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Despierto y encuentro gotas de rocío en la hierba de mis pestañas. Lavan mi mirada. Y veo sobre mí un cielo que acaba de fundir su última estrella al sol. Me sonríe. Gracias. Pasan una, dos... hasta cuatro nubes viajeras. Y tras de mí, un pinzón acaba de coger una ramita con su pico. Pía. Sigo su revoloteo fugaz: baño de piares entre las ramas. Hoy tengo nueva luz para mi frente, distendida como el horizonte. Acaricio un tronco de tilo; toco sus hojas, que son de un verde tan intenso que acaban por teñir de pura vida mis dedos. Las cabelleras de las centauras bailan entre abejas, a las que les pesan las patitas, saturadas del corazón naranja de las flores. Llega un pétalo a mi piel: un suspiro amante de la mañana. Me espera un claro día de cumbres. El camino se insinúa tímidamente. Lo sigo... y mis botas resuenan deliciosamente por las piedras.
De "La naturaleza en el corazón", libro ilustrado y gratuito en pdf: https://goo.gl/B0cV6V
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Poeta
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