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MIRA COMO SE MARCHITA LA ROSA... Autor: Ryszard Kapuscinski Polonia 1932 - 2007. Poeta, periodista y ensayista polaco nacido en Bielorusia. Uno de los grandes maestros del periodismo moderno, Licenciado en Historia y Arte en la Universidad de Varsovia, en 1954. Fue profesor visitante en las Universidades de Caracas (1978) y en la Temple University de Filadelfia (1988) y lector en Harvard, Londres, Canberra, Bonn y la British Columbia University de Vancouver, Canadá. Libros más importantes, se encuentran "La Guerras del Fútbol y otros reportajes" 1992; "Imperio" 1994 y "Ébano" 2000. Doctor Honoris Causa por la Universidad Ramón Llull de Barcelona en 2005. Este es Versión de Abel A. Murcia Soriano De "Bloc de notas" 1986 (Poesía completa - Bartleby Editores 2008)
Mira cómo se marchita la rosa...
Mira cómo se marchita la rosa está desesperada aún intenta brillar aún le gustaría relucir abrirse despertar admiración
pero los pétalos son ya alas rotas de un colibrí
cada vez más encerrada en sí misma ni siquiera habla de su antiguo esplendor se le cae la cabeza se marchitan los labios se extingue toda ella concentrada únicamente en su languidecer
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Poeta
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Empeoramiento Frondoso
Los peores humos desayunan, las plumas temblorosas, de miedos nuevos, mordiéndole al pasado las arrugas. Dime si puedes: ¿Quién inventó éstas preguntas?. Si el hacerlas le duele a las respuestas. ¡Ven, vamos vamos!.
Vamos al jardín de las palabras. A labrar el alabastro menos fanático. A lavar la memoria, menos borrosa. ¿Qué dios necesita del hombre para ser lo que es?.
¿Qué dios sin alabanza perece?. ¿Qué dios necesita que lo ayuden?. ¿Es la noche menos noche si no la miras con estrellas?. ¿Ves más tú sin mis ojos, en tu piel que nada escucha?.
Ésto me preguntan los sombreros, que han perdido la cabeza, y los vestidos el cuerpo, y la voz la lengua, y el silencio la fuerza, como las palabras la razón, como la materia el espíritu. ¡Desayunando el humo al fuego, y la ceniza la leña el árbol!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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De la luz del día, Del blanco planeta, De Venus y Urano. Heroína de prensa, De calendario, De película. Piano de cobre Color plata Picasso Y yo… Que vivo escribiendo poesías Muertas. Penumbras de un sol, Que no será victoria Pues, Vivo sudando Y con la cabeza llena De dolor, por ser cobarde, Sonriendo aún así, Al mar, Lleno del rojo de las rosas De la soledad Que no deja de habitarme.
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Poeta
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DESINTEGRACIÓN PROGRESIVA
Mudas las noches duermen, saltan del sueño, sienten, y piensan encontrarse, almohadas despiertas, al sol cantando, y el mañana sin nublados.
Enrojecidas, inertes, las almohadas ya no sueñan. El cielo perdió al azul, y perdió, azul el mar por ser sangrado.
Acorta la vida el arma, y el miedo ahoga las razones. Silencios como escudos perecen, silencios como conchas. Ausencias como agujas vienen, ausencias como olvidos parten. Alientos como vientos tristes, latidos como corazones yertos. La memoria se ahueca, se borra, desaparece. Sepulta entre los ojos, petrificados, sueños, ácidas, lágrimas. La consciencia abandona la cabeza, perece la virtud, y busca otras épocas, una brecha, por donde iluminar otra especie.
La muerte recorre el aire, desbocada, hambrienta. Los anhelos se desvanecen, sepultados por los hechos. La ambición de ocultar invade, el corazón de las fiestas, el amor por el poder. Reprimir, el valor de ser, consciente, libre domina. ¡Suprimir al silencio mismo!. Ocultar miles de ausencias, con cientos de olvidos, diarios mudos vendas blancas. Los silencios y los féretros, en el rincón de promesas. Y un acordeón despistado, como un himno patético, resuena, delante del incontable, cadáver que aparece, en la tierra destrozado. ¡Por ésta!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ODA AL ESPEJO (I)
Ahí al frente con tu mirada transparente el tiempo de perfil con la camisa y la sonrisa vistes la ropa nueva el reflejo goteando arrugas estremeciendo hasta el fondo la luz perforando la esperanza que sigue buscando la cabeza el cuello las mejillas con blusa blanca la corbata descifrando el nudo.
¡Oh, lindo espejito!. Muchas veces implacable el cabello cae cantando por el peine invisible haciendo gestos roto y empañado entre la luz labios de cristal espalda intacta a veces buscándome siguiéndome. En los ojos abriendo con agua tibia la espuma entre los dientes. ¡Vagos recuerdos!. Envejeciendo matutinas noches vespertinas nieves en la cabeza. ¡Fogatas!.
¿Qué puedo hacer?. Me seguirás viendo inclemente desnudándome la misma cara herida por el tiempo habitación distinta. ¡Cambiando siempre!. Haciendo lo mismo. ¡Qué yo!. He olvidado de mí pensando. ¡Qué nada cambia!. De la apariencia el fondo con la imagen. ¡Qué nos mira!. y desconoce objetivamente. ¡Solo por fuera!.
Mi reflejo solo un rato en el baño solitario en la sala acompañada sonriendo como sombra con luto ajeno resbalando los dolores. ¡Qué llevamos!. Reflejados en otras lágrimas muchas veces ocultando por los años en ese peinador.
¡Qué cambia!. El tiempo a nuestra imagen y semejanza. ¡Reflejándonos solamente!. Gracias, gracias, gracias.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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POR UN ÁRIDO QUÁNTUM
Sediento apresuró el paso, con el pensamiento puesto en la penúltima partícula inestable, sintiéndose culpable por no haber realizado la experiencia qué se proponía, por no haber materializado la chispa coloidal transversa, y haberse trasladado a esa zona escalonada y espiral qué se registró en el barométrico nanosegundo; Y al mismo tiempo se sintió extrañamente ridículo, preguntándose lo qué habría podido suceder...
¡Tal vez haya sido sólo mi fotoestesia refleja!... Pensaba tranquilizándose ligeramente. Con estas nuevas retinas, el implante bien puede haber reprogramado mis conceptos de los taquiones amplificados qué expuse en la aproximación teórica el año pasado... Ya veré cómo tratar los procedimientos indirectos de la fotocromía subjetiva, pues lo único qué espero obtener son duplicados, fotografiando el fotocromo en otro clisé autocromo como el qué tengo occipitalizado... El lugar estaba tan tranquilo qué las ondas de las últimas versiones de feromonas discurrían con lentitud. Replicándose atras del aire, dónde se mueven y se fusionan... En el asteroide veíanse las seis macrocápsulas blindadas ligeramente opacas y flotando en algo- donosos campos energéticos pulsátiles. Parecían algo abandonados y un poco misteriosos. La habitación permitía apreciar frecuentes lluvias de estrellas, aunque los anillos del planeta cercano eran incómodos y las cámaras ultrasónicas estaban parcialmente obstruidas.
A través de las mismas, su figura delgada, cabeza y barba alargadas, contempló cómo caía una espesa neblina brillante. Cómo secas hojas lentas y seguras.
La verdad, mi verdad, encontrará la salida objetivamente, y me abriré paso por tanto laberinto dudoso en teoría planimétrica, pienso en la cara qué pondrán. Seré breve y explícito. Y sobre todo veraz. Pues he empeñado mi mejor esfuerzo en escribir, enmendar, corregir y volver a repasar la teoría con énfasis epistemológico. Tanto qué mi vista se ha sumergido en el fondo del fenómeno qué ha comenzado dentro de éste mismo a mirarse, a observarme, singularmente expectante y complacido. Pues he llegado a creer identificar cómo se traban entre sí sus relaciones catatímicas. Ha bajado la temperatura y en la habitación el aire es lento. Las alas de la inquietud silenciosa trazan círculos qué descienden por las paredes semitransparentes; Y recuesta instintivamente el cuello en su almohada gelatinosa hasta tocar el respaldo abatible del antiguo sillón en sus oscilaciones ligeramente vibrátiles. El incidente ha roto el hilo del tema y ablanda ciertos rígidos conceptos.
Todo empezó entonces a pasar cada vez más de prisa, ante la extrañeza de la mirada, no supo cómo creció y se destruyó la idea. Y menos en el recinto caótico de temporalidad abstracta dónde se hallaron los ojos aterrados ante una amenaza ocular exterior. La pérdida de este relámpago cognitivo pareció haberlo afectado profundamente y no consideró prudente hacer una réplica de lo mismo y rescatar algo. Sin embargo la impresión no fue desagradable en extremo. El tiempo entonces, lo comprendo, existe, existe, ya lo sé, pero hay tantos cosas qué no entiendo aún. Incluso cuando se concibe alguna idea fantástica y se llega a soltar alguna ocurrencia oportuna... Pero con frecuencia se cae estrepitosamente o se queda flotando como suspendida de una argolla qué no se debe tocar hasta una ocasión más idónea. Esta historia, claro, bien pudiera durar años, dónde los más discretos callan y poco se atreven a preguntar.
Como esta vez, semejando un árido quántum en el espacio subjetivo, se desplazan las ideas como las plantas y las flores en un jardín esperando cultivarse... La respuesta seguramente está en una posibilidad inesperada, cómo una sed latente ciclándose en su aridez.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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BÁRBARA SABIHONDEZ (Texto Neosurrealista)
Porqué sabemos que pasó el futuro visto en la perpleja primavera añeja en el otoño sin presente sólo tránsito del tiempo plano del espacio retráctil invernal...
Así en Bromatología, las grasas se aproximan a las cremas, en la cabeza por la encina que llueve con hojas el otoño que regresa en los márgenes llenos de sombras, y por otros amarillos dónde se ven y se deslizan carreteras, y los tambores cuelgan el silencio en el bosque que alimenta la vida verde cuándo vive, vecino al helicóptero viril libélula en el equilibrio que facilita el oxígeno, oro y petróleo, con el sello del planeta todo. ¡Sí, mira!El futuro llegó, y se fue en una red amarillenta y superficialmente fugaz, que ablanda la carne y coagula la leche con las hojas aromáticas del olvido y la codicia... ¡Sí, mira! A lo lejos están, los lugares calientes, dónde se hace grumoso este tiempo, que se opone a la acumulación de reservas en los edificios de papel, cuando las ventanas ya no encuentran la puerta, y el amor resulta mentira en su clámide mortaja .¡Ah, sabihondez y barbarie! Excelso presente. Porqué las estatuas se desnudan, y provocan, y despliegan perturbaciones digestivas en el cerebro de los panes desde los tiempos prehistóricos. De tal manera, que otorgan sinsabores en abundancia, y más, cuándo se les agregan frutas frescas dónde se eligen hojas comprensivas, tallos compañeros firmes, y plantas en plena madurez, antes de que florezcan las indiferentes monedas que detienen la caída del cabello. Sabemos por el proceso de cocción de la consciencia, que se emplean envases cada vez más irresponsables, que se secan cuando están duros, y quebradizos abajo y a medida que se van cortando las manzanas pecadoras, las peras del olmo, los duraznos vigorosos en el césped y en el tratamiento por vapor de agua, por los minutos prudentes del aguante para evitar la combustión rápida. Aunque el jarabe diluido se calienta hasta que hierve, entre los sueños inquietos con agradable humedad dónde el sabor es redondo, y las semillas numerosas rosas, que van con una porción coloreada en rojo más o menos intenso según la variedad y ánimo del leñador... Pero antes de decir: ¡Te amo como a mi vida!, cuando ya es un cadáver llorando el infeliz destino del polvo, que es la esencia misma de un anhelo del más popular paraíso explotando al enjambre de insectos zumbadores... ¡ Y con esta sabihondez lo explican...!. Pues las escaleras están debilitadas, y ofrecen más esperanzas que curación, y la suerte es el mejor plan de argumentos amontonados en la sala de un hospital que surgen de la obscuridad, y creen saber lo que pasa en los ojos del animal que brilla y se agarra tan sólo una vez basándose en los baches del fuselaje, absortos y comiendo pedazos de recuerdos en la noche más buena... Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ODA A LA LÁGRIMA (I)
Vuelas cantando dentro y fuera acuoso duplicado de ríos, océanos, lagos de llamas alegrías dolorosas en cada día minúsculo a tus ojos.
Una vez de muchas que llenas lavando lluvias formando arroyos desiertos cosechando arenas tempestuosas a veces camino y voz, y canto, y llanto uno solo en una gota, una de muchas millares de infinitos en el párpado esencial.
Que vuelve en en sí, la sal, en dulce, ácido, amargo, fuerte, débil, que vuelve heridas que queman, las sonrisas, engañando, las ventanas escondidas, en el silencio, en el aire, en el hueso.
¡Huecos midiendo humedecidos, los perfumes agudos y esféricos!. Si, sí, humedecidos, en el recuerdo derribadas, el recuerdo derribadas las pestañas amarillas, del oro humo de pronto.
Mil veces cicatrices en los ojos invisibles de los latidos ajenos a la piel propia en el tela mecánica insensata en el bosque en la pradera en los fuertes pequeños gritos bajo la lengua porque seguiremos viviendo, recordando, la soledad inagotable, enredada en el pecho que se sumerge estéril navegante tejiendo islas al destino de corales cascadas de pétalos tiernos y secos en tus fantasmas hay peces desfilando de cabeza en un relámpago fragante bajando y subiendo relojes en la escalera del suelo que perforas.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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COLORIDOS ARGUMENTOS
Porqué ese día los ángulos eran azules y sensibles caminando en la fuerte penumbra de la pirámide escondida en un saco, en la concha del silencio, y la esquina de cabeza contra un muro. Nadie veía. No, nadie estaba, solo las llaves viendo un viejo candado, inmenso en la pulsera del brasero café suspendido de un cuchillo. Colorido, contrariado, confiando en la consciencia confidente del convoy. Pero el camino ahora solo habla por las ventanas taladrando las tardes con sombrero y vestido rojo.
No es tan transparente en la táctica taciturna del tarro al tallo, doliente y duplicado por el barro del perro. Pues así, el musgo recordará la infancia atrapada en los nombres subterráneos cercanos al velo del aroma de los corchos asustados. Y que no se mueren del todo sorprendidos alargando el cuello al día menos pensado con la dulce pereza amante de la hoguera entre las sombras que suspiran como mustias áureas de amargas azucenas padeciendo el misterio amarillo.
Además, en la tierra de los cuervos se desnuda un tren junto a la vía florecida por los pétalos que duermen, y buscan destempladas las orillas y escaleras del jacinto bajo el espejo del jabón atrapado en las burbujas.
No obstante, los párpados del bosque construyeron el olvido de los lobos tan azules, que parecían hacer signos, y siglos al reloj del gato cercana la medianoche. Pero...¿Porqué ese día?. Pues el eucalipto lo ha dejado olvidado en el lago presuroso de las hojas entre horas y neblina que nada entiende de la nieve por el heno rendido en las calderas, casi indefinidas, mordiendo al sol el amarillo que despliega el ancla con los peces traficando con los techos por las casas abandonadas y el vuelo de las calles huyendo en desbandadas.
Así, como verás, hay algunas cosas que leyéndolas nadie comprende, las razones verticales en su alto rebaño de místicos cristales, de hábito maligno. ¡Sí!. Sabes ya de la porcelana pensativa y de los riscos tiernos en la intimidad de los agravios, pues los dardos torturan los marfiles y al abismo tenaz. Siendo todo al final más que flexibles, las razones del caramelo en el martirio de la edad temprana.
Por tanto, la sed de saberlo es un colorido quebranto.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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