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CONSEJO AL ORTEJO (Experimental)
Vivan tal para cual. Y la cal sin miedo, ya nada más de prisa. Por eso, el buque, ya no razona como tiburón y ballena. Y solo parece inoportuno el fantasma al asma escondiendo invisible. Y si por error acierta. Eso ya es otra cosa, lamentablemente falsa, un poco más.
Las reglas y protocolos ignoran al trigo, al ser indiscreto con el arroz, y la sopa caliente, con el sombrero, en la sombra de la noche, los lentes más obscuros hacen, todas las noches. Igualmente en la caverna, una cara vana una reunión crepita crótalos en criptas.
La ciudad donde está, sabe, a viento en la arena en el muerto de risa, del pescado pescador de anzuelos, y las cosas torcidas parecen buenas al ácido nucleico helicoidando y dándole en la cama una cana al aire, aire y calor, desempleadas manualidades al volante, ya manejan en el lago submarino…
Y nada pasa. Nada sin zapatos. Nada nada. Es tan natural tan hábil tan suave. Habla con el retrato y sonríe al lápiz. Vuelve y desenvuelve al regalo galgo. Y todo tan natural y digital. Ni duda el dedo. En tanto la fuente salte y no muera. Como mueren las mañanas y no muera, como viven las noches y no viven, como viven cada cual por su rumbo.
Pues, ha nacido, solo un poco menos, al ver la pluma vestida de paloma. Y al grillo de alacrán con muletas, Y al perro bañándose con gatos, Y la gallina engallada con gestos. Gastando cuando no tiene pena que pene y pene el dolor volando cuando crece al pararse en cada esquina, el algodón en el parque, y nadie pasa.
No posa, ni bajo el pozo, al esposo con la espalda antes de ser topo. Ya topa, ya tapa cuando solo se destapa. Si, si, por eso, la tinta seca cada pluma. Y el viejo lápiz se arrastra por las pantallas. Déjame al partir el pastel, morir menos, aunque haya más velas en los barcos… Y la tierra implante plátanos plácida, siendo como siempre ha sido la montaña que montan los años y entran aclimatándose al volcán que lava y lava con la saliva como planta el pié cada rodilla en ese jardín en ese jarrón digital incomprendido.
¡Óyeme ortejo, si así lo deseas!.
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Poeta
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Inteligible Desentono
Hay muertes tan tranquilas, tan suaves, como la naturaleza, en una semilla en las hojas, del fruto gozado y el otoño sufrido.
¿Yo qué sé?. En el invierno fracturado. en la fe sin rostro, perdida en el cielo. ¿Yo qué sé?. En la primavera invidente, en la crepitación ignorante de criptas. ¿Yo qué sé?. Me preguntan las dudas. En la puerta. De las ventanas heraldos. Del piso en la mirada. Del suelo sangriento. De cruenta ignorancia. En la epidemia. De las almas enfermas. De los sillones que mandan.
¿Yo qué sé?. Hay muertes tan tranquilas, tan suaves, como el silencio extendido, en una lágrima dulce, en una mirada profunda. ¿Yo qué sé?. De los ojos en los ecos, de los huecos en los huesos, de la sangre de las almas enfermas.
¿Yo qué sé?. Si no soy nadie, sin haberlo vivido en los mares, que ladran en la calma remota, de las ausencias cultivadas, en las tinieblas que flotan, de los hilos inventados. ¿Yo qué sé?. De las desdichas sin humo, del fuego inútil de los que hubiera habido, enredado en las pestañas sin luz, en el faro ufano del pecho desierto, donde todo se olvida con el acero del tiempo, en las campanas que tocan, desentendidas, del desentono, de la vida, que se apaga, injustamente, en el polvo, humedecido, tempestuoso. ¿Yo qué sé?. De la absurda sinfonía, que teje la tierna eternidad sin tono.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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¿Cómo olvidarlo?
Al abandono de las brújulas viajeras. Del espacio cautivo entre las flechas. Huyen presurosos los mil mapas. ¡Mundos escarpados hundidos en la luz!. Conchas solitarias crepúsculo capullo. Entre mares fermentados y estupor añejo. El suelo se desgrana gota en lluvia. ¡Ardiendo levaduras en ánforas de potros!. Cada noche, cielo, habitas en los sueños. De los ángeles dormidos y al azar profundos.
Como Olvidarlo... ¿Cómo, cómo?.
Al callarse el corazón no existe. Y húmeda la voz se seca sin latir. Benigna mansedumbre del vinagre. ¡Vigor sin alma, fuerza de hueco!. Adorando la virtud de las monedas. Con la barba prometida del generoso polvo. ¡El hombre anilla sus cadenas!. Y el tónico de esclavo modela cada hueso. Atónito clavel lo duda en cada entraña. Y extraña luego al inmenso mundo.
Como Olvidarlo... ¿Cómo, cómo?
Al arrullo de luciérnagas la cripta canta. Invisible lluvia de antorchas apagadas. Se concentran temblando las palabras. Mortuorias órbitas dorando lenguas. ¡Donde pensar cuesta mil muertes!. Color de gris amargo y lívido mañana. Con la tempestad inmensa del silencio. En los refugios brutales del cerrojo. ¡Las gemas cadavéricas ondean!. ¡Y la muchedumbre muerta escribe sus ayeres!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Velándome sigo Velo por mí en los cementerios, de los siglos fermentados, y calcino soles pobres, como lodo rojo...
Camino vestido de sabores amarillos Los anillos repetidos Las sortijas melodiosas Y contigo entretejida con distancias.
En la humedad de una sonrisa viajo, palpando libres y latido,s atrás de cien destinos. ¡Arriba de mañanas interminables!.
Abrí mi cripta presuroso. ¿Dónde quedó mi ceniza?__ ¡Pensé! ¿Dormirá aún mi polvo?__ ¡Me dije! ¡Estaré siendo tiempo!__ ¡Creo! Cerré la cripta lentamente... ¡No hay ceniza, ni polvo, ni tiempo! ¡No pienso, me dije, nada creo! Solo-Seré-Siendo-Poco de nada.
¡Hoy me velé, me sepulté, me dije!. En el ahora que no existe. En el eterno mañana. ¡Lleno de constantes instantes!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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