APOTEÓSICO APOTEGMA
Porqué pensaron los ojos en el hambre
de la casa que llueve
de la cuchara sed
en pared el techo
en el zapato
roto
del
sueño gastado
del insomnio perenne.
Al fondo de la vida en el vientre.
Ajeno a la frente del cabello.
De las uñas que muerden.
Al dormir de la silla.
De la familia hecha añicos en cada casa.
Del hogar desprendido de todo polvo.
Y el alado preguntar espeso ahogado.
¡Mirando extasiado afrodisíacos ataúdes!.
En buscar añejo al olvido férreo,
de los féretros dorados,
del amor en cada urna.
En la terapia de lápidas y cementerios.
Y en la cocina el humo, ahora, es gratis.
En la cuna de los fantasmas.
Por el oculto caracol que huyó.
¡Enroscado elefante tétrico!.
En la espuma añeja del vinagre bajo el pecho.
En los mismos ojos de la maldición bendita.
¡Creída bajo las piedras y los gusanos!.
Apotegma esencial de la tragedia.
Apoteósico de la injusticia misma.
¡Rodando obscura árboles espadas!.
¡Asando ortigas sahumando olivo!.
Es
En su escondite el gusano que trae tragedias.
En el mismo aire que respira y al piso pisa.
¡Ya verán los qué lo ignoren!. ¡Ya verán!.
Porqué
En
Los mismos ojos el veneno pestañea.
Del pié al piso.
Y el mismo cielo tiembla.
En la mesa sola, en los miles de hogares acribillados.
En la memoria que jamás estará a salvo.
¡Apoteósico y catastrófico sonríe!.
El apotegma.
Del infinito perdón a los miles de atroces actos transitorios.
Apoteósico embriagado inconsciente.
¡En la eterna amnesia del pasado a crédito!. Espera, espera, apoteósico, el olvido.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez