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La sartén en la cocina brinda olores exquisitos, los gastronómicos ritos son pimienta y sal genuina del buen sabor que es la mina en guisos originales las ollas son magistrales y de su hervor hacen gala en la mesa se acicala el placer de comensales.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda Ciudad de México, a 25 de abril del 2024 Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
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Poeta
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“Deleite del propio Cristo.”
Todo comenzó un domingo cuando llegó a Tenancingo de Degollado un Obispo, representante de Cristo.
Como era fiel menester se le ofreció de comer sabrosa “tripa de seso”, así empezó, fue por eso.
La célebre tradición de nuestra linda región del rico “taco de obispo”, en estos versos me avispo.
“Deme de lo que le dio de comer al santo Obispo, deme de lo que pidió otra vez el propio Obispo”.
Platillo que brinda vida, carne de cerdo molida con jitomate mezclado, epazote combinado.
Cebolla, chile manzano, con sazón, el más humano, en la víscera metido conformando un embutido.
Primo hermano del chorizo, del salchichón, Dios lo quiso que los supere en grosor, por supuesto, en gran sabor.
Tal receta fue muy breve, mi conocimiento es leve, porque, cada cocinera guarda fórmula certera.
Existen muchas versiones con almendras, con piñones, con pasas, con dejo a dulce, lo que al paladar seduce.
Su preparación al horno de tierra que no es muy hondo, como barbacoa de hoyo a veces se hace de pollo.
El grato guiso de “obispo” que disfruta el Arzobispo, en la tortilla se pierde entre salsa roja, verde.
Así se conforma el taco gordo, regular o flaco, que, con la mano se abraza y con dedos se atenaza.
El movimiento es innato depositarlo en un plato servirlo con nopalitos, zanahorias, exquisitos.
Esta costumbre celebro que lo goce todo el pueblo, mas, es de reyes manjar, ya se me empieza a antojar.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda Tenancingo de Degollado, Estado de México, a 24 de julio de 2018 Dedicado a la Señora Rosa Cristina Mercado Barrera, como regalo de cumpleaños . . . Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
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Poeta
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ENCANDILADAS ((( Ultraísta )))
Las letras mudas desmembraron al silencio escondido en las ruinas acongojadas enmohecido el mar con las espinas desvestidas aullándole al tranvía Como el agua embadurna el hambre en la voz del jabón sin sueño por el año color de hormiga en la sinceridad de la ceniza flecha grisácea en la blancura violácea de luz agridulce con burbujas
Hoy de ayer vestido el reloj medita en aquel lamento que decora la cocina atigradoramente añil al tacto salada
Por las ramas de la sombra tibia escondiendo al terremoto en un estanque Con el invierno sereno al mirarse Un espejo cargando sus recuerdos Al nogal de los primeros años Del campo que suspira en la carreta Como el ave fuma el verdor en la salida Del aliento suave luciendo granos donde el trino errante yace agitando al infinito en una gota de viento a la deriva otoñal.Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Referencias útiles son...https://es.wikipedia.org/wiki/Ultra%C3%ADsmohttps://www.youtube.com/watch?v=kz9wYxGRYE0
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O.P.I.O.I.D.E.S.
Dejan al dolor con el placer de la cabeza. Corriendo bajo la ventana de los codos. La tranquilidad cerraba la puerta haciendo ruido. Rodando con las manos sudorosas. Y una bicicleta afuera caía boca abajo. Tan tierna como el clavo de plata en el patio. Que suspiraba aspirando a ser fantasma. Rápido con la sábana del sábado.
De la semana pasada por agua. En el temeroso cuerno de un escarabajo. Sin trabajo cuando el pan ya nada come crudo. Del tenedor de la muchacha vista por detrás. De las velas en la última playa caminando. Esperando hablar con el musgo del molusco. En la cocina olvidada con pensarla de pié. Con el dolor acabado de bañarse en las caderas. Con la aurora en su apogeo lleno de aceite.
Del placer cosechado con la miel bajo la lengua. Decía ser la causa urgente de un fósil. Fabricado ayer con un poco de talco. De la noche más devota desnudándose dormida. Al nadar la luna desorientada. Al llegar tarde la marea del cementerio.
Con el criterio del grillo camaleónico danzando. Aplaudiéndole a un billete perdido. Creyendo en las promesas del loro verde. En el techo de la ceniza en cuarentena. Viuda la lechuza pedía un poco. Adolorida del alfiler sin cáscara desnuda.
La mirada voluptuosa de los huesos a la cabeza. ¡Sí, sí ... Claro!. Por eso fue necesario ingerirlos uno a uno.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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FANTASÍA DE UN CANTO NUEVO
Los tristes desayunos, alfombraron las jorobas, del sol por la montaña que vino, ebria del añejo desierto bajo el zapato, que aprieta la pálida faz estrellada, que aprieta el azul terrestre augusto, del trilobito indefenso en licuadora, con el aderezo del dolor del taladro, con el humus del vítor del cedro, y los alaridos terribles del monitor, ancestro seguro de los apantallados, sin cayos ni julios ni diciembres, yertos por el pasado olvidado, del barril en el carril servil del aplauso.
¡Oh, días que asesinan!. Que asesinan, que asesinan, que asesinan. Semanas, meses, años, lustros. En un siglo de corderos en la cocina. Y en la ventana palomas. Y en el suelo serpientes. Y en el techo patos.
¡Créanlo, créanlo, créanlo, créanlo, créanlo!. Mil millones de ojos y orejas y pieles y pelos, de la materia gris se han olvidado. por los hoyos negros celestiales. de la láctea vía fuera del vaso. del jarrón de la vitrina y letrina.
Bien lo saben la luna y tanta estrella, en la noche de los insomnios verdosos, en la tarde de los ecos amarillos, en la mañana de los ojos rojos.
¡Porque cantan, cantan y cantan!. Ranas y camaleones. Al buitre y la hiena.
Llena, llena, la luna llega, con un zapato caliente, con un zapato caliente.
Enseñando una calavera, enseñando una calavera, danzando brujuleada danzando.
Llega, llega, como un cordero de arena. lleno, lleno, como un alfiler polvoriento. Llena, llena, la luna llega.
Y en cada mano le hierve un eco, enseñando una clavera, enseñando una clavera.
Con el viento disecado en el vientre. Danzando brujuleado danzando. Con el talento alojado en el diente.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Pregunten qué aromatiza todavía mi memoria y diré del pan de gloria de mi abuela campesina. Del humo, que en despedida me dejaba, como broma, con las pupilas llorosas en cuanto abuela encendía su económica cocina de astillas estrepitosas. . Pregunten qué reverdea mi memoria todavía y la fronda evocaría de dos higueras inmensas; sombra del patio de tierra. Y tunas y cina-cinas, perales y la sufrida pasión que el sauce profesa cuando al deshojarse besa la laguna distraída.
Pregunten qué melodías mi memoria oye sonando y yo diré que, trinando, discorde es la algarabía de aves que despierta el día. Diré vibración que es canto del viento en los alambrados con “tijeretas” prendidas como notas peregrinas en pentagrama acerado.
Pregunten de qué portentos mi memoria se extasía, diré de liebres furtivas y el furor de aquellos perros escarbando cual mineros si un “peludo” descubrían, de nutrias que zambullían o la astucia de los teros defendiendo nido y huevos a maniobras que despistan.
Pregunten a cuál hazaña da mi memoria resguardo y en cabriolas un "tostado" a influjo de mis andanzas diré que me acercó al aula, potro heroico imaginario, crines él, yo jopo chato por la brisa que zumbaba en mis oídos y mi alma, 'por el cielo mi Pegaso'.
Pregunten qué paradigmas en mi memoria son sellos y les diré de mis credos de un tiempo de fantasía de aquella niñez vivida que todavía guarezco, que me nutre por momentos y refresca y gratifica con la esencia campesina que gracias a Dios, conservo.
Pregunten qué invocaría mi memoria, de esos años y diré que lo nombrado más albas y atardecidas. Diré lluvia que repica sobre el lomo resignado del techo aquel de mi cuarto y diré “Las Tres Marías” guardando a la patria mía su firmamento Uruguayo.
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Glosario: Cocina económica: Cocina de hierro a leña. Tijeretas: Ave de cola como tijeras. Peludo: Armadillo, Tatú. Tostado: Color de pelo de un caballo. Teros: Aves.
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ANFRACTUOSIDADES
_____ ¡Anfractuosa! _____ Por la voz que a la pupila sigue, un relámpago en la sonrisa, brota un cielo extraño, a la tibia farola de la noche, del frío anudado en la ventana, del grano desnudo en la cocina, del pié inquieto de la silla.
_____ ¡Anfractuosa! _____ La voz sencilla está en la arena, con la soledad relampagueante, la voz siembra su lluvia, con la silencia tumba, la voz serena respira, con la sorpresa invisible, la voz sopesa cada labio.
_____ ¡Anfractuoso! _____ Porque ya nadie llueve llaves llenas, ni hay pudor pálido peinado, ni ya queda duda dable debida, ni hay simple muerte magra medida, ni ya fuera nueva nave negada, ni hay dentro suelo sano sedoso. Porque ya nadie turba tanto tendido.
_____ ¡Anfractuoso! _____ El bosque el árbol la rama, sobrecogida sobrelleva sobresaltos. El mar el lago la charca, diminuta discurre disgregando. El camello el caballo la cabra, contempla corredores cosechando. Ésto éso aquéllo insufrible sinuoso.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Con campera artesanía, luce en el terroso suelo, su tosca madera y cuero overo-pampa, una silla.
Cerca, la pila de astillas implora cálido fin, arrodillada al perfil moreno de la cocina.
Como sombra con pereza ascendiendo en lento paso, la pared y el cielorraso muestran del humo la huella.
Olla, caldera, fregón, atizador y rendido, como esclavo fugitivo, rodó en el suelo un carbón.
El mate, quedó embretado en su pedestal de tiento, del tempranero rodeo, prolijamente “ensillado”.
Callada, contra el adobe, permanece la alacena, que en el almuerzo y la cena pondrá loza, acero y bronce.
Hay un estante adornado con papel color violeta, que muestra hierbas y especias; ‘secretos de buena mano’.
Y en un rincón, dormitando, descansa gaucho el apero, inspirándole a los perros sus hazañas de a caballo.
Retinta la damajuana, se insinúa provocando para entregarse chirriando, seco el mimbre de su enagua.
Media hoja de la puerta previene la acometida, de patos, pollos, gallinas y lechones en carrera.
(Carrera que yo corría, cachorro en aquellos años, con ellos entreverado en campera algarabía).
En fin, esa es la cocina humilde de paja y barro. Alguno que otro cacharro, burla la memoria mía.
Y trajinando sencilla, en reflexivo silencio, me parece que la veo… anda la abuela María.
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CON TUTIPLÉN SOBERANÍA (Texto Neosurrealista)
El cuello del deseo se ha enamorado lloviendo de la imagen tatuada en la nube sin dueño ¡Pasión sin raíz, sólo hoja!...
Es como ordenar las estampas repetidas de una serie de otoños entre paradojas del mañana, metáforas en letras añejas, y calificativos sin peligro, al sentir la presión de las últimas premisas. Sobre todo las que en el ensueño lloran, con la puerta fatal de los alientos. En ese encuentro de siete palabras, a pesar de la noche, y de la situación dónde hay miles de hijos sin padres, en los modernos techos que solo a veces vociferan, agrios, y perforando al aire con las tumbas que flotan en las oficinas, que toman la ley de los cangrejos con el precio más barato, y que lava el odio cuando apenas tiene doce años en la fabricación de plumas de gallina, y una pobre máquina de coser en la cocina cruda, y sobre la ventana vacía en la orilla de las flores del cosmos seco a sus ojos, porque doblan las rodillas las estrellas en las cavernas.
Pero ésto no nació ayer, por el túmulo dónde se recorta el aliento, y se abulta el sudario de nieves y silencios. ¡ No !... Proviene de un brumoso pasado que podría ser en realidad más antiguo que muchos ayeres descoloridos y refugiados en un pizarrón de risas y vinos, de arrogancia y culpa, porqué la roca podría solo estar soñando el aire, con el material ardiente centímetro a centímetro en los periodos poco conocidos, y excavados en el suelo de ocre de lémures y camaleones... ¡Cobrando el sueldo por aplaudir!.
En palabras dulces, otro espacio es el escepticismo de los jardines en la seguridad de un lápiz, y la libertad cosmopolita que mantiene preocupadas a las bicicletas recién cortadas, con la voz temblorosa, de un proyecto que abarca varias generaciones entre las enredaderas que mecen al aire tibio de forma geométrica, y de modo semejante a los bloques en que alguna vez habían estado escondidos...
Así las cosas, la majestuosidad del entorno se encuentra libre en un rincón del olvido, vagando por regiones raras, usando los alimentos autóctonos con los refrescos en las proporciones suficientes para una fuga legal y gloriosa. Preparada con frescas tumbas de aceite y algodón, en los establecimientos donde bien se vende la consciencia, y puede usarse la leche en polvo conservada en formol.
Como esto es tan importante, se le considera indisoluble en cloro, debido a que habla con señas, y con énfasis especial en los problemas de como iluminar al sol, y como continuar ventilando el fondo marino, sacrificando los altos niveles de certeza en la basura, con el sueldo de un ratón codificado como asesino de las vacas que golpean inmisericordes al mercado de los precios bajos, cuando las esporas son ingeridas por los herbívoros en una noche de carbohidratos tímidos e ignorantes... ¡Ah, tutiplén soberanía!... Como un regio tesoro muestra las ubres llenas, la honestidad en un horrísono estampido, y el mal se obstina en no regresar por el profuso suelo rojo que jamás tendría ninguna sangre en el enjuiciamiento del más sabio de los escritorios en cuarentena por el asombro turbio al pasar por un paisaje de trompas y de faros, y de continuar considerando a los aeroplanos culpables del azul de cielo y la conservación de las nubes rosas
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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HILANDO EL FRÍO
El hielo tiene ventanas en la tarde lejana de los trenes asustados en la mirada y los cobres sin techo exprimidos en los filos del anís y las aldeas en los pergaminos agonizantes de la cocina sin panes ni risas en las páginas de lágrimas yertas en los miedos de rápidas conchas.
El hielo viene del humo roto de las lupas con el suelo de testigo y de sirena donde el filo de la rueda el fango escucha las mañanas de paisajes enterrados en la nieve que duele en la rodilla que muerde.
La verdad herida de la burla viviente al otro lado de los dientes en las lenguas del abeto y hojalata en la manzana vestida de ceniza.
El hielo aprende el tumulto sin cuerdas en la soledad planeada prevista por las alcantarillas de los dedos distantes mandolinas de tronco hueco. ¡Cubriendo al cielo desnudo!. inocente polvo de alfileres.
Hilando el frío amable confidente. De los vagos ecos inermes. Ya suena la tórtola lejana. En la variedad de los zumbidos. ¡Qué la selva inculta del asfalto tiñe!. Enmarañando el paladar del ritmo, que inunda la opacidad anheloante, de irrefutable vorágine ligera.
El frío hilando está, las húmedas mejillas. Del olvido ladrador entre silencios. Con los inagotables sueños en pedazos. Destejidas las esperanzas desmañanadas. Entre las arañas de mañas vanas. Telarañas del hielo vegetaciones del silbido. De las ventanas asustadas sin techo ni cobijo. Hilando el frío hilando de las muertes vividas.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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