DORMIR SENTADO
Una
Vez
Dormido. ¡Contemplaba un sueño!.
Atrás
Del alma y delante del cuerpo.
Como la presencia.
De cada ausencia. ¡Se encuentra!.
Sentado, de la manera que quiere,
las raíces habitar,
en los ojos el bien que vieron,
arrastrado por las turbulentas,
aguas en el día, de pequeñas noches,
murmurando los búhos,
a la orilla de un ancho río,
y con los sueños del polvo,
divirtiéndose toda la mañana,
florecida entre espinos,
con una ramita una noche invernal,
rota. ¡Sentado dormía!.
Y
Veía
Como. ¡Estaba solo la blancura en cada hueco!.
Y abría después, el sello que habría visto.
Cerrado como abierto. (Simultáneamente recordaba).
Por la cerradura de la ventana abierta.
El mismo ninguno era, por todas partes.
¡Más allá!.
Al dormir sentado. ¡Por el más allá!.
Sonríe un pastor inclinado al verse,
consagrado entre mil muertes guardianas,
acompañado del dador de la vida,
sin jugar con el aliento de ese trocito,
suspirando con el viento rítmico,
de madera, de brumas, de pesado espacio,
y arrogante altura.
En el índice mismo de un número,
sentado.
En la cuadrada incógnita del aire,
sentado.
En la punta líquida del punto,
sentado.
Con la intersección del siglo,
Dormir con el plano pleno del vacío.
Dormir.
Con la recta curva del hablar.
Esta ocupado.
De dos en dos, con los dolores haciendo cuentas,
como simple jornalero, y nada pasa,
ya perdido es lo perdido, con las horas,
y entre las horas sumando solo relojes,
al buen servidor de cifras.
Y
En el dormir sentado estaba:
¡Contemplando al sueño!.
De manera que veía, aquéllo que uno encuentra,
en el infinito.
Donde...
No hay esperanza sin engaño.
No hay culpa con falsedad.
No hay futuro sin pasado.
En el dormir sentado.
Contemplar.
En un amanecer tardío.
Contemplar.
Un cielo anochecido.
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez