Poemas de reflexíon :  Desvalijador agreste
DESVALIJADOR AGRESTE

Por el destino ladrón se levanta un regalo azul,
con miles de polvos yertos bajo el suelo rojo,
en la bañera dónde anida cada luna dulce,
excesivamente láctea en almíbar insomne,
con el sol del invierno entre las piernas ya.


¡Desvalijador del polvo divino en fuga!.
Agreste.
Pedestre.
Rupestre.
Terrestre.


Agreste,
del haber sembrado,
miles de almas en las nubes,
¡Con la historia campaneando sola!.
En la tierra que cultivó calaveras en familias.


¡Desvalijador del mismo espíritu humanista!.
En la insolación del puerto en la isla indefensa.
Porqué cada vez al otoño busca encender óseo.
Siendo cargador amargo del desencanto intérprete.
En la noche que publica el ser injuriado sin sangre.


¡Ebrio el mismo torbellino le recuerda en todo instante!.
Aún antes del cómplice camino del trigal sobre charcos.
¡Eritrocíticos inocentes desamparados evidentes miles!.
Por el sentido del absurdo, con los jardines del metal.
Por todo el ambiente donde sucumbió el silencio indemne.


¿Quién hay qué las huellas eternas enmascare y refrene?.
Porqué las gotas beben, asustadas del frío, que al hielo abandonan.
En la obra del fracaso, donde al mismo infortunio pasma, infame ya.
Muy por encima del ser visto con todo el despliegue enjugando volátil.
Entre tantos que hicieron, del haber nacido sin motivos mañana velados.


Desvalijador, de las cuatro voluntades, con todo el sonido dulce amarillo.
En el parque inmediato del saber blando, pensando detener al viento.
Con el arte automático del equivocarse solo, en lo indefendible, injustificable.
Con todo lo ladrón de los alientos del polvo hoy, gratuitos años ingratos.
Con la responsabilidad del lujo abaratarse, cualquier vida, altanero ruinoso.


Desvalijador agreste al mismo cielo embiste y viste de luto innúmero.
Con toda la reducida satisfacción del opresivo naranjal en secas venas.
Prestigioso prestidigitador de lápidas, cenizas y panteones, tiernos inocentes.
Con el olor dolor de todas las paredes y techos sepultados entre la cuestión.
¡Pasiva la oruga, sin freno el suelo, dócil en la experiencia del cepillo una lombriz!.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta