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FANTASMAGÓRICA NEGRURA
Después de la agria disputa de la tarde con la noche, había pensado en los sufrimientos que por la madrugada esperaban, la carrera, temerosa, al contacto de la luna, y las estrellas, palpando las obscuras intenciones de los buques, angustiados que iban a ser sacrificados, dulces, en las playas invocando la razón más fácil que la exclusividad de la envidia, como un trofeo de caza detrás de la presencia que lo aspiraba, y lo expelía al ritmo entrecortado, como un autómata en la pesadilla dando órdenes, en la calle que no escondía, más el rostro agrupando cifras con una gran nitidez, como si percibieran el interior confuso transparente, que estaba dislocado en partes donde todo el escenario se inundó de remolinos.
Las alas de una nube silenciosa, pasaban impasibles con la vista indicando un vuelo circular después de recorrer el primer folio, con una lupa para el examen de autenticidad en la lluvia, que se siente deslumbrante, y traza una espiral que desciende por el cielo, en la extraña actitud de una ventana sin levantar las cortinas, por el zarpazo de las siluetas, negras pletóricas tétricas y sórdidas. ___¿Y después?... Me dicen las envejecidas ausencias en el viaje marchito sin cesar en el miedo enterradas. Acabamos de resumir que hicimos en tantos años del atardecer, en el campo capaz de pedirle prestada la sal al mar, alargando el asombro del azúcar, usada untando las palabras idénticas a las frutas en almíbar recorriendo, un vacío inagotable, sin esperar respuestas suficientes, en el vértigo encarnado, que fue aprovechado al despertar en un antiquísimo momento posterior.
__¡Sí, después!... Después se arrepintieron de ello, es cierto, pero el coraje faltó a los mejores deseos, que tenían sus dos extremos quebrados hablando precipitadamente duro en seguida de un trago corto, y enérgico sobre los que tantos años habían acumulado su hollín, en diagonal ordenado, mostrando preferencias por los escaparates soñolientos, mucho más pequeños que el estrépito cayendo en seco. un poco a la deriva en la soledad orquestal excesivamente distraída por el clima templado con sus intermitencias metálicas cuando. ¡Cuándo cruzaban las réplicas del silencio, exacerbado al fondo!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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OVALADOS MOTIVOS
La cosa, caza, el ajenjo. Ahínco mohíno. Paje del embalaje paraje. Caza, la cosa, el ajenjo.
Descarnados. Motivos. Ovalados. Una vez fotografiado el destino. Reformuló un acertado comentario. Estimulado el nerviosismo sedentario. Eliminado el estilo polifónico.
Es Voz Ados A partir de la inmediatez humana. ¡Con la taxidermia textual!. Plástica oportunidad discontinua. Colofón de validez solo retórica.
¡Oh!. Bala. Voz. Intrínseco proceso a un paso del pasmo. Del consumo del colapso que vende. Dos somníferos sin lustre. En la indignación óptica impuesta.
Motivos. Descarna. Ovalados. La etiqueta infinita incesante. Más dérmico empalme que holográfico. Aséptico receptáculo inmanente. Limítrofe matiz obligado.
¡Motivozobalados!. Descarna. La. Dimensión al filo permeable. ¡Axial fuerza del vital cajón!. Bebiendo los afanes más extendidos. En los últimos tercios de las orillas.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Historia ocular
Historia Ocular de ceguera completa Erupción de disculpas Al desvirtuarse vidriosos Al recrudecer las campanas. El crepúsculo tejido El jinete torvo Pantanoso Parpadeo.
Cuando el hielo y los dientes se juntan con hambrientos ojos son crueles de escarcha cubiertos, dónde se derriban árboles, y se pesca hierba, qué se ha de ir a buscar dónde el vino y el té son iguales, al hollín de seda, abiertos a la ribera de brocados diferentes, a la lluvia, todo el año, dónde el arco caza salvaje, el agua desnuda, de ojos azules, la escritura oscurece, qué, ya no leen, ni el sudor de izquierda ni derecha, de la frente arrugada de la noche delgada y el ojo está encerrado en una lámpara velada, en un triángulo. Donde el brillo y el grillo se entremezclan, cantando, y hay un rectángulo de idéntico color, que sostiene otro triángulo donde una flauta suspira...Historia ocular, de ceguera completa.
Erupción de disculpas Al desvirtuarse vidriosos Al recrudecer las campanas.
El crepúsculo tejido El jinete torvo Pantanoso Parpadeo. Y lo dices ¡Cómo el sueño de otras noches de limpias aguas!. Y lo dices ¡Cómo el crisantemo qué deshoja la maceta núbil!. Y lo dices ¡Cómo el invierno al estirar las piernas dormidas!.
Por el ojo enrojecido a velocidad reducida. Y del rostro mastica fragmentos de sueño, de tardes usadas, mastica la paja girando en el patio lo qué podría ser dientes de sol dientes cargados de sueño, de tardes usadas, de colchas de hierro de argollas de jarros.
El ojo para disipar mil penas, regresa a sus fuentes, ¡Al río de corazones sedientos! Y Se Toma todo párpado, pestaña y enretina las mañanas del sol de mañana...
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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