PRINCIPIO PÓSTUMO
En un principio.
Interminable cadáver era.
La esquina asombrada del siglo.
¡Pasado, pasado, pasado, oh, muertes del pasado!.
Lenguaje.
Del... ¡Corazón vacío!. ¡Bello hongo de bombas!.
¡Solo lodo latiendo!. Y aún hoy respiran.
¡Póstumos de principios!.
De
Principios y finales. ¡Falsos, falsos!.
Principio salvaje.
Del fino fracaso ritual.
Experiencias obscuras. ¡Prólogo y réquiem!.
Entrañas de médano y maleza. ¡Taimado marrajo!.
¡Póstumos, póstumos y solo póstumos!.
Los años tejieron cada monstruoso fracaso.
En la tempestad agrietada.
En cada pueblo no escogido.
En cada pecho deshecho, ellos son los buenos.
En cada empantanado aliento, ahora siguen iguales.
Loa años extraviados, lánguidos, fueron blasfemia.
¡Iguales, ahora cómo hace milenios!.
Dos póstumos principios y finales.
¡Iguales cómo ahora!. Nada han cambiando.
Los principios quedaron en amargos riscos.
Y los rosarios partos de solo partidas.
¡Alimento de púas cada almohada!.
¡Entrañas de afilados alacranes!.
En todos los cielos una inmensa tumba.
Cáscaras estériles hay en cada nube.
Y el retorcido cráneo exhala escamas.
Principio.
Principio mudo de arrecife.
¡Solo maquinal carcajada!.
¡Preso lame el hueso ofuscado!.
Sangrientas.
Cavernas... ¡Sangrientas cavernas!.
Y callan, su lenguaje, y matan la consciencia.
Principio póstumo bajo el pellejo.
¡Son, fueron, y lo seguirán siendo!.
¡Vean, vean, vean!.
Añejo.
Polvo. ¡Añejo polvo!.
Urna póstuma de ínfimos.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez