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Cuando tú te fuiste quedó detenido el tiempo Mi vida fue laberinto de tinieblas obscuras Destinos inciertos, que mi alma surcó Camino desierto de arenas rojas Sangre derramada por mis ojos, lagrimas De sal que todo cubrían con un manto negro De soledad, penas que no podía arrancar Piel ajada por calores helados, quemado Mi corazón ya no podía latir sin ti Dentro mío campos vacios, penumbra de muerte Tristeza infinita siento, si ya puedo verte.
Por Conrado Augusto Sehmsdorf (Kurt)
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Poeta
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NATURALMENTE...
Natural Mente.. Mira el verde brillo de los campos azules los cielos en las retinas de la primera esperanza en la suerte bondadosa qué naturalmente mueve al sol en su cielo azul en su amarillo en la dulzura del agua del viento en la tierra del corazón de la vida de las hojas escritas del árbol viviente ramas raíces y frutos en la memoria guardados en el futuro qué aguarda el verde brillar de la esmeralda al diamante... ¡Encarnado!
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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EL GUARDIÁN DE LOS LIBROS ___Jorge Luis Borges (Argentina)
Ahí están los jardines, los templos y la justificación de los templos, La recta música y las rectas palabras, Los sesenta y cuatro hexagramas, Los ritos que son la única sabiduría Que otorga el Firmamento a los hombres, El decoro de aquel emperador Cuya serenidad fue reflejada por el mundo, su espejo, De suerte que los campos daban sus frutos Y los torrentes respetaban sus márgenes, El unicornio herido que regresa para marcar el fin, Las secretas leyes eternas, El concierto del orbe; Esas cosas o su memoria están en los libros Que custodio en la torre.
Los tártaros vinieron del Norte En crinados potros pequeños; Aniquilaron los ejércitos Que el Hijo del Cielo mandó para castigar su impiedad, Erigieron pirámides de fuego y cortaron gargantas, Mataron al perverso y al justo, Mataron al esclavo encadenado que vigila la puerta, Usaron y olvidaron a las mujeres Y siguieron al Sur, Inocentes como animales de presa, Crueles como cuchillos. En el alba dudosa El padre de mi padre salvó los libros. Aquí están en la torre donde yazgo, Recordando los días que fueron de otros, Los ajenos y antiguos.
En mis ojos no hay días. Los anaqueles Están muy altos y no los alcanzan mis años. Leguas de polvo y sueño cercan la torre. ¿A qué engañarme? La verdad es que nunca he sabido leer, Pero me consuelo pensando Que lo imaginado y lo pasado ya son lo mismo Para un hombre que ha sido Y que contempla lo que fue la ciudad Y ahora vuelve a ser el desierto. ¿Qué me impide soñar que alguna vez Descifré la sabiduría Y dibujé con aplicada mano los símbolos? Mi nombre es Hsiang. Soy el que custodia los libros, Que acaso son los últimos, Porque nada sabemos del Imperio Y del Hijo del Cielo. Ahí están en los altos anaqueles, Cercanos y lejanos a un tiempo, Secretos y visibles como los astros. Ahí están los jardines, los templos.
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Poeta
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CAMINO NOCTURNO
No había una vez, más, encendería la luz y si necesitaba copiar algo, iría así no más, a la luz de una vela, de barco eran las esperanzas, como una pequeña balsa, dentro de su vida. Afuera del cuarto, bajo la ventana, no había quién opinara, en la cabeza el frío languidecía, al imaginar aquéllos incidentes. Por fin, se acercó a la jungla un viejo tigre qué le miró de frente, como en alguna infancia polvorienta en la infancia tierna del circo, acompañado de vientos, rotos los pantalones, aunque la lámpara de aquél recuerdo estaba húmeda de alegría, tal vez demasiado para vivir ahora en cualquier pantalla.
El camino nocturno del regreso de la función, el día anterior, era liso, bajo los zapatitos gastados, del correr campos verdes y cosechas. Pensaba, del espacio llena la mirada, y en las llamas, elefantes y camellos. Nocturno en el camino del circo. Y soñaba, universos de cebras, malabaristas, como un destello qué la memoria estremece. El circo, ahora, está en las calles, diarios, televisiones y las armas gozan viendo solo sangres. ¿Porqué debía ser así, no lo sabía? Nocturno, nocturno, en el camino de regreso.
Y con un sonoro arrullo, honesto, el tiempo daba tibios bamboleos, con ardillas en el bolsillo estuvo feliz ese día por la tarde, luego clavó los ojos en la pared agrietada y salieron amigables las arañas, los pececillos, las canicas y en su lugar el trompo y el balero... No el yo-yo, juego de muchos en la vida. De pronto, la noche terminó por despertarse, encendió la luz, con una flama, de vela era el mismo barco, y el mismo recuerdo del camino en la luna qué vivía, y a lo lejos le decía: ¡Estás en la luna, de nuevo!. Camine y camine, de noche, nada más.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ENTRE MAREJADA IMPÁVIDA
Por el sobresalto de la hidra, el sobresalto de la hidra que al ángel deja helado, que se mofa de los trombones, la hidra, fuma del jardín melones, por las más numerosas, migraciones, sobresaltada.
En Tre Mar Impávida, marejada.
La Hidra...¡Con hidrofobia de hielo seco!. Entronizada. Muestra. Los brazos de las abejas. Los dedos de las diademas. Pétalos, metales, sílabas pálidas, y magnéticas plumas rotas.
La Hidra por los campos duerme con los afanes terrible. La Piedra impura aspira de las bestias el surco infértil.
La Fibra tiene un ritmo imantado muy raro y multiplicado. En La hidra terrible, piedra infértil, vibra en lo que duerme. En Lo que impuro aspira. En Lo que imanta raro.
¡Con los afanes de las bestias multiplicando!.
Sobre un alacrán en gotas, quemadas por los años, entre inagotables lavanderas como enredaderas, siglo aterrado como una fruta seca, por el que fue ignorada copa, por el que fue tierra fragante.
Entre Marejada Impávida
La muerte polvorienta del superficial pantano que triunfaba, que carcomía, que relucía, es aquélla voz de abismo, de verdugo.
La hidra de la piedra hierve Fervorosamente petrificada.
Como vil reptil de añil, sobresalto subterráneo, de hidra, de piedra porosa dulce, que al ángel hurtó las alas, y al habla dejó mudando, los retorcidos castillos, los agitados perfumes, los frágiles castaños, y de la tribu, perdió el sentido más puro, más edificio, más avenidas fatales. Sin Esperar En voz alta, audífonos ensordecidos, de patios abandonados, lo que anunciaron del bebido conjuro, del dinero resucitado, una sepultura.
De las cálidas pupilas una quimera teje la negra tarde mil mixturas miel con la piel de hiel en un innoble temblor audaz del mar salado, mar temido, mar herido, mar perdido por la espada, del pez, vela, buscado, perplejo símbolo en el último adiós hidrante.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Recuerdo canino
Perro Dorado Canoro Te alejas Por ladrillos Y Adobes de rejas Y Corderos de oros.
Fiel al coro ¡Amigo! Con el silbato Le dejas Los campos y las quejas El lobo y el lloro.
Y que la Liebre, vibre, libre. Can amigo De lejana tierra El acento Encanto danza ¡Fiel frágil néctar fértil!. Entre ladrillo y ladrillo, por los campos. Perro Franco Entre las alas de las tardes Donde álamos y robles son galas Y las hojas del viento Mueven Los cantos, pájaros, ayer y mañana.
¡Enmemoriando las infancias!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Final feliz
Destejido por el río Un cangrejo pinta flamas por la hoja que sonríe bajo las esquinas que van entre los huecos negros lagartos extendidos sobre dagas blancas.
Feliz final feliz Final Feliz. Encima de jabalíes que buscan acordeones. Y los niños huérfanos se cosechan.
Encima de gusanos de corbata y lentes. El vinagre corre bajo dermis azulejo.
Encima todo aquél que morirá mañana. En la ceniza carcomida por el vidrio.
Final feliz final. Feliz Final.
Laureado con mil ataúdes distintos. Cada hora, cada día, por mil piratas.
¡Ya gimen los campos y los sapos secos!. Tres ángeles de polilla, visten las nubes. Los colmillos del escorpión limpian las ventanas. Opacando y masticando perlas de carne.
Con el cadáver de sueños marchitos. Y un hogar decapitado por premio.
Feliz final feliz Final Feliz Con las bicicletas de ceniza dulce. Y juguetes hablando solos.
Con cada pañal ahogado sigilosamente. Y las jóvenes esperanzas, engañadas.
Azul y amoratado el futuro agoniza. Y aquél que lo diga, termina, organizado.
En Un Final Feliz, final, final, feliz.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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CON TU SONRISA
Destellan en tus ojos. Las estrellas. y cielos. Estaré yo... ¡Ahí!. ¿En tu corazón latiendo?.
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Campos y valles alegres. Dentro de blancas nieves. Tus labios y cristales. Son minutos callados.
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Entre las diez flores. El bosque dobla lunas. Y el suspiro amargo va. Subiendo y bajando nubes.
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Cultiva vibrante mis labios. Abrillanta mis colores. Cicatriza mis heridas. Siembra secreta calma.
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Con tu sonrisa. La madrugada. Es huerto. Y sueño. Con Tu Sonrisa. Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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