negra carabela en su etiqueta, betún jockey del mismo color que la anilina, tambien introdujeron cepillos dentales ya desechados dentro de las canecas.
No ingirieron alimento alguno e hicieron caso omiso a la abuela que seguía suplicando que subieran a almorzar del arroz blanco con tocino, habichuelas coloradas marca Diablo y huevos fritos que había confeccionado en su estufa de gas kerosen… porque el único pedazo de carne que había pertenecía al tío Julián que era el que llevaba el pan y sustento a la casa con su trabajo de aguador en el purgatorio verde del cañaveral.
Salieron de la vivienda y se encaminaron hasta la plaza pública lugar donde se reunía la aristocracia del betún y la anilina negra. El día para los limpiabotas parecía no estar muy bueno, los veteranos jugaban a los topos o al póker las exiguas ganancias del día, los más jóvenes, se dedicaban a correr patines o a saborear una dulce piragua del carrito de Marcelo el piraguero, clientes no había ninguno. La ilusión de la bicicleta que comprarían (Schwinn Majestic negra, con rodilla mecánica, brillante foco eléctrico propulsado por un dínamo adherido a la goma trasera) con su trabajo de limpiabotas se esfumó con la aparición de Millo; un hombrecito rechoncho; de pronunciado vientre, camisilla blanca, sombrero de chulo de barra y diente de oro 24 kilates, que recibió a’’ los queremos ser limpiabotas por favor’’ de manera no muy cordial.
__ Muchachos, ¿dónde carajos piensan enterrar el muerto ése que traen en el cajón? porque que yo sepa el cementerio queda en la carretera 31, apostilló el grasiento limpiabotas.
__ Señor, no llevamos muerto alguno, venimos a ligar pares y a brillar zapatos aquí a la plaza, expresó timidamente uno de los adolescentes.
__Por donde tienen el culo, pongan la cara y arranquen pa’carajo, eso que traen cargando entre ambos no es cajón de limpiabotas, más bien parece caja de muerto; en el mejor de los casos tiene pinta de cajón de carpintero y ¿además quién les dio permiso a venir aquí?, expresó el limpiabotas en tono burlón.
Los Abadía ni chistaron, se marcharon a toda prisa de la plaza, no había por qué discutir con Millo, el hombre había estado preso, tenía un tatuaje que decía "Pérdóname madre mía" en el brazo izquierdo y otro más en el antebrazo con una cruz que rezaba, "Vive tu vida, no la mía" En los 60’ tener tatuajes era privativo de las mujeres de la vida, los proxenetas o algún militar loco recién licenciado de Viet- Nam, en el caso de Millo su segundo oficio era el de proxeneta, con la salvedad que la única Maritornes que poseía era su esposa a la cual vendía en las noches. Además exibía con orgullo media docena de cicatrizes de sable en distintos puntos desde la cara hacia el ombligo. Mejor largarse pensaron los adolescentes antes que contrariar más al limpiabotas.
Los jovencitos observaron detenidamente el cajón que con tanta dilgencia se habían dado a la tarea de construir y pudieron constatar que era cierto lo que decía Millo; el cajón era demasiado grande. La eventualidad no aminaló a los adolescentes, todo lo contrario encendió su entusiasmo por conseguir algunos dólares con el enorme cajón y de paso vengarse del limpiabotas proxeneta. Se detuvieron en la panadería en la calle Betances, ayudaron a los panaderos a envasar galletas palurdas en bolsas de papel, labor que fue recompensada por Cumaná que les obsequió una libra de pan buchipluma recién horneado.
Cumaná además de panadero era músico del bongó, tocaba en la banda de Don Paco Duclerc, era famoso porque durante una presentación en un programa por la emisora WALO de Humacao, al preguntársele al aire que cómo estaba el sabroso ritmo caribeño que interpretaban, su contestación fue…’’ este ritmo es mejor que cagarse’’. Desde ese suceso perdió su trabajo de bongosero y tuvo que dedicarse al sudoroso oficio de panadero.
Los preadolescentes se allegan al negocio de Felito Mendoza donde compran una lata de sardinas "tinapas" y dos Kolitas champán y hacen un emparedado con las tinapas y el pan. Finalizado el frugal almuerzo, se les ocurre que si no pueden brillar zapatos en la plaza, lo mejor entonces era llevar el servicio a domicilo como hacían los revendones de pan, frutas y carne de cerdo.Caminan calle Betances hacia arriba y doblan hacia la calle Celis. Su primer cliente son las maestras Ramos, las cuales fungían tambien como directoras de las Niñas Escuchas. Los "queremos ser limpiabotas por favor" hacen su agosto pues las profesoras tenían cuatro pares de zapatos que recitaban con urgencia de anilina negra para esconder los rayazos. Reciben $1.50 por su primer trabajo del dían que era muchísimo más que lo que un buen limpiabotas conseguía ganar en medio día de trabajo. La estrategia es todo un éxito, en bares, billares, barberías consiguen clientes; es entonces que deciden llevar su negocio ambulante hasta la casa Parroquial.
El Padre Belló no era un sacerdote latinoamericano común y corriente, no porque se pareciera a Camilo Torres Restrepo o a Arnulfo Romero. Lo más notable en él era que durante las fiestas a Nuestra Patrona La Virgen del Rosario subía a la tarima donde después de apurar una botella de vino y media caja de cerveza con su cara redonda y roja profería con voz de trompeta y R velar ‘’ Puerto Rico, la India está buena, buena, buena( refiriéndose a un comercial de televisión sobre nuestra cerveza nacional). Poseía una mirada un tanto rara que en ocasiones dejaba escapar por algún recodo una mujer ansiosa de cruzarse con una buena descarga de testosterona y caricias masculinas.
___ No puedo daros mis zapatos Sundial para brillar, bien sabeis que Enrique es limpiabotas, comprended que se pondrá furioso si otro limpiabotas hace su trabajo, expreso el párroco con voz afectada y con aquella mirada de mujer coqueta y ansiosa por salir de aquel cuerpo que equivocadamente le había sido asignado.
__Además, continuó diciendo, vuestras mercedes últimamente no se les ve en la misa de niños de las 11:00 am los domingos, y cuentan que os habeis robado los panes de hostia para comerlos con Royal Crown junto a los nietos de Doña Benedicta.
__ Debeis ocuparos más de confesar, comulgar y dejar de estar cometiendo semejantes sacrilegios.
Enrique era el monaguillo de confianza del Padre Belló además de ser ahijado del padre, limpiaba zapatos y vendía marihuana en la plaza.Un buen día llegó a su apartamento en Villa Cuernos con más humo en la cabeza que de costumbre y dejó un cigarrillo de cannabis más gordo que su dedo índice en el cenicero. Su abuela, doña Bitó Nieves, nonagenaria, adicta al tabaco y los puros, tomó el cigarrillo de marifinga creyendo que era uno de sus habanos y se lo fumó completo, hubo que quitarle el caldero de arroz con longaniza, pues por poco se le come todo por el efecto de la droga. También mascullaba en medio de una risa incontrolable rumbo al hospital
__ ¡Enrique dame otro tabaquito de esos, jamás había estado tan contenta desde que cogí la jienda con caña luego que tu abuelo se marchó con la corteja que tenía en Salsipuedes!
El regaño y acusación del cura unido a la negativa de que los jóvenes lustraran sus zapatos, condujo a los ‘’queremos ser limpiabotas’’ nuevamente a la plaza de recreo. Pasan frente al banco donde Millo ejercía su oficio y el mas atrevido de los preadolescentes le estruja a Millo en la cara, que gracias a no querer dejarlos brillar en la plaza ya tenían en el día de trabajo algunos diez dólares.
___¿ Cómo, que han hecho siete dólares, si nadie aquí en la plaza ha hecho más de dos dólares, expresó Millo con cierta incredulidad.
____ No dije siete, dije diez dólares, ofrecimos el servicio casa por casa a los Garzot, los Fernández, en el billar de Pedro, en la barbería de Guiche y así por el estilo, expresó el atrevido.
____ ¡Mira, muchacho hijo e’ puta, toda esa gente que has mencionado son mis clientes de muchos años, si es verdad lo que dices,los voy a joder, les daré una catimba que ni sus madres los reconocerán!, expresó el proxeneta lívido por la ira.
Los preadolescentes quedan petrificados por la amenaza y con los ojos más abiertos que caballito de machina. Próximo a convertir en buena su amenaza, la humanidad repleta de colesterol de Millo es atropellada por el Indio de Urania que huía como loco de Gulembo, que blandia amenzante un 6 tiros calibre 32.
Gulembo era cantante de salsa y compositor pero precisamente no era muy angelito que digamos, su canción Pronóstico del Tiempo aún se escucha por las ondas radiales, un bolero clásico de la denominada Época Dorada de la Salsa.
El Indio de Urania buscó refugio en la pizzería de Joe, con Gulembo halando el gatillo del viejo revólver. Todo el mundo se tiró al piso en el negocio y la plaza quedó desierta, incluyendo dos jovencitos que cargaban un cajón de carpintero y corrían como poseidos dejando caer unas botellas de anilina y alcohol en su atropellada carrera . Un ángel siempre defiende a los más inocentes, el negocio estaba repleto de chicos y adolescentes.
El revólver mascó las primeras 5 balas y sólo una pudo abrirse paso a través del metal del cañón, para centésimas de segundo mas tarde anidarse en una de las paredes del negocio.
La tarde comenzaba a morir sobre los tejados del pueblo, los "queremos ser limpiabota" más sosegados, caminaban hacia la Quiñones con las manos y caras ensombrecidas por el betún, pero con su aura resplandeciente. En sus bolsillos cargaban una pequeña fortuna de $9.55 y habían tenido una experiencia única. Habían tenido su primer encuentro con el trabajo y de paso habían incursionado en mundo de los hombres, aunque sabían que sería su primer y último día como limpiabotas.
No importaba, entendieron que ese mismo día la vida le cambiaba, se sintieron por primera ocasión seguros de sí mismos y satisfechos por virtud del puñado de monedas con caras de presidentes estadounidenses; el sueño de la Schwinn Majestic negra, rodilla mecánica y brillante foco delantero, propulsado por el dínamo en la rueda de atrás comenzó a tornarse en realidad.[img align=left width=300]http://files.luis-edgardo-rivera-abadia.webnode.es/200000073-b8a9db9a85/bibi.jpg[/img]
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Poeta
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Desahuciado solo existe
Desahuciado Solo Existe
Un sol de verde vestido, en el que danza, la lluvia, nerviosa en las piedras tejidas, de cobre, en el que la luna, bajo el lago, reflejándose, una sola choza, que dibuja, flores de niebla.
Un tiempo desolado, el reloj parado, la balanza cruda, sucia la frente, en el instante, gris, despierta, estuvo cojo en el lodo, encima una tormenta, temerosa en su sueño, truena, donde la obscuridad fabrica nidos.
Con las manos en los huesos revive, entre cortado, como correría una liebre, triste, está escribiendo un cuento... ¡Verano, acarícialo fresco, tiene fiebre!.
Las flores ya no acarician su dolor, muere bajo la piel, con la mirada en el piso, inquieto. En el alma enferma, tiene miles de huecos presentes.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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POR LA INANIDAD INCALIFICABLE (Neosurrealista)
Un camino corría con sus zapatos enlodados y el bosque reía a lo lejos en un escenario de cuentos, pasando una neblina sobre sus pasos. Su nombre era un adiós al futuro, un paisaje idílico de praderas floridas que entraron en la prisión del río a lomos de un salmón, en el transcurso de la cacería del humo que alado corría incluso la distancia más pequeña, y en su mano destellaba un peine de plata deseoso de encender el fuego, compuesto de cuatro trenzas que brillaban bajo la luz de una luna apagada por el verde sedoso del nuevo lago.
No podría calificarlo, pues estas pruebas son el botín de las contiendas del torrente caliente con las laderas de las montañas, donde la niebla se refugia, e interpreta a su modo el estilo rojo del año que vuela con la noche que lleva dentro.
Del mismo modo, se baña la hipocresía como al sanitario de los elefantes que predican a las hormigas de su pequeñez, en la intimidad de las cuevas con sal fina y nuez moscada.
En este caso, se debe escurrir inmediatamente el agua, y retirarla una vez cocida, pero puede agregarse una pizca de azúcar para el olvido. Luego, se debe pensar en la nueva estrategia cuando las dos partes rivales, acumulan polvo y demasiada espuma.
En otras palabras, para pescar gatos hay que pensar como ratones, con las luces verdes del puerto parpadeando en la estela del bote, con cinco langostas conservadoras de las nubes en las comunidades rurales, con la fotosíntesis intensificada del ganado asustado, y moviendo los acontecimientos sísmicos con un corte en zigzag con respecto al faro de los primeros exploradores, influidos por las condiciones atmosféricas de la última década.
Por otra parte, distintos ensayistas, han tocado el tema de los tres cuerpos, presumiendo que no son auténticos como entidades separadas de su ambiente, y a pesar del antagonismo de los conceptos metafísicos al abrir el tórax, y medir la estatura de las pesadillas azules.
Sin embargo, por la piedra que conversa con su edad enrojecida, guardando el frío junto al violín de noche, y con el otoño que ríe, y es- tremece al viento que cae de la última ilusión hecha polvo, que nieva por las mañanas como el racimo de uvas ligeras entusiasmadas con los lagartos, y llevando los caballitos de madera en un puñado de tierra, hechos con imanes de cristal líquido casi mil veces más escaso que el oro del toro, y del pico que piensa tener una vieja oruga tan suficientemente grande como para poder extraerlo sin complicaciones.
¡Vaya inanidad!. La estatura cambia con los grandes disparates de esplendorosa envergadura que se desprende fácilmente, con el ritmo de la innovación tecnológica en las plantas mutadas que no estallan al madurar, en pequeñas pandillas errantes de recolectores, en las excavaciones que no han desenterrado la virtud que brinca en los bolsillos, y toman fotografías incontables en lo alto de la colina considerada impetuosa... Pues bien, sabemos que muchos tienen un lado verde, y por eso se debe cuidar el medio ambiente, y regresarlo con todas las latas en el entramado de ríos conscientes de su responsabilidad, y en la distribución de fuerza de frenado, con bocinas y aire acondicionado automático.
Así que, los benefactores deben conocer sus límites, y pensar tan lento como sea posible, evitando la protección contra los rayos del vidrio ultravioleta, en los magnetos de samario que pueden soportar el calor intenso que sirve para protestar por la toma de tierras, según la mayoría de los cálculos de los consumidores de cupones para teléfonos celulares gratuitos, y en el curso de la revolución neolítica, según lo muestra a luz solar en la obscuridad, que evita a los usuarios pensar con lámparas de plástico y queroseno, en la nueva industria de las hienas donde se promueve este tipo de colorante.
En fin, el secreto de las serpientes no es fácil de encontrar, aún con las moléculas mortales en la punta de la nariz, donde las grandes victorias enmarcan una columna decorada con un zorro alargado, justo después de la minera del hielo, generalmente inofensivo cuando no se piensa en ello, y mucho menos en cambiarlo. Como bien lo demuestra este escrito de ocho carriles con poco tráfico, pero mucho humo para entenderlo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ASÍ ALGUNA VEZ...
Dormida la noche el río rueda, la cama come la mesa mece, el cuento cuenta la rama rima. ¡Volviendo al espejo espuma!.
De cuando en cuando esperando, encontrar al anhelo perdido, en la esperanza del encuentro, por ninguno ninguneado, y menos, por alguna alga nada mala, y más, por algo donde dulce sabe.
Aunque eso, es disfrutar, que aún fruto, no sabrá sino a frutal.
En la dicha aquélla, y en ésta, mi dureza, penetrando, cual espada y escudo, sirven lo mismo, en la paz y en el combate.
Del temor temeroso, Del temblor tembloroso, Al saberse sabor compartido, Dale y dale la noche despierta. Y el río ríe raudo rodando.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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CON INFAUSTA INDUMENTARIA
Las lomas suben solo al pozo que pasa, que pesa la luna extraña presa, que cuenta los cuentos en cuencos, dando al dátil versátil limones, donde el dúctil verso alumbra, dando al sentir saber amargo, donde el soñar acaba lento.
Con la niebla en flor colgante de una estrella, por la frente de un zapato con la seda, del manojo de sonrisas y frutos yodados, al entrar curiosas las débiles estatuas, en el jardín grotesco solemne sombra, sobre la espada en peligro inmutable, bajo el espejo arrepentido inservible.
Porque aquí las conchas se erizan, bajo el viento oculto de los vidrios, que al agua dejan en suavidad purpúrea, por más que limpio la cueva suene, con el suelo que sueña el cielo, en la luna de lana de lonas hablando.
¡Dentro de la dureza del aliento calcinado!. Las lomas suben solo al pozo que pasa, que pesa la luna extraña presa, que cuenta los cuentos en cuencos, dando al dátil versátil limones, donde el dúctil verso alumbra, dando al sentir saber amargo, donde el soñar acaba lento.
Con la niebla en flor colgante de una estrella, por la frente de un zapato con la seda, del manojo de sonrisas y frutos yodados, al entrar curiosas las débiles estatuas, en el jardín grotesco solemne sombra, sobre la espada en peligro inmutable, bajo el espejo arrepentido inservible.
Porque aquí las conchas se erizan, bajo el viento oculto de los vidrios, que al agua dejan en suavidad purpúrea, por más que limpio la cueva suene, con el suelo que sueña el cielo, en la luna de lana de lonas hablando, ¡Dentro de la dureza del aliento calcinado!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Fue la noche anterior, cuando todo el mundo quedó en silencio, no hubo palabras, ni sueños, y entonces un día, un poeta se acerco a aquel lugar. Miles de poemas, novelas y cuentos, están por escribirse, iluminando toda Gaia, haciendo que la oscuridad desaparezca. Soy la voz de Nunca-Nunca-Jamás, la inocencia y sueños de cada ser humano, soy la cuna vacía de Peter Pan, soy el cuenta cuentos de la noche. Cada historia contada, cada fábula, cada leyenda, nunca acabará. Cuentos nocturnos, miles de historias, contadas hasta el final, hasta llegar al alba. Erick R. R. Torres (Angel Negro)
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Poeta
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EL DEBER DE JUGAR
¡Qué de trompos y balero!. La rana. Y canicas. ¡De bolsillo!. ¡Es tan peligroso no jugar!.
El niño... Cuando niño ¡Cuando debe! Amiguitos. Caballitos y ... ¡Respeto!. ***Disciplina, salto y.. ¡Columpio!*** ¡Qué de cuentos y leyendas!.
En los bolsillos. ¡Muchas de ellas!. Niños y niñas bellas. Bellas ilusiones. Bellas sonrisas. Bellas inocencias.
Y en las canicas. ¡Honores!. ***Victorias, charcos y sapos*** Y en el habla... Del juego. ¡Elocuencia, amistad, alegría!. Tanto dado... ¡Como recibido!.
¡Qué de indagación!. Y... ¡Descubrimiento!. Una hoja. Un insecto. ¡Luz y sombras!.
Un fantasma. ¡Sin tos!. Sueño de dueño ¡Dragón y castillo!. Y otros con otros. ¡Brinco y grito!. Virtud de abeja. ¡Por el juego!.
Y participar. ¡Cuándo se pueda!. Y cuando no. ¡No desearlo!. ¡Qué de juegos!. Y deberes.
El niño, la niña. ¡Cuándo niños!. ¡Cuándo deben!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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