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YA ENCAMPANADA
Ya, ya... Ya encampanada. Sembrando su miedo va la sombra, tras los rayos angustiosos de la noche torturada, y dolientemente iluminada por el aroma desterrado. ¡Donde las estrellas se aletargan cayendo entre pestañeos!.
En campa... ¡Nada, nada, nada. Ya va... En los sueños. Temblorosos del espejo. En un pedazo de recuerdo. ¡Enfebrecido!. En la carne ya.
Encampanada. Entre las paredes. Hay inquietas esperanzas. De paso esquivo en las palabras. Que guardan sus llaves al pan de los candados. Corrosivos en la nube que fragua dulce al fuego ya.
Campaneando. Donde la mirada. Se sumerge vespertina. En la sonrisa del espejo ya. Ya no hay asombro ni desdén. En las rutas legendarias del arrobo.
En el tren de un lenguaje fino con la vaga consistencia. De la ceniza, con el roble que avanza al fondo. Por el monte de la cuna sólida y blanda. Entre la creciente inauguración. De la fruta lisa y jugosa. Entre las orquídeas.
Va, va, encampanada la sombra sembrando su miedo. Entre el quebranto de los edificios que bailan, en la fragancia de las últimas promesas, en la desnudez de las arenas va, va, en la peregrina campanada, en la tarde grisácea.
Nada el océano por el cielo!. Todo, todo. Todo quieto. En la espuma sin olas. Sin el capricho fantoche ya no. Es ameno y pegajoso oleaje. Alcaloide y contratiempo. Intacta sal y burbuja.
¡Campanearse!. En el corazón de las esquinas, arrugadas las tardes que sus muletas mecen, entre los ojos de los teatros y venenos, donde pronuncian y queman rojas, las agujas oxidando los insectos, en las propias venas vanas.
¡Ya encampanada la melodía del silencio teje su ausencia!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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EXORCIZACIÓN ARDIENTE
En el balcón de cada instante vagan, los sueños de los relojes imposibles, cuando de las tardes van cayendo, los perfumes abrumados invisibles, por las mejillas ignoradas, secándose lágrimas estériles.
Porqué Se alejaron las montañas de la nieve, los fríos zapatos de noche. Se alejaron las sonrisas temblorosas, y los caminos levantados por el sueño.
Siendo informados los gorriones, de la nube rosada escasa, del arbusto asustado, y el último zorro.
Allá no estarán los caballos ni los cobres, tan cercanos al candado envidioso. Allá no estarán aguardando los gatos, tan dulces como la arena grises.
En ese instante vacilante van, los claveles recién nacidos, en la miel volando, ancianas ovejas.
¡Por el porqué de los parques parcos!. No sepultes las ventanas, donde el cielo las puertas cierra, y la tierra expulsa los volcanes.
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
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Poeta
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COLORIDOS ARGUMENTOS
Porqué ese día los ángulos eran azules y sensibles caminando en la fuerte penumbra de la pirámide escondida en un saco, en la concha del silencio, y la esquina de cabeza contra un muro. Nadie veía. No, nadie estaba, solo las llaves viendo un viejo candado, inmenso en la pulsera del brasero café suspendido de un cuchillo. Colorido, contrariado, confiando en la consciencia confidente del convoy. Pero el camino ahora solo habla por las ventanas taladrando las tardes con sombrero y vestido rojo.
No es tan transparente en la táctica taciturna del tarro al tallo, doliente y duplicado por el barro del perro. Pues así, el musgo recordará la infancia atrapada en los nombres subterráneos cercanos al velo del aroma de los corchos asustados. Y que no se mueren del todo sorprendidos alargando el cuello al día menos pensado con la dulce pereza amante de la hoguera entre las sombras que suspiran como mustias áureas de amargas azucenas padeciendo el misterio amarillo.
Además, en la tierra de los cuervos se desnuda un tren junto a la vía florecida por los pétalos que duermen, y buscan destempladas las orillas y escaleras del jacinto bajo el espejo del jabón atrapado en las burbujas.
No obstante, los párpados del bosque construyeron el olvido de los lobos tan azules, que parecían hacer signos, y siglos al reloj del gato cercana la medianoche. Pero...¿Porqué ese día?. Pues el eucalipto lo ha dejado olvidado en el lago presuroso de las hojas entre horas y neblina que nada entiende de la nieve por el heno rendido en las calderas, casi indefinidas, mordiendo al sol el amarillo que despliega el ancla con los peces traficando con los techos por las casas abandonadas y el vuelo de las calles huyendo en desbandadas.
Así, como verás, hay algunas cosas que leyéndolas nadie comprende, las razones verticales en su alto rebaño de místicos cristales, de hábito maligno. ¡Sí!. Sabes ya de la porcelana pensativa y de los riscos tiernos en la intimidad de los agravios, pues los dardos torturan los marfiles y al abismo tenaz. Siendo todo al final más que flexibles, las razones del caramelo en el martirio de la edad temprana.
Por tanto, la sed de saberlo es un colorido quebranto.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ACRISOLADO VIANDANTE
Me dices que digo: Anocheceré temprano en lo que cabría una tarde. Porqué piensas que pienso. Acrisolado viandante. Siendo soñado por el viento. Y que. En la medalla de sueños hay una montaña, con un violín de cristal adormecido, en la mitad de una burbuja, por donde un glaciar esponja indemne. Viandante siendo solo pienso. Porque cabían mas sombras tibias.
Viandante, viandante, solo viandante. Por el ruido del albañal giratorio y pasajero. Por el cubo de dos manos etéreas y vacilantes. Por el peregrino del pergamino fiero y llano. En el plácido gorjeo del infinito. En las espaldas virginales del candado. Con la entrada del crepúsculo bañado. En la flecha del viento y de la jungla. Tanto como si hubiesen cabido las paredes. ¡Por el vidrio que camina al borde del lago!.
Acrisolado solo por el hálito impropio. Allá por donde el árbol forzó la nube. En la tortuga gemela del metal. Como si la nube hubiere forzado la tarde. ¡En un intachable tilde protervo!. Como si la tarde forzáremos soñando. Por el vano atemperarse execrable. Ante el llanto del débil y del inocente. ¡Con todo lo tétrico hierático y servil!. En la estaca necia de los adobes mercachifles.
Viandante, viandante, del acrisolado ultraje. En las jaulas del tedio inactivo seríamos. ¡Bicarbonato bienhecho de bicicletas!. ¡Pescadores del polígono perplejos!. Entre el amarillento perentorio. Entre la verde indecencia. Entre la ecuánime transparencia del rojo. Entre el azul fogón del menosprecio rosa. El olvido más gris del basurero más cercano. Leyendo las tenues jorobas del patio enlodado.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Amor...Ámbar
Ámbar ambos marejada melódica Catarata muslosa La noche tibia La brisa tenue La gracia dúctil La espina fértil
¡Pulsátil marejada! Ámbar ambos Final de los principios Cadenas y candados ¡Sin faldas el volcán!
Lava Engendra Melódica La vida La noche fértil La espina tibia La gracia tenue La brisa dúctil Muslosa Marejada Ambos Ámbar
¡Catarata miel pulsátil! Cadena de los principios Candados y final El volcán sin faldas ¡Lava engendra y la pureza limpia...!
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Principios reptílicos
De Cuantos adolescentes arcaicos sumergen. Algo el cuello como lagartijas y azulejos. Que... Sepultan los oros, coros de loros y colmillos. ¡Siempre!. Suntuosas las oraciones, venosas y avellanas. Está. El ónix por turbias persianas. ¡Ah!. ¡Cuántos adolescentes balconeados sueñan!. Punto. En éste milenio de híbridos lagartos. De alfombrados y enrojecidos cielos. Ser. ¡En éste siglo de consciencia volátil!.
¡Príncipes reptiles!. Repetí___Dos___Principios.
Y desgranadas innúmeras cosechas. En los muchos invernaderos cobardes. El misterio de los incógnitos erizos. Universo. Por los muchos desencajados zopilotes. Infinito de ciegas brújulas, especulo, dátil y cúpula. De densa danza, lanza y diferencia.
¡Maldad qué tan armoniosa fluye!. Propia. ¡Crueldad qué tan simétrica carcome!. La vida, entre las muertes, rastreras y turbias.
¡Panreptílica enflautada!.
Entre telúricas desgracias. Donde La pattt...ria ríe ruidosa. La Salunivers___frac___ocasotajo. Luz vestida con lenguas funerarias. Sé Quito de Marr---Anos es ya... Enciende Lava y gime fabricándose huesos. Y Danzando vuelan pterodáctilos. A paga, el cadavérico inmundo náutico vacío. Como antes colectivo daño inconsciente. Los perfumes de cada presente adoloridos. Latidos sistólicas espinas, y diastólicos candados. Del nuevo reptilear principesco. ¡Coco!. Corazón.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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