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Galbana...Insolente
Avanza el gris por el verde de la calle bajando al cielo su amarillo grillo de una amarga noche de verano venenoso comerciante hueco haciendo ácido al otoño implacable usurero rastrero interino sobre las oleadas de las nieves muertas entre los líquenes blandos siendo desmelenados desfiladeros que destejen del dolor las pesadillas en las plumas lanas del pálido suburbio con el racismo del cemento agrietado que sabe dulce despeinando sueños por la indignación del humo viejo que dice ser único divino puro espiritosa infernal cicatería del insomnio al infiltrarse petrificando al banco por el saqueo vaticinado midiendo al resplandor cenizas de las espinas raras semillas ralas de las naranjas desayunando insectos de las guadañas marchitando inviernos de las hierbas de los libros que nada duelen al pobre analfabeto del nuevo olvido seca la arrogancia del fantasma indecoroso de los círculos escogidos de los gusanos divinos fatuos disolutos respirando platos lilas desnutridas aguas tibias despellejando al desparpajo sembrando calamidades mercantes entre los aburridos vientos temblorosos maridaje montaraz aletargado del hipócrita leyendo en la comida las míseras monedas de las hambres del alambre lumbres pantanos arteros ilustre réquiem del incauto añico frangible icono del clavo barato insolente haragán.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ODA A LA INOCENCIA
Desmembrada multiplicándose por esta tierra imperceptible llegas de la raíz a las hojas del tiempo de pies desnudos cayendo sepultados en todas las nieblas evidente mil tambores. ¡Sangran sagrados!.
Silencios sin remordimientos en la miel desordenada de las campanas de las corbatas del veneno acumulado. ¡Desbocado manantial!.
En la ignorancia del ramaje de las calles pueblos, edificios en trozos.
¡Oh, inocencia!. Del reloj entrecortado bajo el infortunio decorando la impotencia de las aguas qué oyen lágrimas de nubes y tormentas. ¡Agitando sus olvidos!.
Sus campanas en la selva del cemento en la espina del suelo volcanes mordiendo la sed en una sola mirada desnudando los sillones hambrientos las cúpulas podridas los valores extintos las llamas congeladas.
¡Inocencia, oh, bella inocencia!. Vestida de intemperie aquí el océano teje los caminos de nieve riendo de las puertas de los hogares. ¡Hechos añicos!. ¡Inocentes olvidos permanentes!.
Busca, diamantina inocencia penetrar la destrucción negada del tormento del cabello en los techos qué crepitan en todas las calles los vientos con rabia levantando las manos ciegos en cada esquina menos que gusanos insoportables envueltos de basura sentados en la hediondez saludan sonríen haciendo. ¡Cadáveres a diario!.
Y sonríen... Sonríen, negándolo...Tapándolo, con circo y fiesta de pájaros en la madera con la saña del silencio provocado con las uñas de los dientes en la misma piel del agua y del aire.
¡Búscate inocencia... las carnes en otras tierras!.
Encuéntrate serena bajo las tumbas como aquí se venden los cielos sangrantes los escombros que hablan y dirigen los alfileres los papeles al temor de cascabeles con traje en la peor cara de la imagen perversa que se vende por las esquinas las palomas y los peces perdonados por el hambre del enjambre agrio.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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PECERA
Será Vidriosa La sed de los peces nada desgajada es, migajas de arroyos, en fuertes cataratas, engranajes en la sección áurea, arenosa, en la escuadra del papel, cobre al vidrio, por eso, las burbujas. Las marcas dan, a los dedos en los extremos incomprensibles, del cemento. Del álamo amarillo y lejano.
En Lo disímil Del No obstante En Los rasgos Esenciales De bellas formas Hay Un irreductible Porqué Del silencio Que atraviesa La Instancia del espejo Del imposible Al nuevo margen perdido. ¡Con la ficción que corre, bajo el discurso!.
Pecera, pecera, de vela el pez flamante.
Nueve esfuerzos salen navegando ocho fabulosos osos saltarines separados.
Sed de espantar rastreo obscuro peluche escucha amable esquirla.
Migajas sobre espectros sanos. ¡Seis salen nadando orando!.
Será el porqué de vidrio disímil plástico. ¡Qué recorre incorpóreo al bosque!. La razón fracturada el pecho. El sentido viable, inestable. ¡En la realidad anclado sueño!.
Por La voz vivida del candado. Espinoso. Lenguaje despojado que desmiente. Al papel del emerger insomne. ¡En el ámbito qué solo excluye!. La deshecha y marginada consciencia. Un torbellino entre pocos charcos. ¡Al tigre del arroz cocido!. Pecera y billetera. Paz de pena. Pana y porcelana. ¡Paso vil!. Inmediato. Desigual. ¡Quejumbre de podredumbre!. Ensordecimiento del quebrantamiento. ¡Deshonroso garboso alabancioso!.
Pecera del pesar pesado. En La Timidez Accidental Del Ágil sólido hábil neófito ¡Del escándalo fructífero satélite! Como ¡Del célebre célibe cíclope!.
¡Oh, ya no lo sabemos!. Olla de fantasía. Ollar de caballería vacía. Del ánfora disímil una pecera vana acuosa.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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AMNÉSICOS NECIOS
Por los círculos y masticados ángulos. ¡Son víctima y verdugo tres olvidos!. Más cautivos que millones, y masivas las agujas. Ya reptan sus captores, los castores, en la sombra metálicos discursos.
¡Tan amnésicos, tan necios!. ¡Necios como amnésicos!.
Por los triángulos desnudos humos, las coronas amasan los collares, en las nieves, las tiernas hojas. ¡Son las muchedumbres escombro!. En cada hombro. ¡Puntos suspensivos!. ¡Ríen deshabitados!. Sin manos.
¡Tan necios, tan amnésicos!. ¡Amésicos como necios!.
Salir por los inmediatos intrincados, pocos bosques raspan. Muchas cabras sin dalias quedaron. Muchos proyectos comen mitos, con la multitud de huesos y semillas, entre tiendas secas y descoloridas.
¡Tan amnésicos, tan necios!. ¡Necios como amnésicos!.
¡Cuánta división agrupa guantes!. En la cuna que perdió su rostro. En los trenes de corderos. En la lengua de los cerdos. ¡Hay cardos, espinas, cedro y gusano!. ¡Y el futuro, añicos hecho, solo llora!.
¡Tan necios, tan amnésicos!. ¡Amnésicos como necios!.
En la mitad, y la fiebre de paloma, una campana esculpe una navaja, con cemento irremediable, y estrujado, el perfume maniatado. Más allá, la pureza es frágil. Y los insectos compran cualquier lombriz.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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