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PARADIGMA CONVEXO
Las pasiones de luto desayunan decadente decencia decididas con polvo quieto en la lengua pródigo producto y proeza crucificada escoba en la sombra rumor rústico rol ronca rutina del aliento en la penumbra ralo.
Sólo la penumbra sabe del pelambre habitual habla del hambre alambre del hombre mudo cada vez menos labranza lacónica largura lastimosa en cuerpos de aire, negrura y harapo del día carne menos pensado hoyo en la eternidad sin dentadura dura.
Perfil del decoro en secreto alfil balanza bálsamo barrote bendito en la piel siniestra sedienta gota cercana ceremonia cereza cierta entre los sudores perfumados hoy elegantes embotellamientos éticos con la fuerza cálida del hilo y hielo.
Aplaudiendo con corbata en la mesa hundiendo tenedores y detenidos por la torturada tortuga volátil hoja de las flautas puras del tambor mudo al vuelo del roble anhelado fascinar a la última justicia de la tumba feroz con la soledad que ruge raudo lector.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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CULPOSAMENTE
Guardaba la tarde una rendija y lentos péndulos, de viento, desolado y discreto, amarillándose. Las hojas callaban, arrastrando viejos inviernos de plata, en los párpados de la colina azules, y las sillas sentadas dormían un conejo.
Ésas han sido. Ésas han sido las que aplauden al suelo, junto al dolor de las calles afiladas y secan, las paredes agrietando los recuerdos.
Esa tarde el pueblo, con telarañas despedía las carretas, acariciando las alas a los buitres, y pedía la sal de las estatuas. Con las carretas silencias. Las tortugas ocultaban las montañas, entre campos abandonados y lunas de plomo. Los caballos soñaban herraduras pálidos, los últimos camellos cenaban, sumisión empedernidos, como el arado husmea enjuto al luto, y al otoño agonizante, y la fuente congelada del remedio.
Corbatas, caras, uñas ocultas, lenguas, serpiente y más lenguas, gusanos y copas.
El humo prometido encontró la puerta, en la esquina del zapato, en la hiel del pastel boca abajo. Sin vergüenza. Esperanza pegajosa, por encima de las inquietas campanas, muertas en la espuma de un pañuelo, y en el canto de las hienas, desgranando aguas y retinas de las tumbas.
Aceite que busca el perfume del barril, almidonado de los puentes y cristales, en las espinas del cielo con ceniza, que humedece al eclipse desnudando, la sonrisa del anís en las cavernas, con las cáscaras del paisaje enervado, por pulverizar los pétalos de yeso, y sacrificar al vacío tonificado y blando.
Es el aceite que grita, que gritará, opacando los relojes y calendarios, arriba y abajo, en cualquier parte, por hermanarse al carbón de los sapos, inclinados en los caracoles enrojecidos, donde llora el agua de los lavabos, y la madrugada bebe estrellas yertas, como la piedra de rostro impasible, en la carne de las sombras, donde los jugos del fango anidan, derritiendo las raíces del olvido, en la gravedad de un rinoceronte, que ya no vuela ni sabe ni espera.
Solo el rubor del tumor es rumor. Solo la cicuta hiere al salitre, por caminar sonriendo al abismo, y expresar el ínfimo sollozo, con los guantes de madera desteñida.
¡Es por éso y solo ésto y aquéllo!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ESPIRALES AFILADAS
Porqué erraba con hierro al destierro...
Con el misterio de la epidermis en la fruta de la brisa recortando al dedo azul las letras dados de pájaros y bronces.
¡Dónde errarían con herrería al desatino!.
En el cabello humillado que vuela y sabe a viento y bofetadas y a rodillas masticadas por las velas de los mirtos.
¡Aunque yerre la nube lloviendo!.
Gladiolas de ojos bellos detrás de los barrotes traicionados por la voz del escondite fragante Tan puerta, tan ventana, del vidrio agrio.
¡Eso que hubieron errado con certeza!.
Haciendo de la aurora espinas y zapatos en la faz tridente de corbata suave hacha del placer alambicado cada escritorio servil al miedo.
Dónde sólo yerra el fuego al calentarse!.
Con el carácter precursor del retroceso En la tercera percepción de la indolencia En la mirada pescadora de los topos Con las escamas tejedoras de retinas.
¡Porqué descubren a la verdad sus mentiras!.
¡Errad, errad, con hierro y fino desatino!. Lápidas alegres columnas de silencio Medallas óseas monedas piadosas ¡Espirales afiladas de la espina enriquecida!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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E.R.I.T.R.O.C.Í.T.I.C.O.
La sonrisa de las hienas tiene infinitos panteones de gatos y un perico de letras falsas que entintan las hojas rojas.
La sangre de las nubes gotea por las velas apagadas huyendo entre las paredes rostros de ausentes rincones.
La sonrisa carga un pañuelo de prisa porqué aquí sólo comen las corbatas monedas. La sangre sepulta una aguja de humo porqué allá dicen hacer dulces las tumbas.
¡Eritrocítico!... ¿Eritrocítico porqué? Porqué... Así se cambian en segundos los corales infestados por las miradas del color con poca suerte comunes entre la luz del pulpo que más traga los minutos ya comestibles que pasan por la noche dándose besos en un festín con el vidrio de las burlas encargadas de vengarse del cabello y el mercurio en la azulada conferencia de las flechas llenas de leña inocentes en las ropas interiores decididas y mejor desnudas antes de que fueran dadas de alta en el hoyo de un año que sabe cuándo alguien vio una autopista. Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ODA A LA INOCENCIA
Desmembrada multiplicándose por esta tierra imperceptible llegas de la raíz a las hojas del tiempo de pies desnudos cayendo sepultados en todas las nieblas evidente mil tambores. ¡Sangran sagrados!.
Silencios sin remordimientos en la miel desordenada de las campanas de las corbatas del veneno acumulado. ¡Desbocado manantial!.
En la ignorancia del ramaje de las calles pueblos, edificios en trozos.
¡Oh, inocencia!. Del reloj entrecortado bajo el infortunio decorando la impotencia de las aguas qué oyen lágrimas de nubes y tormentas. ¡Agitando sus olvidos!.
Sus campanas en la selva del cemento en la espina del suelo volcanes mordiendo la sed en una sola mirada desnudando los sillones hambrientos las cúpulas podridas los valores extintos las llamas congeladas.
¡Inocencia, oh, bella inocencia!. Vestida de intemperie aquí el océano teje los caminos de nieve riendo de las puertas de los hogares. ¡Hechos añicos!. ¡Inocentes olvidos permanentes!.
Busca, diamantina inocencia penetrar la destrucción negada del tormento del cabello en los techos qué crepitan en todas las calles los vientos con rabia levantando las manos ciegos en cada esquina menos que gusanos insoportables envueltos de basura sentados en la hediondez saludan sonríen haciendo. ¡Cadáveres a diario!.
Y sonríen... Sonríen, negándolo...Tapándolo, con circo y fiesta de pájaros en la madera con la saña del silencio provocado con las uñas de los dientes en la misma piel del agua y del aire.
¡Búscate inocencia... las carnes en otras tierras!.
Encuéntrate serena bajo las tumbas como aquí se venden los cielos sangrantes los escombros que hablan y dirigen los alfileres los papeles al temor de cascabeles con traje en la peor cara de la imagen perversa que se vende por las esquinas las palomas y los peces perdonados por el hambre del enjambre agrio.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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LUDIBRIO IMPOLUTO
En esos recuerdos verdes caballos amarillos, asoman el hocico desde el bolsillo del saco que arrastra su pelaje obscuro. Y me dices que los gritos, arrastran las arenas saltando por encima. Si, creo que hay algo de insistencia, tanteando las sorpresas lentamente, en el sonido seco de la madera golpeada, por la mano que nos separa del hastío entre la vertical tormenta.
¡Bueno, en fin, ya hemos llegado aquí!. Lo que fue solo deseo y pensamiento en un principio. De cualquier forma, quiero contarlo, evadiendo las sombras del olvido que tejen las corbatas, y los sillones sin tantas explicaciones. Total... Total... Ya estando arriba, el trepidante silencio es el mayor aliado, cómplice conversando lábil, animado, como estremeciendo de la carne ardores, por esa inmovilidad increíble, que afecta todas, las cosas que han perdido su valor. Parecida a una minúscula campana, gentil copa y sortilegio.
Mira, sucedió así. Caminábamos, pero nos detuvimos y de pronto, la noche selecciona descolgarse de esa luna. Tu sabes que al salir la calle nos rodeaba en aquel momento sin importancia. El tiempo colocaba una placa en cada túnel dentro de una flor, enardecida por la impureza de la realidad en el discurso sin lengua, convite convexo, rebosante y tartufo, del abigarramiento a la turbulencia, disimilitud holgada entre el cuello blanco al compulsar sus verdades, inconexas, asimétricas, en el vapuleo desacorde.
¿Sabes?... No fue precisamente a orillas de la playa, sino que estábamos situados más al fondo de las húmedas paredes, escribía, indudablemente influido por todos los inquietos lápices que se quejaban con amargura de las plumas digitales, con la fina capa de su extrema fugacidad.
Estábamos a solas con el silencio, nunca podré olvidarlo, me decían los pies bajo la tierra, las sandalias entre las nubes, el derrumbe formidable de los valles, y los restos taciturnos, que pueden jurar al cielo absolutamente avecindado, en la máxima injusticia jamás vista, con la diligencia del olvido. Debía ser algo parecido a la muerte. Pienso. Yo sentí su vacío, me lo dijo un cuaderno, antes de darse cuenta de su posición horizontal, y que sólo podía oírse en la atmósfera de un plato, de libros con la voz postrada en la imaginación del tren. Y... sacudiéndose las vías por las espaldas.
Entonces la escala de tiempo a que se sujetaba la vida, casi no hacía más que sonreír después de haberla visto vagar por diferentes lugares sin preocuparse por nadie en sí, en su plan infalible al desandar el camino de la eternidad. Heterogéneo, disgregado, abatido entre galerna, imperturbable, titubeo transfigurando la ordinariez, de aquéllo quejumbroso, y lastimero de su intrínseco escolio, con el apañico desbarro.
Era el camino de la eternidad prolongada en aquel aislamiento, sin advertir la presencia del hombre cerrando las últimas brechas, de la soledad circunspecta, un espolear borrascoso de la exasperante desvergüenza, con la impavidez abrutada, algarada y bureo. Por fuera, el viento calienta las nubes que sudan en la única cosa que puede representar el techo. Inundado con preguntas, y el olor bajo el piso... De la caterva al patíbulo, en la estrechez y el holgorio, proceroso amasijo, antípoda inexcusable por el ensalzar desdeñoso. ¿Porqué conservas la esperanza?, Hay algún premio por ello, en el más allá, me decías. El peso de la vida no se siente. ¿Cómo puedes pensar qué me parece bien todo el mal?. Te dije que no es mejor callar, eligiendo equivocadamente los frascos del elixir que daría la inmortalidad por las monedas aseguradas. Porque pienso a veces, que hoy es lo que ayer fuera, y lo que será mañana lo mismo al descorrer el velo del pasado, talud y garrampa, rapiñar artero recio, inextricable agostado. ¡Vaya pues!.
¿Quién hará por ti, lo qué a ti te corresponde?. Y si no es ahora... ¿Cuándo?. Acaso cuando las golondrinas errantes llamen a los cristales del mal, que pone al sol espuelas penetrantes, a modo de lámpara votiva, y que al mirarla partir, calla y espera. Tu decías que no te gustaba, como aquella tarde que apagaste de reojo en la piel de un flamazo, paseándose bajo la luz del abanico. Y como la pobre flor de ensueño, hecha de gloria falsa, indigesta deslustrada, al inficionar alevoso, se tiñe de anáfora por el rosicler macerado. Verde también, como los cabellos amarillos, dejaron en la memoria su pelaje obscuro.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ESCRIBIR CON SANGRE
Es Cri Bir Al fuego del silencio, caído de los párpados. Con La noche que sueña vientos. ¡Sangre!. El ayer desnudo de los relojes Es Cri Bir En las gotas de la música inclinada Con ¡Sangre sólo! Las campanas inmóviles recuerdan..
Es El museo de sombras Cribir, cribir, Los pálidos clarines de las corbatas ¡Con sangre!
Al suspiro, qué en el humo huye Es Cri Bir Bañando los enrojecidos azulejos. Con los espejos que se pierden reflejados.
Es__Cribir__De las jaulas sin espejos. Por los techos, lechos, pechos, hechos. Entre Las letras, desarmadas, agotadas, Entre Las danzas y los huecos. Por. Las risas que cierran puertas. En La imposible biblioteca. ¡Sin historia, sin la sangre, sin ausencias!. Es Cribir Es Cribir Con la sangre, sólo abismos, por el tiempo.
Con la sangre, compasiva de los papeles. Con la paja, que al grano teje seco. Por La luz que envejeció en la encrucijada. Y dejó. ¡Al sol sin día!. Entre. La luna que busca en vano.
¡La sangre del desierto! Es Crito...¡Sinarena!. So Lo... ¡Solo polvo en letras solo!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ENTINTADOS INSÍPIDOS
Con la estrofa estéril. La inconsciencia esculpe un hueco. En la mercancía de un verso. En la sonrisa de un búfalo. En la perfección de un veneno.
Insípidos. Tintos y empapelados. Inversos labios en la memoria. ¡Vientre de letras olvidadas!.
Cómo... ¡Somos hoy, muchos, ahora, somos hoy!. Insípidos mañanas. En la humanidad agónica del hueso. En la humildad amarga del hielo. Alfombra en sangre____¡Cielosombríos!.
Entintados... Por el huracán alborotado. Los brazos de vidrio cubren hierbas. En el himno azul del suelo fúnebre. En el cadáver melancólico de las corbatas. ¡Con la risa qué desangra!. La misma camisa y fragmentario anhelo. ¡Por la vela ciega de plumas mudas!.
Pálidas letras mercenarias. Tintas insalubres de la inconsciencia. Con el templo al gusto del gusano turbio, la cosecha, estéril, enderezar del vapor, la siembra, viscosa y pegajosa tijereta. ¡Templando podridos aluminios!. Privilegios cercenados y ácidas pestañas. Libros. Ni aún por el final de los inicios.
Entintados y ahogados mil recuerdos. En la seca sangre. Insípida. Del cedro, sauce, ciprés, álamo y hermanos.
Ven los higos, los nogales, los almendros. Solo escombros. En las hermosas tumbas. Intercambiando, cadavéricos, argumentos. ¡Venenos!. Ya insípidos, ya tintos. ¡Vidrios, banderolas!.
Vigorosamente fracasados. Libros, versos, letras y silencios. En el cielo. El cielo. ¡Por volar el topo, se envolvía!. En el pantano. El pantano. ¡Por cantar la garrapata, enmudecía!.
En la tinta. Palidecen las consciencias. En el sabor. Se encerraron las montañas. En el olvido. La sabia tierra murmuraba. En la bruma.
Insípidos latidos de letras ofuscadas. La mayor de ventas parte. La memoria enmudecida gárgola. Néctar frágil dádiva lámina. Entintados entraron. ¡En la danza del fúnebre paisaje!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Existir real...
Con el dolor que sabe hervir al alma Nuestros moribundos y errabundos mundos mueren Los pétalos cautivos en el duelo Las deshojadas pestañas encadenadas Los infinitos sufrimientos día con día Las tormentas desérticas del pecho.
Con formidables calumnias sobre cadáveres Nuestros mañanas muertos muertos en los huesos Las desgajadas desgracias impensadas Los que debieron beberlas nada dicen Las lenguas son un desvirtuar el estéril exterminio Los gusanos entre crueles monólogos embriagadores.
Con el cráter dócil mármol mártir Nuestros desconsuelos cobardes abundan Las infancias desamparadas entre irrisorio enojo Las marionetas entre friísimas corbatas Los cándidos pórticos esculpen lápidas Los cánticos lóbregos cultivan lágrimas...
¡Solo!. Solo Si Bebieses Del Dolor Lo Que Debieses ¡Lo sabrías!. Y todo aquéllo...
¡Qué prohibiere la más mínima virtud!.
Ningún Dolor... Ningún dolor. ¡Ningún dolor hay ya!. ¡Qué cupiere en lo qué debiere!.
¿Cuál injuria la ternura y la inocencia han hecho para la cruel matanza qué la paz ha desterrado?.
¿Quién si no lo hombres nobles vencen al destino adverso y en el futuro plantan flores justas y un mañana equitativo?.
¿Qué mejor manera hay de morir qué morir libre?.
¿Qué peor manera hay de vivir qué vivir esclavo?.
Y sin embargo... Y sin embargo...
-- NISI DOMINUS FRUSTRA -- DOMINUS FRUSTRA
Si Dios No Está Con Nosotros Todo Es Inútil.
Y al final quedará lo que quedará. ¡Solo!. Existir real... La realidad de la existencia. Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Final feliz
Destejido por el río Un cangrejo pinta flamas por la hoja que sonríe bajo las esquinas que van entre los huecos negros lagartos extendidos sobre dagas blancas.
Feliz final feliz Final Feliz. Encima de jabalíes que buscan acordeones. Y los niños huérfanos se cosechan.
Encima de gusanos de corbata y lentes. El vinagre corre bajo dermis azulejo.
Encima todo aquél que morirá mañana. En la ceniza carcomida por el vidrio.
Final feliz final. Feliz Final.
Laureado con mil ataúdes distintos. Cada hora, cada día, por mil piratas.
¡Ya gimen los campos y los sapos secos!. Tres ángeles de polilla, visten las nubes. Los colmillos del escorpión limpian las ventanas. Opacando y masticando perlas de carne.
Con el cadáver de sueños marchitos. Y un hogar decapitado por premio.
Feliz final feliz Final Feliz Con las bicicletas de ceniza dulce. Y juguetes hablando solos.
Con cada pañal ahogado sigilosamente. Y las jóvenes esperanzas, engañadas.
Azul y amoratado el futuro agoniza. Y aquél que lo diga, termina, organizado.
En Un Final Feliz, final, final, feliz.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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