Junto a una pulquería cuyo título es "Los godos" disputaban dos beodos la tarde de cierto día.
Yo pasaba por fuera de la taberna predicha, me detuve y por mi dicha oí la disputa entera.
-Oiga, amigo, no me abroche tan horrenda tontería, yo le digo que es de día. -Pos' yo digo que es de noche
-Pos' yo el sol es lo que miro y no hay estrella ninguna. -Pos yo digo que es la luna y muy grandota dialtiro'.
Es que asté' ya se le escapa toditito don Perfeuto' porque ya siente el efeuto' del maldecido Tlamapa.
-¡Qué Tlamapa, ni qué nada! A mí el pulque no me aprieta, -Pos' yo apuesto una peseta. -Pos' yo apuesto mi frezada'.
-¿Pos' con quién nos arreglamos? -Pos' con cualesquiera', vale, -Bueno, pero no me jale. -Bueno, pus' entonces vamos.
Y entre diciendo y haciendo este par de tercos beodos, se salieron de "Los godos" casi, casi que cayendo.
Y viendo pasar un coche al cochero se acercaron, y presto le preguntaron si era de día o de noche.
Pero el salvaje cochero movió triste la cabeza y respondió con torpeza: señores: ¡soy forastero!
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Poeta
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