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El colofón equitativo
Fue cuando el tiempo colgó sus relojes en la nada, sin fe, en el collar del espacio dejando saltar sus gestos grises, desvalidos, extendiendo el significado de las palabras estrechas, en torno a la negra figura en medio de la pálida faz dispuesta a salir sin destino, entre las grandes franjas de niebla que una tarde reunió con mucho valor.
Resultando difícil despertarse de esa manera más de una vez, en toda la angustia que emigra de la realidad invisible, tratando de ocultarse a medida que la noche caía, llenando con ligeras eternidades su mirada fría, en la imagen de la propia muerte, entre las flores de fósforo y ceniza, donde todo puede fácil recordarse con el suspiro de los caprichos prolongados, en una gota de relámpago, soberbio que dicta a la muerte sus dogmas, con las palabras encendidas mucho más que en la vida irreductible, en el deseo de un buen viaje. Y sin embargo, de repente se sabe que nunca volverá sin transición alguna, en la punta de los abetos que quema el viento en el extremo de un instante.
Un poco más tarde, atravesó de nuevo el cementerio y llegó al lugar donde la había esperado... Entonces nos paramos juntos, al fin, con la meta ante nuestros ojos empapados de sudor, terminando de desprenderse dónde hubo una vez unos muertos, que caminaban juntos, en cualquier parte del aire. Si bien brotaron tiernos laureles, su voz al mar llamaba bajo un mundo que agoniza, y se resigna a ver pasar la vida malgastando los años de grandeza, con sus salpicaduras tristes en el lóbrego montón que trepan los nublados, que bogan en tropel que se afana contra un arroyo plantando las langostas con sus ojos espantados en la fatal jornada.
Equitativo, estaba descansando tanto como se lo habían propuesto al rededor de una suave pendiente, los valles ondulantes cubriendo con sus huellas frescas las manchas prisioneras entre los barrotes de luz que pasaban presurosos por nuestro lado, haciendo innecesaria la sombra compañera del olvido que no reaccionaba en la uniformidad gris, de un ángulo cerrado de tonalidades centelleantes, que nunca imaginé nos cambiaría en los pasillos del futuro.
¡Sí!. Si ése futuro atroz e inaplazable cuando se platica, y como si fuera llorando, la obscuridad en el suculento banquete, de unas páginas no escritas, en arrullos de oro de cuna humilde, con el emblema de la esperanza, que las virtudes coronaron por la sed de amor divino, postrado a los pies de finales sin entrega, y de principios que prosperan en la libertad de una gota en el océano. Así sucedió, y por tanto así se dijo: Fue superando bien el rechazo viéndole la cara todos los días, sin saber que hacer, para que por fin se aclararan las cosas, en el fuego no encendido dos veces, con los labios agitados, y trémulos los golpes extraviados del remolino que desde hacia horas apretaba en la mano, y que como siempre murmura en la próxima parada.
En el rincón tibio, en la primera calavera enemiga de la luna, cultivó los siglos de esmeraldas, escarlatas, y de tiempo en tiempo consideraba el paisaje de pirámide de lágrimas dónde se acomodan los ayeres, sobre las mañanas derrotando a lo largo de los años, el desgraciado matrimonio del alma y la materia en el justo final del tiempo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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R.O.S.A.D.U.R.A.S.
Compleja. Siente. La decoración. El corazón.
Por los pilares que curvaron inquietudes. Por la copa apacible y grata.
¡Amorosa cómplice mariposa!. Mar de amores danza. Al tributo que rinde. ¡Suspiros de paloma!.
La ribera se sonroja brotando. La suavidad fija palpitando.
¡Siente, de la raíz la hoja!. Delicado buscar olvido. A veces, fuente creativa. Otras, original colección.
Entre la semilla del fruto ávida. Entre la mano que arcana corre.
Vistosos, al fondo, años. Cristalinos de tono dulce. Al paisaje que refleja. Por ser, escarcha el refugio.
Donde sidéreo el destino camina. Dónde llueve la púrpura fluida.
Rosaduras, muchas, a veces. Otras, bosque incorpóreo. Siente, muchas, a veces. Lo incierto, del banquete lejano.
El terreno cultiva incesable. El fuego deleite imposible.
Filoso al polvo, viperinas huestes. ¡Nieve encanecida!. Amarillo finge al fuego. Desmedida la rosa, dura dura.
La copa tierna del brebaje. La burbuja sedienta del néctar.
El ánimo sin mesura. ¡Traslúcido vivir muriendo!. Complejas, rosaduras, rosas. Siente la decoración el corazón.
Cuándo el sendero sellado se despliega. Cuándo el aliento fusiona el espacio. Y queda tímido. ¡Secreto sin freno!. Y queda frenesí. ¡Sereno sin final!.
R-o-s-a-s D-u-r-a-s
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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MIEL DEL TIEMPO
Del banquete Un Púrpura Hay En Los Labios. De sábanas y almohadas penetradas, en la estatua. Núbil que resbala, la mirada. Tenue flor. Miel. Curiosa. Rosa. Bajo Lirios Flexibles Parejas Melodramas. Del. Perfume. Inolvidable. Al...Fondo...De...La...Calma.
Sa Bo Reando Los. Recuerdos. ¡Transparentes humedades adoradas!. Con...Las...Manos...Exquisitas. ¡Delicadas sonrojadas golondrinas!. Desnu Das... ¡Las mejillas acarician!. ¡Galana y pureza voluptuosa!. Vir Tud...¡Pasional amarfilada!.
Mi El Del Tiem Po... Miel del tiempo. Miel, mujer, miel. ¡Amor de amor!.
El fuego abre tibia la columna. ¡Al jardín del tronco grácil!. Abejas, colmenas, flores y polen. Tiem posible a cada imposible cultivando, en los corazones un latido miel de pasión, en ca da...Ocasión...Al cielo de cereza viento.
Mi El Del Ti Empo...Elevando el rocío al cielo. ¡Un elixir de latidos!. ¡Un paraíso de playas!. Cien Prima Veras En Un solo capullo. Mi El Del Ti Empo...En los muslos de meses. En el cuello delicado. Miel miel hay en cada. Hora. Areolas enhiestas. Púrpura del bosque. Ondulante vientre. ¡Un capullo!. En los labios todos. Un Arru llo... ¡Desbordante de mañanas!. Con.....Miel...En...La...Memoria.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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