DESCONTADO (Pseudoanticuento)
__¡Largo de aquí, cuento infeliz!. La tristeza en maceta ya se siente jardín. Bien sabemos que carga el mar, con las pestañas en las alas, y las noches frente al espejo quebrado. Y a lo lejos está el cielo que cuelga como el milagroso ungüento... Más las espadas blandas son ante las cósmicas entrañas hurañas como las noches sin marido, en la luna enloquecida con el fervor espumoso del piélago ligero. ¡Ah, cuento sin principio, historia inexistente, fraude vil a conveniencia!
___¡Ondas ingenuas que entre sus muecas perece!. Sí, sí, mira con atención: Allá está la luna montando la tarde, y recorriendo tardía la calle curiosa, por no haber aceptado el sombrero ofendido, empecinado en agacharse contando las estériles monedas con sus íntimos gusanos. ¿Y lo cuentas ficticio?. ___ No, solo es una oferta. Real fantasía para los incautos... ¡Oh, albergue pobre de la gris materia!. Pálido recuerdo perdido poco a poco, en la urna helada de los bolsillo ajenos. __Pienso, me dices, aunque lo dude con frecuencia... Que quizá sea el momento donde se sienten cercanas las fronteras del silencio que tratan de recoger todo el contacto preocupado por el cambio... Por la ciencia desnuda con sus metálicas veredas, en la humana estupidez que con ironía se regenera, y fabrica la insigne inocencia huyendo.
___ No lo cuentes con calma!... Me dicen los silencios y las sombras que nada sé de ellos, que nada es igual de peor en la mínima falsedad transformada en elixir veleidoso de lo verosímil sólo... ¡Qué no lo cuente quitándole!. Ni ofertado.
Las gotas en la tormenta se elevan con el sol que se expresa desamparado en luz, suplicante, y en la danza ritual de los gestos. ¿Qué estoy diciendo?. Dices callando. ¿Acaso que he dicho algo?. Y sobre todo, bajo esas figuras. En los claros muros que murmuran, sin duda, y sólo a veces durante unos instantes en los nidos de nieve que vuelan bajo el hielo con virginal rubor en las ánforas de arcilla del aliento que se tiende acariciando lo que no se cuenta, lo que se quita de verdad, lo que se confunde con gracia y se enreda sutilmente.
___ ¿Qué tipo de vida hace la escena mortal del abuso más lleno de armonía?. ___Me dicen que digo, que la libertad de matar al débil y engañar a los ilusos, en la razón incólume del engendro sin freno que se agita porque nadie lo quiere... Y que sólo nadie debería contarlo, quitándole poco a poco la esencia que le evidencie en la maceta que se ha creído jardín. Pienso, casi creo sentirlo, porque escucho que en la lejanía lo dicen las montañas en la opaca quietud donde duermen los campos de rodillas en la penumbra incierta que decora las ventanas abiertas.
No obstante, en este cuento, y no contando con mi ausencia momentánea que hace bien a las cosas ya dichas, y que parecen iguales para que podamos distinguirlas en cuanto están lejos los subterráneos urgentes, y que del sudor un trozo se derrumbe como un sueño que se seca en las pasiones cotidianas, prolongadas y perennes. __Dices sobre todo cuando duermes y no sueñas, y lo callas destejiendo los silencios en el ramaje sonoro de los anónimos... ¡Un simple pórtico de las puertas falsas realmente colosales en el abismo de los rumores inventados en la impúdica certeza! .
Hacía frío bajo la frente cálida de una vigilia pescadora de linternas. Y pensó: ¡Tal vez es mejor no contarlo!. Desdecirlo con desdén y desdoro, desdoblarlo hasta hacerlo repugnante, como se pugna por descuajar la más mínima razón que esté en desacuerdo... Se sentó, hizo un gesto que viajaba en un agujero angosto excavando cuatro horas en el techo y luchaba a sus espaldas el terreno con la palidez de los obscuros fulgores.
Al final se fue feliz, soñando no haber dormido, tan despierto como la razón del último siglo. Y muchos supieron que estuvo ahí nadie, como siempre, obligado a no decir nada. ¡Y fue el mismo nadie de siempre!. El que calla cuando la ausencia lo escucha y el que habla en la presencia de la nada.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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